05/08/2022, 13.24
LÍBANO
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Cólera y amargura en el segundo aniversario de la masacre en el puerto de Beirut

de Fady Noun

Hubo dos ceremonias religiosas: una del metropolitano ortodoxo griego en el hospital de Geitaoui, la segunda del patriarca maronita en la catedral de San Jorge. Miles de libaneses participaron en una marcha de protesta en dirección a la zona donde ocurrió el accidente. El cardenal Raï denunció una vez más la obstrucción de las investigaciones. No descarta un nuevo pedido de participación internacional en la investigación.

 

Beirut (AsiaNews) - El Líbano vivió ayer un día de cólera y amargura en el segundo aniversario de la explosión en el puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020. Irónicamente en coincidencia con el aniversario se derrumbó una nueva sección de los silos del puerto que contienen cereales y que quedaron dañados. Están situados en las inmediaciones del hangar donde se produjo la devastadora explosión, provocada por cientos de bolsas de nitrato de amonio enriquecido.

Durante todo el día se llevaron a cabo marchas simbólicas en dirección al puerto, a las que asistieron miles de libaneses furiosos de todas las clases sociales. Por otra parte se celebraron dos servicios religiosos: el primero presidido por el metropolitano greco-ortodoxo de Beirut Elias Audeh dentro del hospital de Geitaoui, destruido por la explosión, y el segundo por el patriarca maronita cardenal Beshara Raï.

Para la misa de sufragio por las víctimas, el cardenal recurrió a la liturgia de los mártires. La ceremonia se llevó a cabo en la Catedral de San Jorge de Beirut, en el centro de la capital y en presencia de un gran número de familiares y amigos de las víctimas. Estos últimos vestían ropa negra en señal de luto y llevaban retratos y gigantografías de sus seres queridos apretados contra el pecho, con sus rostros marcado por el dolor y el cansancio.

Toda la liturgia se caracterizó por un conmovedor acento de sinceridad, especialmente en el momento de las intenciones de oración. Leídas por familiares de las víctimas, no solo pedían por sus seres queridos sino también por todos aquellos que perdieron sus hogares o lugares de trabajo en este desastre, y sobre todo por los que han quedado con una incapacidad permanente. Los pedidos también estaban dirigidos a la Iglesia local y a los líderes políticos e institucionales de un Líbano que parece cada vez más débil, indefenso y abatido.

Según los familiares de las víctimas, la cifra actual es de 224 muertos y 150 heridos graves y discapacitados permanentes. El patriarca no pronunció una homilía tras la lectura del Evangelio sino que hizo "un llamamiento muy firme" poniendo de manifiesto "el sentido" de la jornada". Sus palabras insistieron sobre todo en la persistente denegación de justicia a las familias, en el contexto de un “drama nacional”.

Dos crímenes

“Estamos aquí en presencia de dos crímenes”, comenzó diciendo el patriarca maronita: el de “la explosión en el puerto, que es el crimen del siglo, y la parálisis de la investigación, que es tan grave como el primero”. En este sentido el patriarca denunció la multiplicación de los recursos destinados a revocar el mandato de los jueces y las responsabilidades del Estado por "negligencia grave" que plantearon algunos ministros convocados por el magistrado titular de la investigación Tarek Bitar. Los expertos han advertido que estas maniobras tienen como único fin obstuir el camino de la justicia.

“Esta parálisis es una acción deliberada y premeditada que ha terminado sembrando discordia y divisiones entre las propias víctimas”, añadió con indignación el purpurado. Se refiere a un colectivo liderado por Ibrahim Hoteit y a un grupo de víctimas de la explosión que, de la noche a la mañana, exigieron la destitución del juez Tarek Bitar, apoyando una solicitud en ese sentido que había presentado el secretario general de Hezbolá, Hassan Nasrallah, pocos dias antes

"Sin acusar, pero al mismo tiempo sin exonerar a nadie", el patriarca pidió entonces que se reanuden las investigaciones que han estado paralizadas durante casi un año, denunciando en particular "a los que provocaron la tragedia, a los que han pecado por negligencia o indecisión, a los que callaron, a los que encubrieron los hechos y a los que mostraron cobardía y, por último, a los que obstaculizaron el proceso judicial”.

“En un primer momento, y con pleno conocimiento de causa, pedimos que se abriera una investigación internacional”, dijo el patriarca, sabiendo que esta catástrofe bien podría ser calificada como “un crimen de lesa humanidad” en caso de que la investigación termine demostrando que lo ocurrido fue un hecho "premeditado". “Los obstáculos que se han puesto en el camino de la investigación [para ralentizar su avance] -concluyó- si se mantuvieran, podrían justificar la renovación de este pedido”, a fin de involucrar a la comunidad internacional.

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