Carta abierta al rey saudita Salman sobre el destino del Líbano
El retiro de la donación de cuatro mil millones de dólares al ejército libanés; la puesta en guardia a los viajeros sauditas, de Bahrein y de los Emiratos de no viajar a Líbano; la probable expulsión de unos cuatrocientos libaneses de los países del Golfo son algunas de las “venganzas” del rey Salman que no se siente apoyado en su guerra contra Irán. En realidad, Líbano es un lugar de reconciliación del islam dividido entre sunitas y chiíes y es el lugar donde se educa a una modernidad sin ateísmo. El análisis y el pedido de Fady Noun, vice director del Orient-Le Jour y nuestro colaborador.
Beirut (AsiaNews)- Presentamos aquí una carta abierta al rey Salman de Arabia saudita, escrita por el vice-director del Orient-Le Jour, el periódico más estimado en Líbano. Para comprender más el valor, es necesario recordar cuánto sucedió en los días pasados. Arabia saudita, Bahrein y Emiratos han puesto en guardia a sus ciudadanos que piensan viajar a Líbano, desde siempre meta de turismo de ellos. La decisión fue tomada ayer en Riad y luego seguida por otros países por motivos de “seguridad”. Tal movida sigue a la declaración de los días pasados por parte de los sauditas de retirar la concesión de cuatro mil millones de dólares en apoyo a las fuerzas armadas libanesas. Mientras tanto se murmura que los países sunitas del Golfo expulsarán a todos los libaneses que trabajan en sus países. Se trata de unos cuatro mil expatriados, en su mayoría están en Arabia saudita. Otra voz o temor es que los mismos países retiren de los bancos libaneses sus depósitos, llevando al Líbano al desastre social y económico.
Toda esta serie de acciones contra el país de los cedros realizada en respuesta a las acciones del ministro de Exteriores de Beirut, Jebran Bassil (del Movimiento patriótico libre, aliado de Hezbollah), que en dos recientes encuentros que condenaba a Irán, gran enemigo de Riad. En la carta, Fady Noun pide al rey saudita que comprenda la especial función del Líbano en Medio oriente y que trate de encontrar al Mufti y al patriarca maronita, que podrán explicarle como el país de los cedros puede ser de ayuda a todo el Medio oriente para un diálogo con la modernidad y entre el islam dividido para una reconciliación.
Hay tantas cosas que decir, pero vayamos a las cosas más inmediatas, una carta abierta al rey Salman: “Majestad, con mucho respeto, usted comete errores. Estos cuatro mil millones que usted retoma, no le pertenecen. Estos son nuestros. Su Majestad el rey Abdullah nos los ha donado, como el presidente Michel Sleiman dijo, da fe y es testigo. Nosotros creemos que un regalo no se lo retoma y no pediremos devolver algo que ya es nuestro. Le pareció bien volver a retomárselo, pero creemos que esto sería faltar a la intención del donante y a la amistad sellada entre nuestros pueblos. Usted se ofendió, pero el honor de una persona está en el pasar por encima de la ofensa. Sería esta su verdadera corona, su “keffiah” real. Además tenemos un arma que nadie nos puede robar o vendernos: nuestra sangre. Sin los cuatro mil millones, será puesto más a disposición y esto es todo. Y todas las estrategias le dirán que un ejército conquista la victoria ante todo con su moral”.
Dicho esto, vayamos a lo que es más urgente. Lo que hoy es urgente es la división del mundo islámico. Y sin falsa modestia, no vacilamos en decir que la respuesta a tal división se encuentra (también) en Líbano. La Iglesia maronita ha dado al Líbano una apertura a la verdadera modernidad que estaba en su tesoro y que hoy es un tesoro común. Esta apertura, a lo largo de todo el recorrido de la génesis de lo que se convirtió en el Estado libanés, es la que permitió a los libaneses tener un rol acogedor que tanto lo honra.
Los maronitas han jugado tal rol unificador en el plano eclesial. De este modo no hay maronitas católicos y ortodoxos. Ellos han trasladado al plano nacional y han permitido el surgir de un Líbano como país árabe e independiente. Esta asociación es lo más precioso tenemos. Hace pocos días el patriarca nos invitó a realizar la misión “de edificar puentes y ligámenes entre las comunidades”.
La crisis regional es por lo tanto una ocasión en la Iglesia y para la Iglesia, en Líbano y para el Líbano de obrar en el espíritu que es el suyo, no para exacerbar el sentimiento de pertenencia de identidad de las diversas comunidades, sino para acercar y avecinar, reconciliar. Más allá de todos los epifenómenos, es necesario reflexionar sobre el tiempo en el cual se escriben las dos teocracias que existen en Irán y Arabia saudita, reflexionar sobre la gnosis escatológica escondida que inspira la República islámica y el retorno a los fundamentos de la doctrina wahabita elaborada al inicio del siglo XX. Es necesario reconocer que la una y la otra son dos formas de un retorno de “una removida espiritual”, o trascendental, que se realizó en aquel Occidente, que fue ofrecido a ellos como el futuro y del cual y con razón descartaron y no lo quieren.
Es necesario reconocer que se está delante de un fenómeno de civilización que nos interroga a todos, también al Occidente. El Occidente ateo, de la muerte de Dios, de la conquista colonial, de las conquistas imperiales, del intercambio desigual, del racismo declarado o educado en el relativismo ético. Un relativismo que el filósofo americano Eric Voegelin, que reflexionó sobre los milenarismos, describe como “una auto-propia divinización de la sociedad”.
En estos días difíciles, como nos falta esta reflexión vigorosa sobre las relaciones entre civilizaciones, que nos permitirían jugar un rol de mediadores culturales, de “bróker” de la paz y de la verdad. Cómo nos falta hoy pensar en el siglo XX sin vacilaciones. Como nos falta esta reflexión en profundidad sobre el islam para comprender lo que ha hecho posible aquella aberración cultural y política que es llamada “Estado islámico”.
Pero, ¿dónde están los fondos consagrados a la investigación fundamental? ¿Dónde están los Michel Hayeck (1928-2005) y los Youakim Moubarak (1924-1995) de hoy? ¿Dónde están los Hussein Fadlallah y los Mohammed Mahdi Chamseddine de hoy? El odio recubrió cada cosa. En cambio de encargar al primer ministro ir a Arabia saudita, enviamos al Mufti y al patriarca, enviamos a uno de los herederos de estos padres fundadores de la unidad profunda que hace de dique-consciente o no- al diluvio de la violencia que a menudo el discurso político esconde. Haciendo esto, haremos un servicio al Líbano y en particular a esta Iglesia maronita, escuela de equidad, que no pregunta a los ortos si no aquello que ha iniciado a aplicar en ella misma.
17/12/2016 13:14