Budistas Hoa Hao, golpeados por la policía: se oponen a la demolición del templo
Pertenecen a una secta que no sigue la rama oficial de la religión. Funcionarios de la provincia de An Giang han ordenado derribar la pagoda. Entre las personas agredidas figura el abad, un hombre anciano.
Hanoi (AsiaNews) – Miembros de una secta no autorizada, el budismo Hoa Hao, denuncian que ayer sufrieron una paliza de parte de policías vestidos de civil. El grupo viajaba para protestar contra los planes de las autoridades de la provincia de An Giang, en el sur de Vietnam, que proyectan demoler el templo de Quang Minh Tự (distrito de Chợ Mới, foto 1). Entre las personas agredidas figura el abad, de 79 años de edad, Võ Văn Thanh Liêm (foto 1). El monje informa que los funcionarios locales han ordenado la destrucción del edificio, el cual sería reemplazado por una nueva estructura.
En declaraciones a RFA, el religioso cuenta que los días 5 y 6 de octubre, la policía vigilaba el ingreso al templo, impidiendo la entrada de visitantes. “Cuando llegamos al ferry Thuan Giang – afirma el abad –, cerca de 40-50 personas nos detuvieron y apalearon a cuatro fieles, entre ellos, a mi sobrino”. Liêm agrega: “Estaban por atacarme a mí, así que me arrojé combustible sobre el cuerpo y los amenacé con que iba a prenderme fuego. También me corté el cuello para obligarlos a abandonar la zona”. El monje explica que el templo de Quang Minh Tự fue restaurado hace casi 80 años y que aún se encuentra en buen estado. Sin embargo, el Comité de la Iglesia Hoa Hao – con el apoyo del gobierno de Hanoi – pretende demolerlo. Antes de ayer, 7 de octubre, las autoridades ya habían tratado de derribar el edificio hace aproximadamente un mes, pero los líderes de la secta lograron impedirlo.
En el pasado, el abad pasó seis años en prisión y tres en libertad condicional por haberse manifestado a favor de la libertad religiosa en Vietnam. Los budistas Hoa Hao de la provincia de An Giang no obedecen al Comité de la Iglesia Hoa Hao aprobado por el gobierno de Hanoi. La secta tiene casi dos millones de seguidores en todo el país, pero las autoridades imponen severos controles sobre los grupos disidentes que no siguen la rama oficial. Las organizaciones que defienden los derechos humanos sostienen que las autoridades de An Giang suelen perseguir a los seguidores de los grupos no aprobados, prohibiendo la lectura en público de los escritos del fundador de la secta, y desalentando a los fieles adoradores, para que no visiten las pagodas.
Las autoridades comunistas desconfían de las religiones organizadas, y en el 2017 aprobaron una ley que exige el registro de las distintas confesiones. Para cualquier actividad religiosa, es necesario contar con el permiso del Estado e informar sobre todas las tareas que se desarrollan.
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