27/08/2024, 17.30
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Al Sabaileh. El 'frente libanés' de Hezbollah y el Irán de Pezeshkian

de Dario Salvi

El estudioso jordano hace notar a AsiaNews el grado de "autonomía" con el que actúa Nasrallah, que ha transformado al Líbano en "primera línea" para proteger los intereses de Teherán. Las milicias apoyadas por la República Islámica en los distintos países de Oriente Medio están al servicio de la estrategia del caos. Pezeshkian es el rostro "dialogante" con Occidente para aliviar las sanciones.

 

Milán (AsiaNews) - "Hassan Nasrallah reiteró que será él quien responda a los ataques y no Irán, marcando una cierta autonomía" y evitando al mismo tiempo "arrastrar a Irán a un enfrentamiento con Israel, que sería uno de los objetivos del primer ministro Benjamín Netanyahu". Hezbollah ha transformado al Líbano "en la primera línea de esta confrontación" para "proteger a Irán y eliminar la amenaza sobre él", señala a AsiaNews el profesor y analista geopolítico jordano Amer Al Sabaileh, especialista en cuestiones mediorientales, seguridad internacional y política de procesos de paz en zonas de crisis. El estudioso, nacido en Ammán y licenciado en Lenguas y Literaturas Modernas, colabora con diversos medios internacionales, entre ellos The Jordan Times.

Como especialista, Al Sabaileh ha desarrollado numerosos estudios estratégicos, profundizando en diversos ámbitos de la guerra y el terrorismo, desde el norte de África hasta Oriente Medio. Ocupa el cargo de director general del Instituto de investigación de riesgos geopolíticos “Triageduepuntozero” y es presidente del Centro de Estudios - Security Languages - Council for counter terrorism studies, desde cuyo observatorio analiza los distintos focos de tensión en la región. En este contexto, destaca el papel de las milicias que Teherán ha utilizado, desde el Líbano hasta Yemen, para alimentar la tensión o perseguir sus propios objetivos, entre ellos el cerco de Israel. En el frente interno, cree que la victoria del candidato presidencial reformista no traerá cambios significativos. A continuación, nuestra entrevista con el académico y experto jordano:

Prof. Al Sabaileh, ¿qué valoración se puede hacer del nuevo gobierno de Irán? Más allá de la victoria electoral de un presidente "reformista", ¿el ala radical conserva el poder en los puestos clave?

Se piensa que un Irán con rostro "reformista" podría conducir a un cambio y a un acercamiento con Occidente. Eso es lo que ha ocurrido en los últimos 20 años, desde [Seyyed Mohammad] Khātami hasta [Hassan] Rouhani, y lo mismo se puede decir de las últimas elecciones que llevaron a la presidencia a Masoud Pezeshkian. Sin embargo, hay muchas dudas sobre su capacidad real para lograr cambios serios en la política iraní. Más bien, parece un recurso "táctico" de Irán para pasar a una nueva fase: por ejemplo, ahora la presión sobre Teherán es altísima, Israel busca a toda costa una confrontación con Irán. Por eso no se puede hablar de cambio, sobre todo si se analiza la presidencia de su antecesor Ebrahim Raisi, con el cual el país avanzaba hacia una radicalización progresiva. No es plausible ningún cambio serio, daría la impresión de que está intentando volver a la fase anterior - interrumpida - de negociaciones con Occidente, bajo Rouhani, para suavizar el impacto de las sanciones. Pero no se puede leer este cambio sin relacionarlo con los acontecimientos regionales, el enfrentamiento con Israel y el cambio de la política estadounidense hacia Irán, empezando por la cuestión nuclear. Teherán se ve obligado a realizar este gesto táctico para no dar a Israel la oportunidad de hacer pasar a Irán como una amenaza constante para Occidente y responsable de una posible confrontación a escala global.

Dentro del gobierno hay algunas figuras con un perfil diferente al del pasado reciente, por ejemplo el ministro de Relaciones Exteriores Abbas Araghchi, que ya es una figura autorizada en las negociaciones nucleares. ¿Qué papel pueden desempeñar? 

