Prófugos yazidíes, el riesgo de un genocidio
Zakho (AsiaNews)- Hassan, 15 años, no dice una palabra. En el viento helado del norte del Kurdistán, está vestido con una parca liviana sobre un pullover, los labios violetas por el frío, entre la nieve y el barro. Por él habla su "tío", Bashar, de 36 años, el jefe del grupo de los yazidíes hospedados cerca de la parroquia de Nuestra Señora de Khamik, un pueblo casi totalmente cristiano sobre las orillas del río que separa Turquía de Siria.
Hassan es el único miembro de su familia que seguramente está vivo: de su padre, de su madre, de sus hermanos, hermanas no se sabe nada de hace meses. Él y su familia eran del pueblo de Tal Afar, donde vivían en paz junto a los musulmanes suníes. Ante las primeras noticias que los milicianos del Estado islámico estaban por conquistar el pueblo, de noche Hassan escapó, pero perdió contacto con el resto de sus familiares. En su grupo había también tres mujeres no casadas. Tampoco de ellas se sabe nada. "Con toda probabilidad- nos dice Bashar- fueron raptadas por el Isis, violentadas o asesinadas".
El odio del Isis por los yazidíes es aún más fuerte que hacia los cristianos. A éstos se les ofreció la posibilidad de convertirse o de pagar la jiziya (el impuesto de los "protegidos" del islam), los yazidíes son una mezcla de zoroastrismo, influencias cristianas y musulmanas- a éstos últimos se les ofreció sólo el exterminio, para "purificar" la tierra del islam del paganismo. Hacen sólo excepciones con las mujeres. Las más jóvenes son casadas con los milicianos, que las embarazan rápidamente, las más viejas son usadas como esclavas y prostitutas para satisfacer las necesidades sexuales de los milicianos. Una mujer, que escapó de donde la tenían secuestrada, cuenta que fue violentada por 20 hombres del Isis en un solo día. Algunas de ellas, para no sufrir estas humillaciones, se suicidaron.
Bashar cuenta las peripecias de su familia: "En los primeros días de agosto, habíamos entendido que estaba llegando el Isis y escapamos hacia el monte Sinjar. Permanecimos allí por 5 días. Luego escuchamos noticias que los milicianos se habían retirado y tratamos de volver al pueblo. Cuando volvíamos han comenzado a dispararnos y volvimos al monte, sin agua ni comida"
Por diverso tiempo, la montaña acogió a decenas de miles de yazidíes, asediados desde abajo por las milicias del Estado islámico. Bashar continúa: "Nadie nos mandaba ayuda, los peshmerga kurdos no lograban romper el asedio, no teníamos provisiones... Permanecer en la montaña significaba morir de hambre; entregarse al Isis significaba la muerte. Entonces decidí y tomando a mi familia y a mis parientes-17 personas- atravesamos primero la frontera con Siria y luego entramos en Kurdistán".
Mucha gente prefirió permanecer en el Sinjar, como el hermano de Bashar. Los que están asediados por el Isis o Estado islámico son al menos 10 mil personas. Algunas zonas fueron liberadas, pero no el Sinjar, que todavía está bajo el fuego del Isis.
En relación con los cristianos y sobre todo hacia los yazidíes está en acto un verdadero y propio "genocidio cultural y físico", lo declaró el Patriarca caldeo de Bagdad, Louis Sako I.
La semana pasada, el Papa Francisco se encontró con Taksin Said Ali Beg y con su jefe espiritual supremo, el "Baba Sheikh", Sheikh Kato, amigo personal de mons. Rabbanal-Kas, obispo de Duhok. Los jefes yazidíes definieron al Papa como "el padre de los pobres" por la ayuda que los cristianos están dando a su gente.
Bashar confirma: el lugar donde están- algunos viejos edificios de la parroquia- fueron ofrecidos por el párroco, el p. Sadri Dawod. Y todas las ayudas que llegan para la iglesia para los prófugos son distribuidas en modo equitativo entre cristianos y yazidíes.
En la zona del norte del Kurdistán hay unas 1.500 familias cristianas y más de 10 mil familias yazidíes, muy numerosas. Algunos miles de estos yazidíes son hospedados en el campo de prófugos de Nowruz, una inmensa pradera llena de tiendas y de miseria. Muchos otros viven junto a los cristianos en diversos pueblos de la zona. De parte de la Iglesia, reciben comida, agua, frazadas, estufas, querosén; cada tanto reciben también pequeñas sumas de dinero para sus necesidades personales o para comprar remedios para los ancianos.
El gobierno de Kurdistán está programando ofrecer a cada familia de prófugos, 300 dólares por mes, pero hasta ahora no ha llegado nada.
Nadie sabe cuándo terminará la emergencia. "Si nuestros pueblos serán liberados- dice Bashar. Nosotros quisiéramos volver: en esta zona no hay escuelas y para los niños y los jóvenes no hay instrucción".
Pero los proyectos de liberación parecen que se alejan: justo ayer el Primer minsitro iraquí criticó a la coalición guiada por EEUU por la lentitud con la cual conceden las armas modernas a los peshmerga y al ejército iraquí, así se le concede tiempo al Isis de asentarse aún más en profundidad ene l terreno.
Mientras tanto, "la situación es dura, dice Bashar, Ahora es invierno y no es fácil vivir así, en estas tiendas: aquí no hay ningún trabajo". Lo único que encontraron para hacer es romper piedras y venderlas al gobierno para la construcción de enormes rutas del Kurdistán en desarrollo. Con este trabajo llegamos a ganar unos 20 dólares por día.
(Colaboró Dario Salvi).
21/06/2017 17:05