Asia: el cambio climático alimenta la amenaza del dengue y el riesgo de pandemia
Los esfuerzos realizados por distintos gobiernos y organizaciones internacionales para contener la propagación han sido en vano hasta el momento. La “fiebre rompehuesos” no tiene cura y la única prevención depende del control del mosquito Aedes. La situación más dramática se vive en Bangladés, en los campos de refugiados de los rohingya.
Bangkok (AsiaNews)- A pesar de los esfuerzos de los gobiernos y de las organizaciones nacionales e internacionales para combatir la propagación, el dengue sigue siendo una amenaza pero, aunque aumenta el número de casos, las muertes parecen estar disminuyendo. El monzón de verano que se está verificando en este momento empeora la situación porque exacerba las causas subyacentes: lluvias más intensas con mayor estancamiento del agua, drenaje a menudo insuficiente, especialmente en las ciudades, condiciones higiénico-sanitarias a menudo precarias y dificultad para acceder rápidamente a la atención médica en caso de una infección transmitida por el mosquito Aedes.
El incremento de las precipitaciones debido a los cambios climáticos y los períodos de lluvia más prolongados hacen que una patología que antes sólo estaba relacionada con la temporada de lluvias se esté convirtiendo en un riesgo durante todo el año y, según varios expertos, amenaza con transformarse en una pandemia global. La “fiebre rompehuesos” no tiene cura y la prevención pasa casi exclusivamente por la lucha contra el insecto portador y propagador, evidentemente difícil de erradicar.
El aumento de casos ha sido significativo desde 2020. Sólo en la India, los 32.000 contagios registrados en el primer semestre de este año duplican los del mismo periodo de 2023. Es probable que en la actual temporada de monzones se produzca un nuevo récord tras los 290 mil casos del año pasado, que a su vez superaron los 190 mil de 2022. Nepal, Bangladés y Sri Lanka muestran la misma tendencia, sometidos a monzones más fuertes y prolongados en el tiempo y con una urbanización que no respeta las precauciones necesarias en el medio ambiente superior a otras partes y sometidos a fenómenos atmosféricos que favorecen la difusión del contagio. En estos países también faltan o son inadecuadas las medidas que se toman para luchar contra la propagación de los mosquitos, como las fumigaciones que matan las larvas sin provocar a su vez la contaminación del suelo y el agua.
Otra zona particularmente sensible a la difusión del contagio por hembras de Aedes es el Sudeste Asiático, donde el dengue, que ya es endémico, parece estar disminuyendo ligeramente este año, pese a lo cual corre el riesgo de una progresión significativa en los próximos años. El menor número de casos registrados hasta ahora en la región por la OMS (a diferencia de los informes de las autoridades sanitarias locales, que en varios países son superiores) es en Vietnam, con poco menos de 19.000 y tres muertes. Hasta la fecha, el país más afectado es Laos, debido a su atraso y a un territorio que todavía se caracteriza por extensas selvas y abundancia de agua.
Sin embargo, la situación más dramática probablemente sea la de los campos de refugiados de Bangladés, superpoblados por cientos de miles de rohingyas que han huido de Myanmar y donde la densidad de población es apocalíptica. En los 33 centros viven 950.000 personas, que normalmente ya se encuentran en pésimas condiciones higiénico sanitarias y de vivienda. Indonesia, gigante demográfico regional, es actualmente el país con el mayor número de casos registrados en Asia, 91.201, y de muertes, 640, lo que supone un salto tres veces superior respecto al primer semestre de 2023. No obstante, la propia OMS admite que en muchas zonas sometidas al régimen monzónico los datos sobre los contagios y la mortalidad por el dengue son a menudo aproximados e incluso subestimados.
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