El cambio también debería pasar por el equipo que acompaña al presidente para mostrar que los reformistas tienen roles de primer plano en el gobierno. En realidad, una figura reformista clave como [Mohammad Javad] Zarif, que fue el verdadero artífice de los acuerdos nucleares, sólo estuvo unos días [y después renunció, ndr.] y eso demuestra que el cambio en Irán sin duda no es radical ni afecta a los fundamentos. Las personalidades que ahora se nombran pueden dar la impresión de tener un vínculo con el mundo reformista, pero debemos ser muy cautelosos y evaluar los objetivos reales del gobierno. Sin duda la elección del Ministro de Relaciones Exteriores es simbólica, porque era el jefe de la delegación para las negociaciones nucleares y por lo tanto el mensaje parece ser el de volver al terreno de la negociación, de la apertura para intentar que haya menos presiones y sanciones. Pero después de las experiencias del pasado es difícil considerarlo como un verdadero cambio. Al mismo tiempo debemos evaluar la capacidad de contener las políticas agresivas de Irán en la región y la capacidad de frenar el control de los halcones y los Pasdaran, su influencia en la política interna y exterior. Sigue siendo un escenario abierto, aunque el pasado deja pocas esperanzas: parece más bien una táctica temporal para evitar los riesgos de una escalada regional y los temores por un posible regreso de [Donald] Trump a la presidencia de Estados Unidos. Creo que el objetivo es utilizar los últimos meses de la presidencia de Joe Biden para llegar a un acuerdo que limite la capacidad de Estados Unidos de atacar a Irán en los próximos cuatro años de una posible futura administración republicana con políticas más agresivas hacia Irán.

En el plano interno, en Teherán la represión y el número de ejecuciones han alcanzado niveles récord. La política exterior está marcada por muchas tensiones a nivel regional. ¿En qué ámbitos podrá marcar cambios el nuevo Ejecutivo?

El desafío iraní hoy es muy difícil porque, en primer lugar, debe salir de la retórica del simbolismo. Cuando era Ministro de Salud, Pezeshkian hizo un gesto importante al negarse a firmar los informes médicos de los activistas que murieron por torturas. Y eso lo obligó a renunciar. Leerlo hoy como una señal sobre la represión interna en Irán podría representar una buena señal de partida, pero creo que su capacidad para convertir el acto simbólico en medidas concretas es el verdadero desafío. Y lamentablemente, evaluando la situación de los últimos años con Raisi y el aumento de los halcones en todos los puestos clave del Estado, surgen muchas dudas sobre su capacidad de cambio. Lo mismo ocurre con la salida de Zarif, que demuestra que el intento de promover la cara moderada no ha funcionado, mientras que los extremistas tienden a radicalizarse cada vez más.

¿Cuál es el papel actual de Irán en el tablero de Oriente Medio? ¿La guerra con Israel es una amenaza real?

Sin duda Irán es uno de los principales protagonistas de la política de Oriente Medio. Es el arquitecto del caos en la región. Teherán siempre ha pensado en extender su presencia a través de las milicias, y eso ha funcionado muy bien en el Líbano, Irak y Yemen, y sigue funcionando en Siria. El concepto que maneja Irán es la construcción del caos: después de todo, la guerra, la inestabilidad en esta región, está vinculada a la presencia de todas esas milicias. Quienes las patrocinan y apoyan son "los arquitectos del caos", y la fuerza de esas milicias en los distintos países es esencial para el objetivo de Irán a largo plazo de de someter a Israel al "triángulo de la amenaza" que va desde Gaza hasta el Líbano y Cisjordania. Por eso ha decidido patrocinar milicias en Cisjordania y convertir a Jordania en un centro de contrabando de drogas y armas... Teherán siempre encuentra su espacio y su función en este contexto de inestabilidad, y por eso no podemos considerar marginal el rol de Irán.

¿En qué medida pesa la debilidad de la comunidad internacional en la escalada regional? ¿Y qué factor podría ser decisivo para determinar el regreso a la mesa de negociaciones?

