Argel, iglesia es demolida para hacer lugar a una mezquita. La hipocresía del islamismo
Se había establecido que la iglesia corría riesgo de derrumbarse. Es la enésima demolición de una iglesia en Argelia. Los islamistas defienden la libertad religiosa en Occidente, pero “destruyen las iglesias y las sinagogas allí donde tienen poder”.
Argel (AsiaNews) – Argelia, el país que nada ha aprendido de la guerra civil que conoció durante los años ’90 a causa del islamismo, provocando más de 200.000 muertos, hoy continúa hundiéndose en el radicalismo. Un islamismo querido y sostenido por el actual régimen político, para mantener a las personas dogmatizadas en la ignorancia. A fin de cuentas, la islamización es un proceso que jamás se ha detenido, tan sólo desaceleró su marcha, pero ya está instalado. ¿Y cómo es esto posible?
Este país, como ha quedado estipulado por su Constitución a través del artículo 36, garantiza la libertad de conciencia, y prevé la libertad de culto dentro de los límites marcados por la ley, si bien esto no sea indicado de manera explícita en el texto. Este país puede justificar todos sus actos anti-semitas o anti-cristianos a través de esta misma Constitución, visto que los artículos 2 y 10 establecen, respectivamente, que el islam es la religión de Estado, y que se prohíbe a las instituciones estatales accionar en contra de la moral islámica. Artículos que son totalmente contradictorios, y que representan fielmente el estado de esquizofrenia que atraviesa el país.
Esto es dicho porque, el 9 de junio de 2017, el Estado argelino procedió a la demolición de la iglesia católica situada en pleno centro de la ciudad de Sidi Mousa, a 25 km de Argel, valiéndose de la Asamblea comunal popular (APC). Una destrucción perpetrada a golpes de excavadora. Escenas que me han recordado la demolición de la iglesia católica que solía erigirse en el centro de Jijel, o el abatimiento criminal de la hermosa iglesia de una pequeña ciudad en la inmediaciones de Sidi Mousaa, en el centro de la ciudad, para ser reemplazada con un jardín que se asemeja a un comedero de elefantes, refugio para los sin techo y los desocupados de larga data, sin olvidarnos de los drogadictos… Una imagen que no puede sino seducir y provocar los celos de los locos de Daesh –el Estado islámico en Irak.
Las autoridades argelinas han encontrado un argumento muy superficial para justificar este acto anti-cristiano. Según las autoridades involucradas, la iglesia había sido marcada con un sello rojo por los servicios de control técnico que se desempeñan en el sector edilicio. La cuestión que legítimamente se plantea es que, tratándose de un edificio que corre el riesgo de derrumbarse: ¿por qué no fue restaurado y clasificado como patrimonio de la nación? Sin embargo, las declaraciones del intendente han sido de una claridad inaudita: él ha anunciado que sería inminente la construcción de una mezquita y de una escuela coránica en el mismo lugar. Semejantes declaraciones han generado mi indignación, si vamos al caso, tratándose de un acto que entra en la definición de la palabra “vandalismo”.
Por lo tanto, me permito trazar un nexo con la libertad de culto de la cual gozan los musulmanes en Occidente, y me pregunto: ¿si hubiese sido el intendente de París o de Roma el que hubiera destruido una mezquita para construir una iglesia, ¿qué habría pasado? ¡Los musulmanes sunitas estarían a los gritos frente a semejante escándalo e islamofobia!
Esta pregunta pone al desnudo la hipocresía de los islamistas y de sus dobles estándares. Defienden la libertad de culto en Occidente, para luego prohibirla en su propia casa y luchan para construir mezquitas en casa ajena, mientras destruyen las iglesias y las sinagogas allí donde tienen poder.
Por otro lado, el ministro de Asuntos religiosos argelino ha quedado paralizado ante este acto inadmisible perpetrado contra los cristianos argelinos. Es un proceso de islamización que no se anuncia por su nombre. Pero, como ya hemos dicho, la única diferencia entre Daesh y los musulmanes sunitas es que los primeros pasan a la acción sin hipocresía, mientras que los segundos son pasivos, pero se pueden activar en cualquier momento.
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