Card. Sako: entre Francisco y al-Sistani ‘un diálogo de vida, más allá de lo académico’
En AsiaNews ofrecemos el recuerdo del patriarca caldeo de Bagdad en vísperas de su partida a Roma para participar en los funerales del pontífice y en el cónclave. Francisco, una voz “profética” que habló no solo a los cristianos, sino a todos los iraquíes. El histórico viaje en marzo de 2021 y el mensaje de paz y fraternidad: “Supo leer y comprender mejor que nadie los signos de los tiempos”.
Milán (AsiaNews) - “En octubre, la última vez que estuve con él personalmente, me dijo que Irak estaba en su corazón. Una frase que me impresionó mucho, porque se refería a todo el país, a los cristianos y a los iraquíes en general”. Este es el recuerdo del papa Francisco que comparte con AsiaNews el patriarca caldeo de Bagdad, el cardenal Louis Raphael Sako, quien afirma que “el recuerdo y la presencia” del pontífice argentino fallecido el 21 de abril siguen vivos en el país árabe, un país atormentado por las guerras y la violencia confesional que el Papa visitó en el pasado reciente, llevándole alivio y consuelo. “Las palabras de Francisco - prosigue el purpurado - también son un legado para el futuro Papa: debe ser para todos, no solo para los cristianos sino también para los no creyentes. Debe ser un mensajero de paz y fraternidad. El Papa Francisco supo leer y comprender mejor que nadie los signos de los tiempos”.
Una de las etapas más significativas del pontificado del Papa Francisco es ciertamente el viaje apostólico a Irak en marzo de 2021. El mundo todavía estaba sufriendo los efectos de la pandemia de Covid-19 y solo pocas semanas antes había comenzado la campaña de vacunación que, después de más de un año, devolvería al planeta una apariencia de normalidad. No obstante, el pontífice emprendió una visita de alcance histórico a un país que mostraba los signos del conflicto interno que estalló con la invasión estadounidense de 2003 y determinó la caída del dictador Saddam Hussein; a lo que se sumaron luego las gravísimas violencias confesionales a manos de grupos yihadistas, en particular del Estado Islámico (EI, ex ISIS), con toda su carga de sangre y brutalidad.
Superando temores e incertidumbres, el Papa viajó por diversas regiones del país y visitó la capital, Bagdad, y Mosul, la metrópolis del norte que durante mucho tiempo fue el “corazón” del califato de al-Baghdadi. Otra de las etapas fue Ur de los Caldeos, donde recientemente se inauguró una iglesia dedicada a Abraham, el padre común de las tres grandes religiones monoteístas; y por último Najaf, donde se reunió con el gran ayatolá Ali al-Sistani, máxima autoridad del islam chiíta iraquí, quien ayer difundió un mensaje de pésame por el fallecimiento del pontífice. “Fue tenido en alta estima espiritual y gozó de gran respeto entre muchas personas en todo el mundo, debido a su destacado papel - dice el líder chiíta - al servicio de las causas de la paz y la tolerancia, así como por su solidaridad con los oprimidos y perseguidos en todo el mundo”.
Con su presencia, el Papa devolvió dignidad y visibilidad a una población cristiana que en los últimos 20 años ha sido diezmada por las guerras, el desplazamiento y la emigración forzada, pasando de casi 1,5 millones de fieles a poco más de 300.000 en la actualidad. “Al venir entre nosotros - señala el cardenal Sako - envió un mensaje a los iraquíes y a todas las naciones de Oriente Medio: no más guerras, no más violencia. Y también - prosigue el purpurado - la necesidad de respetar la dignidad humana y la libertad de las personas, alentando a la minoría cristiana y exhortándola a permanecer en su tierra. Para nosotros, era un profeta que vino a decirnos 'ánimo, no tengan miedo'”.
El patriarca caldeo se encuentra en estas horas en Erbil, donde se están celebrando una serie de encuentros y conferencias, pero por la noche regresará a Bagdad, y desde allí partirá el viernes 25 de abril rumbo a Roma para concelebrar los funerales del pontífice y participar en el cónclave como cardenal elector. “En Irak, como en todo el mundo, la gente está conmovida y triste por esta muerte” que, a pesar de las precarias condiciones de salud del pontífice, “se produjo de forma repentina, casi inesperada”. “Esta mañana estuve en una conferencia a la que asistieron casi mil ministros y líderes religiosos. En mi intervención quise recordar cuánto bien ha hecho el Papa por la Iglesia y por el mundo. Todos estaban conmovidos por su muerte, para nosotros es como haber perdido una voz profética: de paz, esperanza, humildad y sensibilidad, de cercanía a la gente y sobre todo a los que sufren. Una voz - prosigue - que se alzó contra las guerras, contra el extremismo religioso, y a favor del diálogo, visitando seis países de mayoría musulmana y firmando el documento sobre la fraternidad”.
Finalmente, reserva un último pensamiento al histórico encuentro con al-Sistani, que no quedó solo en una foto en el álbum de recuerdos, sino que supo traducirse en ocasiones - y eventos - concretos para continuar el diálogo, las relaciones y la fraternidad. “Al-Sistani envió una carta de condolencias por el Papa - concluye el cardenal - recordando que era ‘una persona muy grande', un mensajero de esperanza. El encuentro con al-Sistani fue el origen de una relación, porque precisamente esta era una de las grandezas del Papa Francisco: haber trascendido el diálogo académico para crear un diálogo vivo, de vida concreta entre personas”.
17/12/2016 13:14
28/01/2021 14:30