Beirut, el fantasma del vacío presidencial
A pocos días de que expire el mandato de Aoun, fracasó una cuarta votación. Los vetos cruzados prevalecen entre los dos bloques, el proiraní y los opositores. El juego para impedir el quórum. La cuestión fue el tema central de la reunión entre Macron y el Papa Francisco. El temor de una deriva "hacia lo desconocido".
Beirut (AsiaNews) - Faltan pocos días para que expire el mandato presidencial de Michel Aoun, el próximo 31 de octubre. En tanto, está en plena ebullición la lucha por la hegemonía política: entre Hezbolá y sus aliados cristianos (CLP), por un lado, y la coalición opositora Fuerzas Libanesas-Partido Socialista Progresista, que quiere bloquear el camino para la reelección de un presidente favorable al bando proiraní. Hoy ya se ha perdido toda esperanza real de ver un nuevo jefe de Estado electo. Y lo mismo sucede con la posibilidad de una consolidación y legitimación del gobierno interino del actual primer ministro Nagib Mikati, hoy limitado a la gestión de los asuntos corrientes.
El 24 de octubre, por cuarta vez, los diputados libaneses no lograron elegir al sucesor de Aoun. Ninguna de las facciones enfrentadas posee los votos necesarios -dos tercios- para la designación. Sin embargo, ambas cuentan con el llamado "tercio de bloqueo": los 43 votos necesarios para impedir el quórum (86 escaños) que exige la ley para la elección. A esto hay que añadir el hecho de que, a partir de la segunda votación, el Jefe de Estado puede ser nombrado con una mayoría absoluta de 65 votos, siempre que se cumpla el quórum. Por el momento, no se vislumbra ningún compromiso entre las partes, y el Presidente de la Cámara de Diputados no ha fijado fecha inmediata para una próxima sesión dedicada a la votación.
Al analizar las elecciones para Ici-Beyrouth, el politólogo Fady Rahmé, profesor y experto en estrategia en Sciences-Po (París), explica que la elección de un nuevo presidente en Líbano está vinculada al contexto regional e internacional. Y asimismo a las luchas entre bastidores por la influencia en la región, protagonizadas por Estados Unidos y la República Islámica de Irán.
“Las elecciones presidenciales", subraya Rahmé, "deben ser objeto de un paquete de acuerdos más amplio". La pregunta no es 'quién será el presidente', sino 'qué hará’ este presidente". Según el experto, "la información que tenemos a este respecto la podemos tomar prestada de tres de los cuatro artífices de una solución a la cuestión libanesa": Estados Unidos, Francia y Arabia Saudita (el cuarto es Teherán).
En su reunión del 21 de septiembre en Nueva York, al margen de la 77ª Asamblea General de la ONU, los representantes de estos países emitieron una declaración conjunta, en la que definieron el acuerdo de Taëf como un "marco en el que pueden prestar apoyo al Líbano". La nota conjunta continúa explicando que "Líbano debe aplicar las reformas solicitadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y organizar las elecciones presidenciales dentro de los plazos constitucionales". Los firmantes sostienen "la necesidad de que el gobierno libanés aplique las disposiciones contenidas en las resoluciones 1559, 1680, 1701 y 2650 del Consejo de Seguridad de la ONU" [...] y se comprometen a respetar el Acuerdo de Taëf, que permite proteger la unidad nacional y la paz civil en el Líbano".
Vinculada al Acuerdo de Taëf, la Resolución 1559 pide específicamente "el desarme y la disolución de todas las milicias libanesas y no libanesas". Para Rahmé, la política y la economía están estrechamente vinculadas, "pero la política prevalece" y el pasaje clave de esta afirmación es: "El Acuerdo de Taëf, patrocinado por Arabia Saudita". El politólogo concluye advirtiendo que "no debemos engañarnos: sin el apoyo de las potencias occidentales y de los Estados petroleros árabes, Líbano no podrá levantarse de nuevo".
Oriente Medio, y más concretamente la crisis libanesa, estuvieron en la agenda del 24 de octubre durante la visita del presidente francés Emmanuel Macron al Papa Francisco. Según fuentes bien informadas transmitidas por la periodista parisina Mona es-Saïd, el pontífice y el inquilino del Elíseo coincidieron en la necesidad de elegir un nuevo presidente dentro de los plazos constitucionales, para evitar cualquier riesgo de deriva "hacia lo desconocido".
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