El don de los jóvenes católicos árabes: Permanecer en Oriente Medio, para “marcar la diferencia”
En Jamhour, los padres jesuitas reunieron a un grupo de 350 jóvenes sirios, iraquíes, egipcios, jordanos y franceses. Se invita a los chicos a establecer un nexo entre la fe y el compromiso social. Los participantes encuentran modelos de acción y se sumergen en situaciones concretas. Ponentes: “El alivio de Occidente podría terminar siendo una carnada”.
Beirut (AsiaNews) – El verano que nosotros venimos arrastrando para ellos es una aventura de solidaridad, Son más de 350 jóvenes, bajo la guía de la Compañía de Jesús, que han optado por “la mejor parte”: la del don de sí. Porque “hay mayor felicidad en dar que en recibir”. Organizada por la provincia jesuita del Oriente Medio, hace dos días se inauguró un evento regional para jóvenes (JRJ, 27 julio - 4 agosto) en el Collège de Jamhour, gracias al apoyo de la Obra de Oriente, que cuenta en el lugar con una docena de voluntarios provenientes de Francia, Egipto y del Líbano. También está presente la televisión católica francesa KTO. “Permanezcan en Oriente, marquen la diferencia, ya que de su paz depende vuestra paz”, es el tema profundo de esta JRJ, que bien merecería contar con mejores medios y condiciones logísticas.
En el evento participan jóvenes sirios, iraquíes, egipcios, jordanos y franceses cuyas edades van de los 18 a los 30 años. Los palestinos no pudieron obtener una visa de ingreso y los libaneses “realmente no respondieron a la llamada”. Es lo que afirma el Pbro. Gaby Khairallah sj, uno de los organizadores de esta sexta edición de un encuentro cuyo eje central es ayudar a los jóvenes a establecer una nexo entre su fe y el compromiso por la ciudad y por el mundo. Testigos a veces olvidados, chicos y chicas franceses se ocupan de los pequeños grupos donde se comparten experiencias y los jóvenes árabes de varios países hablan y se cuentan sus verdades.
Marcar la diferencia
El domingo estuvo dedicado a la exposición de acciones que han “marcado la diferencia” por parte de 15 personalidades de la sociedad civil libanesa y árabe, que contaron a los jóvenes sus experiencias.
En particular, en esta larga jornada participaron -tanto en el sofocante anfiteatro del pequeño instituto, como en las aulas donde, por la tarde, los jóvenes se distribuyeron en grupo de quince o veinte- el P. Nawras S.j. de El Cairo; Souraya Bechaalani, secretaria del Consejo de la Iglesias del Oriente Medio; Melhem Khalaf, vivaz líder de Offer-Joy; Nour Matti, “historia de éxito” de la radio, en la provincia de Erbil; Anis Issa, protagonista egipcia de la acción ecuménica; Roger Khairallah, líder libanés de la Fundación Raoul Follereau; Shahad el-Khoury, estrella femenina de la estación de radio de al-Salam, en Erbil, Irak; Pascal Maguesyan, project manager francés de Mesopotamia Foundation, un proyecto para salvar un patrimonio cultural inmemorable.
También estuvieron presentes los líderes de la asociación Laboram, un nexo -que se ha vuelto imprescindible- entre los jóvenes cristianos y el servicio civil; Philippe Adaïmi, el dinámico promotor de Trade Lebanon en el campo de la producción rural y el mercado; el Hope Center de Alepo, especializado en microproyectos y en el sostén de las familias; la fundación americana Etti para la formación de líderes; el Pbro. Youssef Sadek, un experto en evangelización a través del teatro, la exploración de sí a través de la exteriorización teatral, que la noche anterior había presentado un espectáculo de su creación, un drama sobre el amor y el compromiso.
