A fines de agosto, un encuentro entre Kirill y Bartolomé buscará la paz ortodoxa en Ucrania
El Patriarca de Moscú viajará a Constantinopla el 31 de este mes. El tema a tratar será la auto-cefalia (independencia) de la Iglesia ortodoxa de Kiev. Si bien el pedido provino solamente del presidente ucraniano, lo cierto es que cuenta con el apoyo de los ortodoxos de Ucrania y de los greco-católicos. Se anuncia una victoria para Bartolomé I, que tiene un “primado de honor” entre los ortodoxos.
Moscú (AsiaNews) - Kirill (Gundjaev), el patriarca ortodoxo de Moscú, viajará el 31 de agosto, a fin de realizar una visita a Bartolomé (Archontonis), patriarca ecuménico de Constantinopla. Así lo comunicó la secretaría del Santo Sínodo de Constantinopla: “Durante la visita –se afirma en la nota- se tratarán varias cuestiones de interés común”. Como pudo saberse, no hay dudas de que el principal objetivo de la visita es aclarar de manera definitiva la cuestión de una posible auto-cefalia de la Iglesia Ortodoxa ucraniana, actualmente bajo la jurisdicción de Moscú.
En julio de este año, una delegación del Patriarcado ecuménico viajó a Moscú para reunirse con el patriarca Kirill, luego de realizar una serie de visitas a otras Iglesias Ortodoxas. Son 14 las Iglesias auto-céfalas que Constantinopla reconoce en el Oriente Medio, en los Balcanes y en Europa oriental, además de algunas Iglesias no-reconocidas o bien reconocidas solamente por algunas otras iglesias. Hasta ahora no está claro cuál será el rumbo que Bartolomé tomará con respecto a Ucrania, y tampoco se sabe cómo habrán de inclinarse la mayoría de las opiniones de los jerarcas ortodoxos.
El pedido de obtener la auto-cefalia elevado por la Iglesia nacional, de modo de despegarse completamente de Moscú, fue presentado al Patriarcado ecuménico en el mes de abril, por parte del Parlamento ucraniano y el presidente Petro Poroshenko, sin una intervención explícita de ningún obispo ortodoxo del país. De todas maneras, es bien sabido que los sostenedores de la independencia no se ciñen exclusivamente a los ortodoxos de la Iglesia no canónica del patriarca Filaret (Denisenko), que se apartó de Moscú en el año 1992, sino que también hay muchos obispos, sacerdotes y fieles de la jurisdicción moscovita que están a favor de ello. También se plegarían a la autonomía de la Iglesia nacional algunos miembros de otras pequeñas comunidades ortodoxas, e incluso algunos greco-católicos ucranianos.
La parte fiel a Moscú está representada por más de la mitad de los ortodoxos ucranianos, guiados por el metropolita de Kiev, Onufrij (Berezovskij). En realidad, Onufrij no está sometido al patriarca de Moscú -habiendo sido electo por el Sínodo ucraniano de manera independiente- y si bien participa en el sínodo moscovita, el mismo se reserva el derecho de aprobar o no sus decisiones. La figura de Onufrij es muy apreciada por el equilibrio que ha mostrado en la disputa entre las Iglesias, y una posible solución sería la aprobación conjunta de su nombramiento como patriarca por parte de Moscú y Constantinopla.
En realidad, el patriarca de Moscú espera obtener una confirmación de su custodia sobre Ucrania, que representa una parte importante y considerable de toda la Ortodoxia rusa. El hecho de que haya decidido viajar a Estambul marca de alguna manera una victoria de Bartolomé, que puede expresar su “primado de honor” al recibir al jefe de la Iglesia moscovita, su “hija”. El último encuentro entre los dos fue en enero de 2016, en la sede del patriarcado ecuménico en Suiza, situada en Chambésy, durante la Asamblea de los responsables de las Iglesia ortodoxas auto-céfalas (foto 1).
Un mes después de esa asamblea, se celebró el histórico encuentro entre Kirill y el Papa Francisco, en la ciudad de La Habana, evento que otorgó al patriarca ruso un especial rol de primacía “diplomática” en el panorama del cristianismo mundial: en junio de ese año, Kirill hizo fracasar el primer Concilio Pan-ortodoxo de la historia, al negarse a viajar a Creta para así demostrar su solidaridad con los búlgaros y los georgianos. Bartolomé fue obligado a presidir un Concilio reducido a la mitad, demostrando su debilidad frente al hermano moscovita.
Kirill ya había viajado a Constantinopla en julio de 2009, tras ser electo para ocupar el trono patriarcal, y Bartolomé le devolvió la visita al año siguiente (foto 2). Más allá del histórico antagonismo entre los dos principales exponentes de la Ortodoxia a nivel mundial, el próximo encuentro tendrá que sortear definitivamente las contradicciones de este período, y podría dar inicio a una nueva estación de renacimiento ortodoxo para todas las Iglesias.
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