“Yo, musulmán convertido al cristianismo, rechazado por mi familia y por la sociedad”
Habla con AsiaNews Anil Gomes (nombre modificado por motivos de seguridad). El hombre se convirtió al cristianismo tras haber leído un pasaje del Nuevo Testamento. Desde aquel momento perdió todo trabajo. Su cuerpo lleva las heridas de las agresiones e intentos de asesinato. “No logro mantener a mi familia. Recen por mí”.
Dacca (AsiaNews)- “No logro mantener a mi familia, necesito un empleo. Desde que creo en Jesucristo, enfrento siempre problemas en el lugar de trabajo. Por favor recen por mí”. Son las palabras de Anil Gomes, nombre inventado por motivos de seguridad, que narra a AsiaNews su dolorosa vida de musulmán convertido al cristianismo. Él enseñaba en una universidad islámica en Bangladesh, pero cuando sus ex colegas lo sorprendieron leyendo la Biblia fue despedido. Desde aquel momento sufrió agresiones, violencia, amenazas de muerte. Y ahora, con la derivación islámica en la cual ha caído el país, tiene miedo de ser asesinado en cualquier momento.
La vida de Anil Gomes cambió en 1994, cuando leyó un pasaje del Evangelio de Juan: “Dios de hecho amó tanto al mundo que envió a su Hijo unigénito, para que quien crea en Él no muera, sino que tenga la vida eterna” (3:16). Él se encontraba en Arabia Saudita para completar estudios avanzados de religión islámica, después de haberse graduado en Bangladesh en Historia. En Riad, donde fue para asistir a una condena a muerte, un hombre se le acercó y le entregó en mano un volante escrito en árabe.
En aquel volante él leyó el versículo del Evangelio y quedó profundamente sorprendido . “Nunca había leído nada similar- afirma- en ningún libro islámico. Llegado ese punto debía saber todo, y descubrí que el pasaje era parte de un texto sagrado llamado Injeel Sharif (Nuevo Testamento), escrito antes del Corán”.
Anil continúa: “Una noche, hacia las 3 de la madrugada, vi a un hombre vestido de blanco entrar en mi habitación y dirigiéndose a mí me dijo: “¡Qué estás pensando? Toma el camino del Najat (Redención) y recibe a Isa Mossih (Jesús)”. Luego el hombre desapareció y yo me quedé temblando de miedo”.
Al principio, el estudiante musulmán creyó que no podía compartir lo que le había sucedido con nadie, pero después de algún tiempo le contó el caso a una muchacha de origen egipcio. “Ella me dijo que abandonase el islam, pero yo no podía acoger su invitación. Luego ella me dejó para siempre”.
Mientras preparaba los exámenes para el doctorado, Anil tuvo la posibilidad de visitar 16 países musulmanes para un viaje de formación. Cuando llegó a Irak, buscó una iglesia. “Fui a lo del pastor Paul (nombre de fantasía) y hablé con él. Él me bautizó el 15 de mayo de 1994”.
Concluidos los estudios, volvió a su país de origen, donde empezó a enseñar en una universidad islámica como asistente del profesor de Literatura árabe. El cristiano reporta que su comportamiento inusual hizo sospechar a sus colegas. “Yo no leía el Corán, por lo tanto ellos comenzaron a tener dudas sobre mí. Un día alguien me vio leyendo la Biblia en árabe, porque estaba comparando el texto con la versión en bengalí”.
Alertado por los colegas, el vice-rector lo convocó a su oficina y le preguntó si se había convertido al cristianismo. Anil respondió con absoluta seguridad: “Sí, soy un seguidor de Jesús”. Llegado ese punto, el vice-rector le respondió que “un kaffir (impío) no podía enseñar en ninguna universidad islámica”; la administración de la escuela lo despidió de inmediato.
Pocos días después, continúa Anil, “los miembros del grupo islámico estudiantil Shibir me capturaron en la zona de la universidad de Kustia (una de las más prestigiosas universidades públicas) y me llevaron a Khulna. Querían matarme. Me cortaron las venas de las piernas, y me hirieron en varias partes del cuerpo, frente a mis parientes y a los fanáticos musulmanes del lugar. Mi cuerpo aún lleva las cuarenta cicatrices de esas heridas”. El cristiano perdió el conocimiento y se despertó cuatro días después en el Bangabandhu Shaeikh Mujib Medical University (PG Hospital) de Daccca. Fue llevado allí por un tío suyo, hindú, al cual la madre le había entregado 85.000 taka de Bangladesh (unos 1.000 euros) para pagar la internación. Llorando y sin lograr hablar, recuerda que el tío le prometió que iba a quedarse con él hasta que se recuperara.
Las curaciones hospitalarias duraron 3 meses y 21 días. Cuando volvió a casa, fue golpeado una vez más por los fieles de la mezquita local. Después fue abandonado por la familia, que no le reconoció ninguna herencia y por la sociedad.
Al primer despido le siguieron muchos, más siempre por los mismos motivos: fue expulsado de una ONG, un banco islámico, un instituto financiero. Luego encontró trabajo en una organización no gubernamental evangélica, pero ésta fue obligada a cerrar por falta de fondos. El último empleo fue en una oficina de ventas de Dacca, pero allí el jefe le advirtió: “Renuncia al cristianismo. Si recitas las oraciones y lees el Corán todo el día, recibirás el sueldo”. Anil rechazó la propuesta y el jefe lo amenazó de muerte, además de no confirmarle el puesto de trabajo.
Hoy Anil, tiene grandes dificultades para llevar adelante su familia, se casó con una mujer católica y el hijo frecuenta el 8vo grado en una escuela católica. A veces brinda un testimonio de su historia en seminarios y encuentros, pero este trabajo no es de tiempo completo. Los numerosos asesinatos de las personas no musulmanas, blogueros y otras personas convertidas al cristianismo, perpetrados recientemente por radicales islámicos, han incrementado sus miedos. “Estoy muy preocupado -concluye- por lo que sucede en el país”
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