Beirut: emprendimiento y dignidad. Los pilares de un proyecto de microcrédito
La historia del Hope Center, una realidad solidaria orientada, sobre todo, a los jóvenes, sin distinción de etnia o de religión. La sede se encuentra en uno de los barrios más afectados por la explosión en el puerto de 2020. Presidente del Consejo de Administración: los derechos de una persona comienzan por una casa y un trabajo. En pocos meses se concedieron fondos para cerca de cuarenta proyectos, muchos de ellos en el sector agroalimentario.
Beirut (AsiaNews) – “Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad”, dice el proverbio. Y es el axioma en torno al cual giran las actividades del Hope Center, una realidad nueva que se ocupa de la financiación de microempresas y cuya sede se encuentra en el corazón del pintoresco barrio de Gemmayzé, uno de los más afectados por la explosión del Puerto de Beirut de 4 de agosto de 2020.
“Para proteger los derechos de una persona, lo primero que hay que garantizarle es un techo y un trabajo. Nosotros nos ocupamos del segundo aspecto”. Quien habla es el presidente del Consejo de Administración del Hope Center, Maurice el-Beaino, cuya sede se encuentra en el tercer piso del edificio San Antonio, un inmueble revestido de mármol blanco. Este ejecutivo de 39 años, con dos licenciaturas en Economía y Ciencias Políticas a sus espaldas, dirige el centro con suma eficiencia, consciente de que debe distinguirse de la multitud de asociaciones que han surgido como hongos desde que se produjo la explosión en el puerto. Y sobre todo tiene que justificar hasta el último euro que le han confiado, aunque los sueldos del centro sean bajos.
Fundado por un hombre de negocios, Hope Center cuenta con el apoyo de la ONG francesa L'Œuvre d'Orient y es cofinanciado por la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD): una doble garantía de total transparencia tanto de la financiación como del uso de los fondos. El centro cuenta con quince empleados y está destinado solamente a los libaneses, pero sin hacer distinciones de etnia o religión. Uno de sus propósitos es que por lo menos el 50% de las personas que ayuda tengan menos de 35 años y en este momento el 30% de las mismas son mujeres.
“Al convertir a los empresarios libaneses en actores de su vida económica - señala Maurice el-Beaino - Hope Center quiere contribuir a dinamizar la economía local y frenar la emigración masiva que ha provocado el colapso del país. Nuestro objetivo es ayudar y capacitar a 500 pequeños empresarios en tres años (panaderos, peluqueros, carpinteros, restauradores, educadores, estilistas, taxistas, etc.) y al mismo tiempo consolidar la convivencia mediante la creación de una especie de comunidad de beneficiarios”.
En siete meses de vida, Hope Center ya ha otorgado fondos a cerca de cuarentena beneficiarios. Uno de ellos es Gaël Chaèr, de 26 años, soltera, que trabajaba como empleada en una farmacia en Bourj Hammoud. Su historia es emblemática. Fue gravemente herida en una pierna durante la explosión en el puerto, y con un exiguo salario anual de 3 millones de libras libanesas apenas podía sobrevivir, porque además tenía a sus padres a cargo. Sin embargo, su espíritu de iniciativa, la pasión por los productos cosméticos, sus conocimientos y el apoyo que recibió en el centro le permitieron recuperarse. Con una maestría en dermatología y experiencia certificada en cosmetología, ha creado una línea de productos de belleza llamada "The Skin Savvy" con sede en Sad el-Bauchrieh, en el piso superior, que se encontraba vacío, de la farmacia donde trabajaba antes. Hoy también sueña con poder casarse.
Dos comisiones seleccionan las solicitudes de financiamiento que llegan al centro. La credibilidad y factibilidad de los proyectos se someten a un riguroso examen. “Sin embargo, agrega Maurine el-Beaino, "el aspecto humano nunca se deja de lado. Siempre se asume una parte del riesgo. Estamos aquí para garantizar la transparencia. Y, si es necesario, ofrecemos formación a los que solicitan financiación, les acompañamos durante una tramo de su trayectoria profesional, para asegurarnos de que pueden gestionar el proyecto que han emprendido”.
Entre los cuarenta ya aprobados, el sector agroalimentario es el más numeroso. “Puede deberse a que los libaneses están acostumbrados a comprar provisiones en verano, o a que todo el mundo necesita comer”, explica el presidente del Consejo de Administración. Agrega, divertido, que Hope Center ha financiado, entre otras cosas, la compra de un triciclo para un comerciante minorista y un cascanueces eléctrico para producir leche de almendras, un sustituto de la leche de vaca con mucha demanda en este momento.
Músculos y sonrisa
El dueño de este gimnasio, Charbel Wakim, a quien hemos conocido en el Hope Center, nos asegura entre músculos y sonrisas que cuenta con un título de “entrenador personal”. Como tiene un solo ojo, había reprobado sistemáticamente los exámenes para obtener la licenciatura en Deporte y Ciencias motrices.
“Lo ayudamos -cuenta el-Beaino- a abrir dos centros educativos especializados en acompañamiento y recuperación escolar” en Mansouriyé y Raouda, en la periferia de Beirut. “Mantenemos -explica en respuesta a una pregunta- cierto grado de control sobre los precios, para que estén de acuerdo con las posibilidades de los habitantes de esos barrios, donde la tasa de deserción escolar es muy elevada”.
“La tutela de la dignidad de los beneficiarios ocupa el primer lugar en el enfoque y la manera de operar del Hope Center”, concluye Maurice el-Beaino. Nuestra principal preocupación son los nuevos pobres, lo que antes era la clase media, que es también la más afectada por la crisis. Por otra parte, los que pertenecen a esta categoría -concluye- no saben pedir ayuda. Los pobres están acostumbrados a hacerlo, pero para los nuevos pobres también entra en juego la dignidad personal”.
14/05/2022 13:24