Beirut: el regreso de Saad Hariri y las sombras de Gaza sobre Líbano

de Fady Noun

Tras dos años de exilio voluntario, el ex primer ministro asistió ayer a las celebraciones del 19º aniversario del asesinato de su padre Rafic. Analistas y observadores apuntan a su candidatura a la reelección en 2026, pero el escenario regional presenta nuevas tensiones y desafíos. El acercamiento a los saudíes y las relaciones con el bloque cristiano, factores decisivos.

Beirut (AsiaNews) - En el marco de las celebraciones del 19º aniversario del asesinato, aún impune, de Rafic Hariri, se multiplican los llamados a su hijo Saad, su heredero político, para que vuelva a la vida activa del país en un momento de profunda crisis. El líder sunní y ex primer ministro, símbolo de moderación y apertura con profundos vínculos con Riad, parece inclinado a aceptar las invitaciones: de hecho, ha empezado a movilizar la plaza con vistas a las elecciones de 2026 y aprovechó ayer para lanzar su propia campaña en previsión de los comicios.

Habiendo regresado a Líbano para esta conmemoración dos años después de su exilio voluntario en los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y de la congelación de las actividades de su facción, el Movimiento del Futuro, ¿volverá Saad Hariri a buscar fortuna? Sin duda parte con algunas ventajas nada desdeñables. Empezando por su capital en términos de popularidad, que debe ante todo a su padre, que parece haberse mantenido intacto. Al fin y al cabo, una gran parte del mundo suní sigue vinculada al mito de Rafic Hariri, mientras que, dentro de esta formación, las elecciones de 2022 no lograron imponer un líder suní sustituto de igual autoridad. La comunidad está fragmentada y tiene que sufrir en silencio la hegemonía de Hezbolá, en nombre de la unidad nacional y de la paz civil, con la mirada ya no orientada hacia Damasco, sino todavía en busca de una identidad.

Bajo una lluvia torrencial, Saad Hariri, acompañado por su tía, la ex parlamentaria Bahia Hariri, y el marido de ésta, recitó la "Fatiha" ante la tumba de su padre, y después dio un breve paseo entre la gente. Alrededor de la mezquita, una gran multitud ofreció al heredero político de Rafic un momento festivo. A pesar de su renovada popularidad, nubes sombrías parecían cernirse sobre el rostro, y el futuro, del líder suní. Cada cosa a su tiempo, no voy a abandonarlos, defiendan la patria y defiendan sus derechos, demostrándoles que son una fuerza a tener en cuenta, y que el país no puede funcionar sin ustedes", dijo a los micrófonos en su breve discurso a la multitud, antes de volver a subir a su coche. Poco después, a la entrada de su casa en el centro de Beirut, repitió estas vagas consignas. Saad Hariri insistió entonces en que su padre había sido asesinado porque era un "símbolo de moderación y apertura", la única alusión pública al crimen impune atribuido en 2020 por el Tribunal Internacional para el Líbano a "presuntos miembros" de Hezbolá. Sin embargo, en privado, sus allegados atestiguan que se trata de una herida que sigue abierta.

"Cada cosa a su tiempo, mi regreso no es la prioridad ahora mismo..." era la respuesta invariable de Saad Hariri a todos los que le presionaban con preguntas sobre su deseo de volver a la escena política. Una declaración que políticos y analistas han reformulado, interpretándola, de este modo: "Sólo estoy esperando el momento adecuado". Un momento que el mundo político libanés ha fijado en la cita electoral prevista para la primavera de 2026, cuando expira el mandato de la actual Cámara de Diputados que le había nombrado primer ministro. Nombramiento entonces imposibilitado por las inadmisibles condiciones impuestas por la facción que se refiere al ex Presidente de la República Michel Aoun [cuyo escaño sigue vacante más de un año después del fin de su mandato] y que le obligaron a remitir el mandato para la formación del gobierno.

Sin embargo, aparte del sectarismo y la afiliación comunal que siguen caracterizando y dominando la vida política del País de los Cedros, externamente el panorama político de la región ha cambiado considerablemente desde la decisión de Hariri de retirarse temporalmente de la política activa. El ex primer ministro tiene que hacer frente ahora a la guerra entre Hamás e Israel y a la reconfiguración de las alianzas en Medio Oriente. Un conflicto que en las últimas horas se ha recrudecido en el norte, con Hezbolá lanzando misiles hacia Israel que causaron la muerte de una soldado. Y la respuesta inmediata del ejército con la estrella de David, que lanzó una serie de intensos bombardeos que mataron al menos a 13 libaneses, en su mayoría civiles entre los que había mujeres y niños.

Hariri también debe tener en cuenta el acercamiento entre Arabia Saudí e Irán bajo la égida de China, y un extraño modus vivendi entre Estados Unidos y la República Islámica que ha tomado forma en las últimas semanas con apelaciones simultáneas de Washington y Teherán "al apaciguamiento" en la región. Debe considerar entonces la congelación de la vía de normalización entre Arabia Saudí e Israel, proceso que Riad subordina ahora a una solución de la cuestión palestina. Sin olvidar que esta condición coincide con una serie de plazos cruciales, empezando por las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre.

Además, el ex premier -cualquiera que sea la naturaleza de su disputa con el príncipe heredero saudí Mohammad Bin Salman (Mbs)- sabe que no puede gobernar sin el apoyo de Riad, que, junto con Egipto, encarna la profundidad religiosa, humana y económica del mundo suní. Por tanto, son los signos de un acercamiento entre Hariri y los saudíes -así como con los bloques cristianos- los que los observadores vigilan ahora para estar seguros de su regreso a la política.