A un año del sismo, miles de sobrevivientes tienen como refugio tiendas o ramas de árboles
Demasiado lentas las operaciones de reconstrucción. La gente sobrevive en el hambre y en el frío. Quien puede, pide un préstamo, con altos intereses, para reconstruir las casas. Las divisiones políticas y los privilegios de los cuadros del partido vienen antes de todo. El bloqueo y la vigilancia sobre las Ong para evitar “proselitismos”.
Katmandú (AsiaNews)- A un año exacto del terremoto, toda la nación recuerda las 8961 víctimas, pero pocos se ocupan de los miles de evacuados que aún ahora no tienen una casa o un techo donde vivir.
El potente terremoto de magnitud 7.9 destruyó las habitaciones de algunos millones de personas, que hizo daños a al menos a otros ocho millones de personas. Todavía hoy miles trabajan y sufren por un poco de comida o un techo donde cobijarse.
A su tiempo el gobierno había pedido a la comunidad internacional apoyar las operaciones de salvataje y la distribución de artículos de primera necesidad, pero ahora no permite a ninguna organización dar una contribución voluntaria sin el permiso de las autoridades. La mayor parte de las víctimas vive todavía con la comida y las cosas que les dieron las organizaciones caritativas.
Mientras tanto, la oficina para la reconstrucción, formado por el gobierno para trabajar después del terremoto, no se movió para encontrar a la gente y para recoger los datos sobre su situación y sus necesidades.
Rajani Gurung perdió a su marido y sobrevive con sus tres hijos en Barpak, en el distrito de Gorkha (donde fue el epicentro del sismo). Su “casa” es un árbol: Yo y mis tres hijos- nos dice- vivimos bajo un árbol como refugio temporáneo. Antes vivía al aire libre, en los campos, pero el gobierno nos lo prohibió. Yo no tengo ni un poco de tierra, por lo cual me toca vivir aquí. Y agrega: “escuché que el gobierno ofrece préstamos fáciles para la reconstrucción, pero, ¿cómo se hace para creerles? Hemos vivido como miserables para todo el invierno y la estación de las lluvias”. Y llorando explica: “El pasado invierno había una lluvia intensa y nieve. El techo provisorio de mi refugio se voló con el viento. Y así hemos sobrevivido estando bajo este árbol y estas ramas. Por días no tuvimos nada de comida; mis hijos lloraban…Yo no tengo dinero para construir una casa nueva, así que debo esperar la respuesta del gobierno, pero no tengo tanta esperanza”.
Salina Tamang, de veintiséis años, madre de dos hijos, del distrito de Sindhupalchowk cuenta: “Mi marido está en Arabia saudita como trabajador migrante. Por un año yo y mi hijito, casi recién nacido, hemos vivido bajo una tienda. El gobierno por ahora nos ha dado veinticinco mil rupías: quince mil para construir un alojamiento temporáneo, diez mil para comprar ropa adecuada para el invierno. Pero ese dinero no es nada. Mi hijo, el más grande dejó de ir a la escuela porque yo no tengo dinero para pagar la cuota mensual. Mi marido trabaja mucho y así nos está nutriendo. Caritas Nepal me dio comida y hasta una tienda”. Las críticas hacia el gobierno llegan rápidamente: “Los líderes políticos nos dan sólo falsas aseguraciones y cuando hay algo para distribuir, ellos comienzan ante todo por sus cuadros. Cuando los cuadros y los responsables locales tienen lo suficiente, entonces viene nuestro turno… Hemos vivido así por un año entero; ahora esperamos que el gobierno nos ayude a construir las casas antes que llegue el nuevo monzón”.
“Digamos que el gobierno no estaba para nada preparado para el desastre. Y temo que este no sea capaz de enfrentar ninguna prospectiva. Quizás esto depende de las divisiones y de las polarizaciones políticas: es la opinión de Rameshwor Dangal, responsable de la División de los Desastres al Ministerio del Interior. Él recuerda que con el sismo de hace un año se tuvieron además más de treinta mil temblores de asentamiento, de los cuales cuatrocientos eran de magnitud 4. El jefe de la oficina, Lok Bijaya Adhikari, hace notar que los afectados- en modo parcial o total- fueron más de un millón de casas con un daño calculado por el gobierno por unos siete millones de dólares estadounidenses.
Quien puede en algún modo un préstamo, no espera en la ayuda del gobierno Krishna Prasad Pandey, un sobreviviente de Bidur-1, del distrito de Nuwakot, afirma haber pedido un préstamo al Nepal Bank Limited. “Estamos de hace un año en una cabaña. ¡No podemos esperar más!”.
De por sí, la Autoridad para la reconstrucción nacional (National Reconstruction Authority, NRA) abrió una oficina en el distrito, pero el trabajo tarda en iniciar a causa de la falta de personal. Para Radhika Ghale, de Bidur-3, la NRA no demuestra ninguna eficiencia.
Sabita Thapa, otra sobreviviente, recibió un préstamo para construir su casa. Pero dice que no hay préstamos fáciles. “Si bien el gobierno haya anunciado préstamos fáciles, nosotros estamos obligados a pagar una alta tasa de interés (el 10%).
Sushil Gynwali, jefe de la NRA, explica. “Las divisiones políticas y los atrasos no nos han permitido adelantar nuestro trabajo. Pero ahora nos estamos moviendo bien y pronto podremos llevar nuestro apoyo a todas las víctimas”.
Sobre las prohibiciones a las organizaciones caritativas, Gyanwali dice: “No hemos prohibido a ninguno; por el contrario queremos un claro compromiso por parte de las Ong y de las organizaciones caritativas. Ellos no son libres de ir a cualquier parte y trabajar. Nosotros les pedimos a ellos que reciban nuestra aprobación sobre los objetivos expresos con claridad, bajo nuestra vigilancia y supervisión”.
Y agrega: “hemos tomado esta decisión, dado que muchos indios criticaban a las organizaciones cristianas, que según ellos convierten a la gente en cambio de ayudas. Hasta ahora seis Ong ha obtenido el permiso para trabajar”.
08/06/2016 13:05
22/04/2016 14:53