Bartolomé: los cristianos no pueden ser indiferentes a los migrantes y al fundamentalismo
El Patriarca ecuménico asistió a la misa en la Basílica de San Nicolás, en Bari. “No podemos callar frente al escándalo del la mercantilización del ser humano, del fundamentalismo religioso que pretende actuar en nombre de Dios, de la explotación del hombre por el hombre y de la pauperización de los recursos naturales en favor de uno pocos y en perjuicio de muchos, sobre todo de los más pobres”.
Bari (AsiaNews) – Los cristianos no pueden ser indiferentes a los sufrimientos de quien es forzado a dejar su tierra, frente a la explotación del hombre y al “fundamentalismo religioso, que pretender obrar en nombre de Dios”. Es el enardecido reclamo efectuado hoy por el patriarca ecuménico Bartolomé en la homilía durante la misa a la cual asistió esta tarde en la Basílica de San Nicolás de Bari, donde ayer le fue conferido el premio ecuménico San Nicolás de la Facultad Teológica pullesa.
El Patriarca recordó, ante todo, “la vocación ecuménica y el estilo hospitalario” de Apulia, “tierra de acogida, tanto en el pasado como en el presente”, citando a cuantos en el pasado han econtrado allí un refugio, “los cristianos perseguidos tras las invasiones extranjeras, en guerras fraticidas y como consecuencia de carestías de países que viven en márgenes opuestas del mar”, “pero también en un pasado muy reciente, esta tierra ha sabido ser tierra de acogida para aquellos pueblos que huían de países totalitarios, en los cuales no era posible ser Discípulos de Cristo”.
“Hoy, lamentablemente, una vez más, el Mar Mediterráneo, mar de cultura, mar de solidaridad, mar de colaboración, se ha vuelto un mar de olas de refugiados y migrantes que llegan de todas partes. Como cristiano, no permanezcamos indiferentes a este grito de dolor, -y sabemos que esta tierra continúa haciendo su parte,- pero, al mismo tiempo, no podemos callar frente al escándalo de la mercantilización del ser humano, del fundamentalismo religioso que pretende actuar en nombre de Dios, de la explotación del hombre por el hombre, y de la pauperización de los recursos naturales en favor de unos pocos y en perjuicio de muchos, sobre todo de los más pobres. La Casa común, el ambiente natural, pertenece a Dios y no somos meros ecónomos suyos, no somos innovadores sin Dios. Por eso, hemos alzado el grito junto a nuestro amado Hermano de Roma, el Papa Francisco, en la isla de Lesbos, dirigido a todos los poderosos de la tierra, hacia aquellos que tienen en su manos el porvenir de la humanidad, y continuamos haciéndolo en el nombre de Dios, Padre Todopoderoso y Padre Misericordioso”.
“Como cristianos, todavía tenemos un arma fuerte, un arma de paz, un arma invencible, que es la oración, y esta noche estamos aquí para rezar juntos a nuestro Santo de la Unidad”, es decir, a San Nicolás. Él “fue un obispo amado por su pueblo, un obispo que ha vivido por la verdad de la fe, en su batalla contra la herejía arriana de su época, pero también el obispo justo de su Iglesia. Defensor de los pobres, juez implacable ante las injusticias de los poderosos y férreo combatidor del pecado. Pero también un hombre manso, lleno de continencia, dispuesto a perdonar, lleno de compasión por la debilidad de los fieles –que comenzaba a manifestarse con la libertad de la fe cristiana luego del Edicto de Milán, -pero firme en lo que hace a la defensa de las costumbres y de la rectitud. Por eso su fama se difundió más allá de los confines de su Iglesia en Mira de Licia”. “Que continúe siendo nuestro amigo y nuestro compañero en el camino de la salvación y de la unidad”.
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