Ataque a Yenín. Baskin: los jóvenes palestinos quieren 'libertad y derechos', no 'un mini-Estado'
No se detiene la operación militar de Israel en el norte de Cisjordania: al menos 10 palestinos muertos, un centenar de heridos, 3.000 personas en fuga. El fundador de la Israel Palestine Creative Regional Initiative denunció a AsiaNews el "callejón sin salida" en que se encuentra el conflicto y arremetió contra el expansionismo del gobierno de Netanyahu, rehén de los extremistas. También están en el blanco la "vieja y corrupta" ANP, el liderazgo estadounidense que no impulsa el cambio y el vano "espectáculo" chino.
Milán (AsiaNews) - La política de "expansión" promovida por Israel tiene como objetivo "impedir" el nacimiento de un Estado palestino, más que aumentar el número o el tamaño de los asentamientos. Según Gershon Baskin, activista político israelí, fundador de IPCRI (Israel Palestine Creative Regional Initiative), columnista del Jerusalem Post, y uno de los mayores expertos en el conflicto, "aquí es donde radica la cuestión: bloquear el nacimiento de un Estado", que es como "detener su futuro", obligándoles a permanecer "bajo control israelí sin derechos políticos". Mientras Yenín vuelve a convertirse en el epicentro de la violencia -con imágenes y devastación que parecen una repetición de la Operación Escudo de Defensa de hace 20 años-, Baskin invitó a mirar a "muchos jóvenes palestinos que ya no hablan de nación, sino de igualdad de derechos. El discurso ha cambiado: las nuevas generaciones", observó, "ya no quieren el mini-Estado sin economía ni perspectivas del que hablaban sus padres, sino que aspiran a la libertad". Mientras tanto, en Israel, hay un gobierno que "los provoca" explotando "la violencia de los colonos, tomando tierras, impidiendo que los pastores críen sus rebaños", mientras a diario el ejército "protege a los colonos y sus ataques".
La escalada militar
Desde hace días está en curso en Yenín una operación militar masiva, la más imponente desde la Segunda Intifada, con al menos una docena de incursiones aéreas con drones dirigidas contra la ciudad del norte de Cisjordania, corazón del levantamiento y epicentro de la violencia. Mientras tanto, más de mil soldados están actuando en tierra, asaltando casas e incluso mezquitas en busca de "milicianos" pertenecientes a grupos armados. Las autoridades israelíes niegan haber dado la orden de evacuar el campo de refugiados, sin embargo en las últimas horas miles de palestinos -al menos 3.000 según algunas fuentes- han abandonado la zona ante el temor de una nueva escalada. El balance de la incursión de ayer según fuentes del ejército israelí (IDF) es de al menos 10 palestinos muertos y más de 100 heridos, al menos 20 de ellos en estado grave.
Entre quienes han expresado su profunda "preocupación" está el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, que sigue de cerca "los acontecimientos en Yenín". En una nota, el portavoz del Secretariado de las Naciones Unidas subrayó que "todas las operaciones militares deben llevarse a cabo respetando plenamente el derecho internacional humanitario". Palabras que parecen caer en saco roto, ya que los dirigentes de ambas partes siguen chocando entre sí: Ramala ha decidido "interrumpir todos los contactos y reuniones con la parte israelí" a raíz de "la agresión en curso en Yenín", mientras que el Primer Ministro Benjamin Netanyahu confirmó que "la operación continuará hasta que se complete", postura que también comparte el líder de la oposición Yair Lapid.
Territorios y ocupación
Durante 55 años se ha llevado a cabo una "ocupación de los territorios", desde la guerra de 1967, y actualmente entre el río Jordán y el mar Mediterráneo hay palestinos que viven bajo control militar israelí, sin democracia, sin libertad y sin cooperación. "Ésta es la raíz de todos los problemas", señaló Gershon Baskin. "Yenín es una zona donde están muy extendidos los asentamientos israelíes y donde hay un gran campo de refugiados, así como una gran presencia de activistas de todos los movimientos políticos", explicó el experto. “La gente está cansada, pero al mismo tiempo tiene más libertad para actuar, armarse y moverse. Naplusa es una gran ciudad, al norte de Cisjordania, rodeada por algunos de los colonos israelíes más radicales y extremistas. Pero la cuestión no es sólo "Yenín o Nablús", sino que abarca "todos los territorios ocupados" que están "a punto de estallar" debido a "la ira y la frustración" que impulsan "el aumento del activismo armado". Incluso en Yenín (donde el año pasado se produjo el asesinato de la periodista cristiana Shireen Abu Akleh) hay "muchas más armas en los alrededores, y la propia Autoridad Palestina parece tener menos control sobre la ciudad, en particular sobre el campo de refugiados". Se trata de un problema extendido y generalizado, la escalada armada cuenta con "un amplio apoyo en toda Cisjordania".
