Bangkok: un caso de corrupción reabre el debate sobre los abusos policiales
El caso más reciente afectó a una actriz taiwanesa, a la que se exigió el pago de 27.000 baht. Las actuaciones ilegales de los agentes se conocen desde hace tiempo, pero la posibilidad de un cambio parece aún lejana a pesar de las esperanzas que se despertaron después del golpe de Estado de 2014: ahora las fuerzas policiales se despliegan contra los manifestantes antigubernamentales.
Bangkok (AsiaNews) - El enésimo episodio de corrupción que llama la atención de la opinión pública reabrió en los últimos días el debate sobre la necesidad de una reforma de la policía en Tailandia. Una medida que la población sigue esperando desde el golpe militar que comandó el entonces general y hoy primer ministro Prayut Chan-o-cha en mayo de 2014.
Las actuaciones ilegales de la policía son conocidas desde hace tiempo y aparecen a menudo en los medios de comunicación tailandeses, que relatan el lucrativo negocio del juego y el variado mundo del "entretenimiento", haciendo hincapié en la sombra negativa que proyectan sobre la sociedad y la imagen del país. Los agentes nunca sufren castigos, ya sean traslados, suspensiones o reducciones de prestaciones, salario o años de antigüedad.
El caso más reciente, que también tuvo gran resonancia en el extranjero, afectó a una conocida actriz taiwanesa, An Yu Qing, también conocida por su nombre en inglés Charlene An. La mujer denunció una extorsión que había sufrido la noche del Año Nuevo Lunar en un puesto de control de una de las arterias más transitadas de la capital, Bangkok: los agentes le exigieron un pago de 27.000 baht (unos 800 euros) para dejarla pasar. Debido a la creciente notoriedad de la noticia, el asunto fue confirmado por la comisaría local de Huay Kwang tras días de vacilaciones por parte de los oficiales, que primero intentaron culpar a la visitante de delitos relacionados con la inmigración y luego la acusaron de poseer un "cigarrillo electrónico".
Nada nuevo, como ya lo denunciaron muchas veces los ciudadanos: es bien sabido que muchos funcionarios de rango medio y superior poseen bienes y riquezas superiores a las posibilidades que les brindan sus salarios. También es bien sabido que los de rango inferior necesitan garantizar grandes sumas a sus superiores, de las que a su vez se beneficiarán cuando hayan ascendido de rango. También se criticó en varias ocasiones el tamaño del cuerpo, que cuenta con 230.000 efectivos y un número desproporcionado de oficiales.
Al mismo tiempo, existe la percepción generalizada de que el sistema se mantiene gracias a la tolerancia y el chantaje, más aún cuando las autoridades reconocen la necesidad de limpiar el cuerpo de "elementos malos". Así lo reiteraron en los últimos días el comandante de la policía nacional, Damrongsak Kittiprapas, y el primer ministro Prayut Chan-o-cha, de quien depende la policía.
Su reforma es un asunto espinoso, pero también lo es para la población, que se ve obligada a sufrir actos que no se ajustan a la ley o que la eluden. También fue por esto que los tailandeses habían aceptado el "hecho consumado" del golpe militar de 2014: el general Prayut Chan-o-cha se había comprometido a devolver a la legalidad a la policía, de cuyas filas salía la figura más repudiada por las fuerzas armadas y las élites tradicionales, el ex primer ministro Thaksin Shinawatra, en exilio voluntario desde 2008. Pero actualmente la policía suele estar en primera línea contra los manifestantes que exigen la dimisión de Prayut y el fin del poder militar en el país.
Foto: Flickr/Gerry Popplestone
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