La comunidad internacional es débil, ausente. Durante muchos años hizo la vista gorda favoreciendo el crecimiento de estas milicias y las políticas iraníes que alimentaron su fuerza. Hoy se encuentra ante una situación crítica, en la que carece de herramientas para afrontar la realidad, indecisa y vacilante. Esto es particularmente evidente en Yemen, donde la comunidad internacional se puso en contra de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) en su guerra contra los hutíes, impidiendo la última batalla en Hodeidah en 2016, y aplicando sanciones contra Riad y Abu Dabi. Hay que revisar lo ocurrido analizando las políticas del ex presidente estadounidense Barack Obama, que, de hecho, permitieron el crecimiento de las milicias en Yemen. A esto se suma la política iraní que, mientras llevaba la máscara del reformismo cuando hablaba con la comunidad internacional sobre el acuerdo nuclear, apoyaba por otro lado al general Qasem Soleimani para reconstruir las milicias, haciéndolas cada vez más fuertes. Hoy, después del 7 de octubre, Israel se enfrenta a una realidad en la que debe luchar contra estos grupos que representan, desde una perspectiva iraní, el concepto del último enfrentamiento, de la última batalla contra Israel. Por eso hoy el propio Israel siente el deber de atacar individualmente a los distintos frentes, de norte a sur, para protegerse de una nueva amenaza. La comunidad internacional observa los resultados del crecimiento en los últimos años de estas milicias con los arsenales de Hamás, Hezbolá y los hutíes, que también son capaces de crear graves perturbaciones a la navegación marítima y al comercio internacional. Por eso es una necesidad imprescindible volver a la mesa de negociaciones. Pero también hay que tener en cuenta la presencia de las milicias, las armas de que disponen, que suponen una amenaza para la estabilidad en cualquier momento.

¿El nuevo gobierno de Teherán podrá cambiar el equilibrio de poder y las relaciones con Hezbollah?

Es difícil que Teherán cambie su relación con Hezbollah, porque es el bastión de su presencia en Oriente Medio. Es lo que se considera el brazo operativo de Irán, en el que ha invertido durante muchos años y del que no se puede desvincular. Además, hay que considerar que Hezbollah no es sólo una milicia armada sino también un partido político representado en el Parlamento, y por tanto forma parte del tejido social libanés. Esto significa que Irán ha conseguido entrar en el Líbano como protagonista permanente y es difícil que abandone a Hezbolláh, que tome distancia de él, aunque no pueda dejar de enviarle armas. Sin embargo, también cabe señalar que en uno de sus últimos discursos Hassan Nasrallah recordó que es él quien responderá a los ataques y no Irán, marcando una cierta autonomía. Y también de esa manera evitar arrastrar a Irán a un enfrentamiento con Israel, que es uno de los objetivos del primer ministro Benjamín Netanyahu. Hezbollah ha convertido al Líbano en la "primera línea" de esta confrontación, para proteger a Irán  y alejar la amenaza de él.

Desde la perspectiva jordana, ¿cómo ve las crecientes tensiones en Oriente Medio y, sobre todo, en qué nivel se encuentran las relaciones entre Ammán y Teherán?

Jordania teme que la escalada de este conflicto pueda desembocar en una guerra regional, con riesgos y consecuencias para todos. Desgraciadamente desde el punto de vista geográfico Jordania se encuentra en el medio y esto también fue evidente el pasado mes de abril cuando Irán decidió responder a Israel violando el espacio aéreo jordano. Ammán forma parte del comando central estadounidense; tuvo que responder pero comprendió inmediatamente que un enfrentamiento como ese acabaría teniendo consecuencias gravísimas. Además, está la agresiva política iraní de atacar Jordania y establecer bases de milicias en el sur de Siria para alimentar el contrabando interno de drogas y armas. Por eso ahora la idea del gobierno de Ammán es eliminar el conflicto y no mostrar ningún signo de hostilidad hacia Teherán, pero dejando claro que su territorio debe ser respetado. En definitiva, creo que el mensaje ha sido claro y fue recibido, con mayor razón ahora, con la llegada de los reformistas, haciéndoles entender que el país debe ser salvaguardado. Aunque su ubicación no ayuda a Jordania y existe el riesgo de que la situación degenere. Por su propia seguridad, Jordania está dispuesta a todo, incluso a hablar con Irán para evitar el escenario de una guerra regional.

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