Caritas Mongolia: “Con las verduras, combatimos la cultura de la carne”

El director ejecutivo de la organización católica, el p. Pierrot Kasemuana, cuenta a AsiaNews los proyectos y las intervenciones en el país asiático: “Nuestra misión más importante hoy es en relación con la agricultura. Alentamos a la población a comprender la importancia de una alimentación no basada sólo en las proteínas y grasas saturadas”. No obstante la Iglesia sea joven y aún poco numerosa, la relación con la sociedad es óptima. “Tienen posiciones que deben ser entendidas. Y nosotros debemos ver en ellos a verdaderos hermanos en la gran familia humana”.

Roma (AsiaNews)- Cuktivar papas, pepinos, repollos y zanahorias en una sociedad de tradición nómade y donde el clima ciertamente no ayuda a la agricultura. Esta es una de las misiones más importantes de caritas Mongolia: “Combatir la cultura de la carne”, haciendo entender a la población la importancia de una alimentación sana, basada no sólo en las proteínas y grasas saturadas, Pareciera un cosa de poca importancia, pero de este modo ayudamos a reducir la mortalidad por problemas cardiovasculares y a hacer un futuro más verde”. Lo dice a AsiaNews el p. Pierrot Kasemuana, director ejecutivo de Caritas Mongolia, que está en Roma para la Asamblea general de la organización católica.

El sacerdote es originario de la República democrática del Congo. Misionero Cicm, está en Mongolia de hace unos 20 años: “He recibido a los primeros misioneros italianos (los de la Consolata, ndr) cuando llegaron a Asia central. Y hoy los considero como hermanos menores o quizás hijos.

Por el momento, cuenta el p. Pierrot, “hemos creado diversos programas. El más importante es el más comprometido y se refiere a la promoción de la “cultura de la verdura”. Mongolia es de tradición nómade, que incluye un concepto de nutrición basado en la carne. Siempre más y con el tiempo, hemos tratado de enseñar que comer sólo carne no es bueno para la salud. Porque esto crea una serie de problemas encadenados: se parte de los cardiovasculares hasta llegar a la gota. La mortalidad crece porque no comen verduras”.

He aquí, agrega, “estamos tratando de promover lo máximo posible el sector agrícola. Se debe decir que, por condiciones climáticas y de terreno, Mongolia no es el mejor país en el mundo donde se pueda cultivar la tierra. De hecho, el terreno se presta para esto sólo en dos, al máximo 4 meses al año. Con los viveros gestionados por Caritas, en cambio, este período lleva a cubrir unos 9 meses; partimos en marzo y llegamos hasta el inicio de noviembre”. Y así llegamos a tener una buena cosecha de zanahorias, papas, pepinos y repollos.

Este proyecto tiene también facetas socio-económicos: “Además de apoyar una cultura alimentaria nueva, damos trabajo en nuestros viveros a quien vive en la pobreza. Por un determinado período del año estas personas trabajan ganando un sueldo y cultivan en los viveros. Por el tiempo que queda, en cambio les damos a ellos la gestión del sistema. De este modo pueden vender en los mercados todo lo que cultivan, aprendiendo un trabajo y saliendo de la situación de pobreza en que viven”

Pero, también hay otros programas, entre los cuales aquellos que son para las mujeres: “Tenemos centros de iniciativas artesanales, dirigidos hacia aquellos que emigran del campo a la ciudad. Estas personas, por lo general mujeres, se encuentran en ambientes diversos de aquellos que conocen y mientras los maridos trabajan ellas no saben qué hacer. A través de cursos de costura y de artesanías las ayudamos a encontrar nuevas soluciones de trabajo y de nuevas condiciones de vida”.

La Iglesia católica en Mongolia, concluye el p. Kasemuana, “es una realidad todavía pequeña en términos de número y de historia. Lo mismo se puede decir de caritas, si bien a través del gran puente de la caridad logramos superar las incomprensiones que a veces el gobierno o la sociedad de Mongolia tienen en relación con los extranjeros y los cristianos. Lo más importante es entender que algunas de sus posiciones son justificadas: es necesario ponerse a escuchar y sin prejuicios, sin querer imponer nada. Se necesita mirar siempre a estas personas como a hermanos y hermanas de la gran familia humana”.