Por el contrario, el proceso político está estancado, no hay negociaciones ni perspectivas de cambio en el horizonte, la gente está frustrada y las nuevas generaciones no recuerdan la Segunda Intifada, mientras que los Acuerdos de Oslo son "historia antigua", sepultada en el tiempo. La violencia afecta también a las minorías, especialmente a los cristianos, cuyos líderes y dirigentes religiosos han denunciado reiteradamente un clima de intimidación y odio. "Son miembros de la ultraderecha, supremacistas judíos, racistas", subrayó Baskin, "que odian tanto a los cristianos como a mi persona, porque me consideran una amenaza para ellos como ellos lo son para mí". El Gobierno de Israel es rehén de los fanáticos porque Netanyahu "es débil y tiene que hacer frente a las protestas" por la reforma de la justicia y tiene que complacer al frente radical interno, sin el cual "todo se derrumba". También porque "en los últimos meses ha perdido apoyo popular y ya no lidera las encuestas: hoy ganaría Benny Gantz". El primer ministro fue astuto al derrocar al Ejecutivo anterior y "explotó a la extrema derecha para volver al mando, pero hoy es más débil".
Estados Unidos y China, irrelevantes
Según el activista israelí de origen estadounidense, la única potencia que podría intervenir es Estados Unidos, pero la administración del presidente Joe Biden no quiere hacerlo, entre otras cosas porque se acercan las elecciones. Ciertamente, en los últimos meses, la Casa Blanca ha enviado mensajes "fuertes", como el no invitar a Netanyahu desde que volvió al gobierno, y el mismo Secretario de Estado Antony Blinken fue "claro" sobre los asentamientos y la violencia de los colonos. Sin embargo, los estadounidenses, al igual que los mismos europeos -en una posición aún más débil-, hacen "sólo declaraciones, pero nada concreto en la práctica". En este clima tenso, los judíos estadounidenses hasta ahora han contribuido a legitimar la protesta contra la "desastrosa" reforma de la justicia, porque su impronta "liberal y democrática" los lleva a oponerse a las políticas de Netanyahu, pero "carecen de la fuerza necesaria para impulsar el cambio". En el extranjero, hay un "declive del apoyo a Israel" debido a "las políticas adoptadas por el Gobierno", mientras que en el lado palestino, Baskin habla de una "autoridad corrupta y envejecida a la que nadie puede sustituir". "Abbas controla las elecciones y gana", prosiguió, "y los propios estadounidenses se alegran de que siga en el poder porque, al fin y al cabo, es un moderado y se pueden coordinar con él las iniciativas de seguridad", pero esta realidad está destinada a cambiar con el tiempo.
"Estamos en un callejón sin salida, donde no hay alternativa y nadie le ganará al otro, en un marco de conflicto perpetuo y permanente a corto plazo, mientras que no se puede predecir su evolución a mediano plazo", señaló el activista. "La violencia continuará, la sangre reclamará sangre y cada vez habrá más muertos en los dos bandos", advirtió, ya que la violencia es funcional a la preservación del poder de los respectivos líderes, que justifican su autoridad en el enfrentamiento permanente. Por último está China, que últimamente ha incrementado su activismo diplomático en la región de Medio Oriente, como lo demuestra también su reciente mediación entre Teherán y Riad en el restablecimiento de sus relaciones. "Sin embargo, Beijing", concluyó Baskin, "no está en condiciones de negociar entre las partes y liderar el proceso de paz. En el fondo, China no está interesada en un acuerdo, sino que sólo quiere desairar a Biden y a Estados Unidos, que está perdiendo terreno como potencia en la región de Medio Oriente". En lo que respecta al conflicto palestino-israelí, la presencia del dragón no tendrá ningún efecto concreto, concluyó, sino que "es sólo un espectáculo" en el tablero de ajedrez mundial.
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