En el aniversario del incidente de Mukden en 1931, un niño de 10 años fue atacado por un hombre a 200 metros de la escuela en la ciudad de la high-tech. En junio murió una mujer china cuando intentó detener una agresión similar. Hiroshi Moriya, portavoz del gobierno de Tokio: colaboración con las autoridades chinas para "proteger a los ciudadanos japoneses".

Roma (AsiaNews)- Alrededor de las 8 de esta mañana un hombre chino de 44 años, que se encuentra detenido, atacó con un cuchillo a un niño japonés de 10 años, a unos 200 metros de su escuela primaria en Shenzhen, en la provincia de Guangdong, al sur de China. Las autoridades chinas informaron que el estado de la víctima - que fue trasladada inmediatamente al hospital - es estable, y el portavoz del gobierno japonés, Hiroshi Moriya, confirmó también que el atacante había sido arrestado. La embajada japonesa emitió un aviso después del ataque, señalando que las agresiones de este tipo están muy difundidas en toda China y puso en guardia a los ciudadanos japoneses sobre cualquier persona sospechosa. Este hecho ha ocurrido en el día en se cumple el 93 aniversario del "incidente de Mukden", que dio comienzo a la invasión japonesa de Manchuria en 1931.

No se trata entonces de un caso aislado. El nacionalismo chino generalizado y la larga lista de hostilidades entre los dos países, que se arrastra desde la Segunda Guerra Mundial - incluyendo reivindicaciones territoriales y marítimas - forman el marco dentro del cual se debe interpretar esta violencia. El pasado mes de junio Hu Youping, una mujer china de 54 años conductora de autobús, murió apuñalada en Suzhou, provincia de Jiangsu, cuando intentó detener a un hombre que atacaba a una madre japonesa y a su hijo en edad preescolar en una parada de autobús. Los dos sobrevivieron, con heridas leves. "En nombre del gobierno y del pueblo japonés, quiero expresar mi más profundo respeto y mis más sinceras condolencias por la valiente acción", dijo a los periodistas el embajador japonés en China, Kenji Kanasugi, y subrayó la importancia de la colaboración con las autoridades chinas para garantizar la seguridad de los ciudadanos japoneses que viven en China.

También ha contribuido al deterioro de las relaciones entre ambos países, e hizo aumentar las tensiones xenófobas, la prohibición que impuso Beijing el año pasado de importar cualquier producto pesquero de Tokio, tras el vertido al mar del agua de refrigeración utilizada en la central nuclear de Fukushima. La medida fue ampliamente respaldada por la retórica nacionalista china, a pesar de que no existían indicadores científicamente probados de peligro para la salud de los consumidores. Estas prohibiciones también tuvieron un impacto significativo en las relaciones comerciales entre los dos países: en 2022, el valor de los productos japoneses enviados a China superaba los 900 millones de dólares.

Este clima está colocando a los ciudadanos japoneses que viven en China en una posición de extrema alerta e inestabilidad. Sobre todo en aquellos lugares donde hay una alta concentración. En la zona de Shenzhen, por ejemplo, hay muchos japoneses, porque es la sede de empresas de ese país del sector tecnológico. Y no es casualidad que este último ataque se haya producido el mismo día en que se recuerda la ocupación de Manchuria, cuya memoria todavía sigue viva y alimenta el nacionalismo. Esta mañana Moriya reiteró durante una rueda de prensa que "para proteger a los ciudadanos japoneses hemos pedido a las autoridades chinas que se tomen medidas preventivas y compartan información detallada".

 

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