Beirut: el asesinato de Pascal Sleiman inflama el frente interno libanés

de Fady Noun

Una banda siria de ladrones de automóviles sería responsable del secuestro y muerte del alto dirigente de Fuerzas Libanesas, un partido maronita. Pero la fuerza política habla de un "crimen premeditado". El ministro para los Desplazados, Issam Charafeddine afirmó que "miles de sirios armados deambulan por los campos de refugiados, a la espera de un golpe contra Damasco". Nasrallah niega cualquier implicación de Hezbollah y habla de "reacciones peligrosas".

Beirut (AsiaNews) - "No me maten, tengo tres hijos, no me apunten con esa pistola a la cabeza" fueron las últimas palabras de Pascal Sleiman, alto dirigente de Fuerzas Libanesas - partido político libanés de inspiración maronita - para la región de Jbeil y empleado en un banco en Biblos, antes de desaparecer la noche del 7 de abril. El ejército sirio encontró los restos del hombre, aparentemente víctima de una banda de ladrones de automóviles que operaban en la región de Jbeil (Byblos), en la zona de Hawit, del otro lado de la frontera con Siria. Es sabido que esa zona se encuentra bajo el control de estas bandas, que habrían entregado el cuerpo al ejército, que a su vez retrasó deliberadamente el anuncio de la muerte a la espera de que el asunto se calmara y se tranquilizaran los ánimos enardecidos por la noticia de la desaparición. Cabe agregar que, al momento en que escribimos este artículo, sus restos todavía siguen retenidos por los militares para realizar la autopsia.

El rápido y trágico epílogo de esta tragedia fue posible gracias a una combinación de factores que beneficiaron a los servicios de seguridad del ejército libanés: la geolocalización de la telecámara de Sleiman, a pocos kilómetros del lugar donde los ladrones lo habían interceptado mientras conducía solo su Audi negro. A esto se suma la colaboración de una unidad del ejército sirio al mando del oficial Kifah Melhem, la detención de tres de los secuestradores en Siria y la denuncia de un topo libanés y de los mismos "contrabandistas" que, mientras tanto, habían comprendido las repercusiones de su crimen en el Líbano.

Los cuatro miembros de la banda, incluido su jefe Bilal Mohammad Dello (sirio), se encuentran ahora en manos del ejército libanés. Según fuentes bien informadas que reporta el diario Al Akhbar (cercano a Hezbolá), los secuestradores no sabían con quién estaban tratando y actuaron únicamente porque el hombre circulaba solo en el automóvil que pretendían robar. Según los primeros datos que se desprenden de los interrogatorios de los secuestradores detenidos, el hombre habría intentado resistirse a los atacantes y fue golpeado varias veces en la cabeza con la culata de un rifle. Los golpes brutales le provocaron una hemorragia interna que le causó la muerte. A continuación, cargaron el cuerpo de Pascal Sleiman en el maletero de su propio vehículo y este se dirigió hacia el norte del Líbano y luego hacia Siria por rutas ilegales.

La noticia de la muerte del político y padre de tres hijos fue recibida con inmensa dignidad por su esposa Micheline, cuyas palabras recogió inicialmente la prensa: "Somos hijos de la resurrección, hijos de la esperanza". Sin embargo, lo ocurrido adquirió inmediatamente un fuerte carácter político porque en un primer momento las sospechas se centraron en Hezbollah, que se encuentra presente en algunas aldeas chiítas de la región. Debido a la ira popular, la autopista del norte que une Beirut con la ciudad costera de Trípoli estuvo cerrada en ambas direcciones durante todo el día de ayer, mientras los habitantes de las aldeas chiítas, sintiéndose amenazados, se ocultaron en sus casas.

Tras las primeras informaciones que difundió ayer el ejército, la tensión parecía haber cedido, pero los comentarios atribuidos al principal referente de Fuerzas Libanesas, Samir Geagea, han puesto en duda su veracidad y no contribuyeron a aliviar el clima. Aunque Geagea ha pedido a sus partidarios que liberen las carreteras, declaró al mismo tiempo: “Creemos que esto es un crimen político, hasta que se demuestre lo contrario”. Uno de los miembros de su partido, el ex ministro Pierre Bou Assi, fue aún más directo: “No confío - afirmó - en los servicios de seguridad. Esto es un crimen encubierto", y recordó la falsa reivindicación de responsabilidad que siguió al asesinato del ex primer ministro del Líbano Rafic Hariri en 2005.

La presencia siria

En cualquier caso, y a la espera del desenlace de este asunto y de sus consecuencias para el futuro inmediato, el secuestro de Pascal Sleiman ha vuelto a plantear la vieja cuestión de la presencia siria en el Líbano, estimada por algunos en más de dos millones de personas. Entrevistado hoy por el canal de televisión Al-Jadid (NTV), el ministro para los Desplazados, Issam Charafeddine, criticó duramente el hecho de que esta cuestión se haya descuidado durante muchos meses por razones políticas. Charafeddine considera que el plan de repatriar a los ciudadanos sirios, muchos de los cuales están hacinados en campamentos hechos de tiendas de campaña o materiales plegables, se ha mantenido deliberadamente en suspenso, y la clase dirigente tampoco se ha ocupado con decisión de encontrar una solución.

En su opinión, en el Líbano hay "varios miles de hombres que pertenecen a células durmientes, dispuestas a actuar contra el régimen sirio", a instancias de algunas potencias extranjeras cuyos nombres, sin embargo, no quiso revelar. Charafeddine pidió entonces que los asesinos de Pascal Sleiman “sean ejecutados en el mismo lugar donde cometieron su crimen. Es inútil - afirmó - que sus expedientes se presenten ante un magistrado y que el juicio se prolongue uno o dos años". Por último, el secretario general de Hezbollah, Hassan Nasrallah, negó cualquier implicación del movimiento chiita en el secuestro y dijo Fuerzas Libanesas y al Kataeb: "Lo que están haciendo es extremadamente peligroso y podría provocar una guerra civil".

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