Todos estos modelos de acción - basados, ante todo, en un encuentro profundo y personal con Cristo- fueron propuestos para alentar a los jóvenes que quieren creer en el futuro de su país y llevar adelante una labor en ambientes comunitarios y humanitarios, ampliar su visión, mostrar que algo es posible y que su grano de sal es esencial para dar sabor a sus respectivas sociedades y a una vida que, de otra forma, no tendría más sabor que el del derrotismo, la pasividad y la despedida. ¿Y a dónde ir? Porque el alivio de Occidente podría terminar siendo una carnada, como han advertido algunos ponentes. Allí también hay millones de personas sin techo, pero que carecen del refugio de un significado en la vida y con una Seguridad social que no pueden paliar la situación.
La paz que supera todo entendimiento
Sobre estos temas se dijeron cosas esenciales hace dos días. Una de las más coherentes fueron las palabras de Anis Issa, un hombre de confianza de Tawadros II, el Papa de los coptos. Él habló de “la paz de Cristo que supera todo entendimiento” y fue capaz de recoger, en su acción, todos los legados cristianos de su vida siendo joven, cuando creció en ciudades que en otro tiempo supieron ser cosmopolitas, como Alejandría y Port Saïd, llevando todas las tradiciones coptas, ortodoxas, católicas y evangélicas. “Tomen la iniciativa”, dijo a los jóvenes, “reúnan a una comunidad en torno a ella; ignoren éxitos y fracasos y cuenten con Dios para sus frutos; trabajen en la Iglesia y olvídense de las jerarquías; hablen a todos, de hombre a hombre, y ellos terminarán escuchándolos”.
Los dolorosos interrogantes de los jóvenes no siempre obtuvieron una respuesta. Y esto, por una buena razón: ¿qué se puede decir a una joven siria de Alepo, cuando afirma, tímidamente, que la guerra le fue impuesta a su pueblo: que todo lo que el conflicto reveló fue la incapacidad de la gente para cambiar algo, a la espera de que todo ello “acabe”?
En triunfalismo de aquellos que lo han logrado, sin importar cuán meritorios sean los sacrificios y la pasión invertidos en la reconstrucción de Irak, es algo sobre lo cual no puede generalizarse. Noor Matti tuvo éxito en Erbil, pero ¿qué sabe este joven criado en los Estados Unidos, adonde sus padres huyeron a toda prisa, escapando de la destrucción de la guerra? Para él, todos los jóvenes árabes pertenecen a la misma nación. ¡Un momento! Es cierto; algo une a estos jóvenes; por empezar, sus problemas y sus preguntas profundas, sin mencionar las relaciones con el islam. Pero no se puede barrer con todas las peculiaridades con una mera exhortación sobre la pasión al actuar; y tampoco borrar los años pasados en refugios, formando hileras y las privaciones.En cada situación, están sus posibilidades y sus esperanzas.
Ante una encrucijada
A partir de hoy, la reunión contará con momentos para sumergirse en situaciones concretas. Algunos jóvenes irán al Holy Valley, en tanto otros estarán en un centro de asistencia y formación profesional para discapacitados en Bickfaya; otros, en cooperativas o misiones del centro jesuita de Taanayel, etc. En pequeños grupos, tendrán que hacer un “experimento” partiendo del nombre de la experiencia de desorientación espiritual y humana, por la que cada jesuita debe pasar antes de “volver a encontrarse”. En este caso, será un “mini-experimento”. Hacia el fin de la semana, habrá un momento de “re-lectura”, de repaso.
El mundo árabe se encuentra “ante una encrucijada”, y con él, el mundo entero. Algunos dicen que al islam le queda un siglo para reformarse o desaparecer. La globalización es la conciencia de que la humanidad es una sola cosa, y que el calentamiento global o el agotamiento de determinados recursos naturales, situaciones en las que culmina el capitalismo salvaje, impactarán en el planeta entero. En esta situación crítica, los días organizados en Jamhour, además de ofrecer soluciones practicables a nivel local, también proponen una solución espiritual definitiva. Consiste en “dar la vida” por los que amamos, como, de hecho, hicieron estos dos grandes mártires: el P. Franz Van der Lugt, martirizado en Alepo en el 2014, y Nicolas Kluiters, cuya sangre fue derramada en la Bekaa en la guerra, en 1985. Ambos murieron por haberse negado a abdicar.
30/11/2017 13:16
20/09/2018 16:48
21/07/2023 17:08