20/06/2017, 14.01
ORIENTE MEDIO- EUROPA
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Terrorismo y migrantes: las dirigencias en Oriente Medio chantajean a Europa

de Luca Galantini

Los atentados en las capitales europeas miran a desestabilizar la política exterior de países como Gran Bretaña, Alemania, Francia. La oposición “neutral” de Italia no le garantiza la inmunidad. El compromiso para enfrentar la inmigración con una estrategia a largo plazo de convivencia. Pero, también trabajar para que los países de origen de los migrantes tengan un desarrollo económico y político. La profecía de Benedicto XVI en la “Caritas in Veritate”.

Milán (AsiaNews)- El fracaso de las ilusiones democráticas en la estación de las “primaveras árabes” incrementó la escalada de los conflictos armados, guerras civiles y guerras asimétricas, terrorismo en vasta escala que devastan el entero cuadro africano y medio-oriental del Mediterráneo: esto obviamente ha influido sobre el crecimiento exponencial de los números del flujo de masas desesperadas de personas que miran a Europa como potencial ancla de salvación.

Al mismo tiempo la escalada de los ataques terroristas de matriz fundamentalista religiosa islámica también en tierra europea se convirtió en la pesadilla principal de los gobiernos del Viejo Continente.  

Lamentablemente hasta hoy prevalece la ausencia de una estrategia institucional y sobre todo cultural de la UE frente a esta masa doliente de migrantes y prófugos en fuga de Estados fracasados políticamente, antes que económicamente.

El pilar de arena de la política exterior, seguridad y defensa de la UE no sabe garantizar certeza del derecho, inclusión y seguridad: las incoherentes políticas migratorias extranjeras de los individuales países europeos reconocen la substancial inexistencia de una voluntad política UE que mire a una posición orgánica de cooperación internacional para la promoción de los derechos y de la democracia en los países de origen de estos flujos desesperados, con el resultado de obligar a los Estados a replegar en políticas negociables bilateralmente para poder gestionar las múltiples derivaciones del fenómeno de las migraciones.

Inmigrantes y terror

Es evidente como Europa esté presionada en la morsa entre genéricas declaraciones afables de acogida que no saben ir a la raíz del problema de la dramática erradicación de millones de personas de los afectos de la patria y de demagógicos emotivos muros de clausura a las instancias de millones de seres humanos desesperados en fuga de brutales regímenes autoritarios y sistemas políticos que aplastan la dignidad humana.

La inmigración es en cambio “un problema” político-institucional que reclama a otroa “problemas”, como subraya el sociólogo Ilvo Diamanti y como tal va tratado, con paciente y laboriosa estrategia de largo plazo: problemas de convivencia o fractura religiosa, de integración o de conflictos culturales, de orden público y seguridad social, de identidad nacional, de competencia en el mercado de trabajo, con evidentes conexiones políticas con los países de proveniencia para poder encontrar plataformas comunes de promoción y desarrollo.

Europa se preocupa justamente del problema de la radicalización y de la falta de integración de fajas de ciudadanos de origen, sobre todo musulmana en sus sistemas sociales y políticos que puede degenera en terrorismo, pero que ya es necesario evidenciar como el verdadero problema esté realmente a monte, o sea donde tiene origen en la lucha de poder entre las corrientes religiosas islámicas que utilizan el terrorismo como una devastadora pistola fumante apuntada sobre quien interfiera aunque sea en modo indirecto en los procesos de formación de la nueva dirigencia política en Oriente Medio.

Europa cambia las declaraciones

El fenómeno del terrorismo o mejor, de los terroristas de matriz radical islámica mira naturalmente con astucia a los fenómenos migratorios que revelan un riquísimo potencial terreno de cultivo a través del cual desestabilizar el frente de países europeos y al Occidente en general.

Es tan verdadera esta consideración que la UE, en su último documento programático oficial dedicado a la lucha contra el terrorismo de matriz radical-islámica- la Declaración de Riga de 2015- reconoce que este terrorismo no es sólo un problema de inteligencia, de seguridad armada y de orden público, de persecución judicial de estos delitos, sino que impone necesariamente el reforzamiento de los valores constitucionales de la rule of law y de la democracia a la base de la sociedad europea y la promoción de estos valores con los países en medio de la guerra en Oriente Medio a través de la cooperación internacional.  

De hecho, es pacífico como lo reconocen los estudiosos, analistas y bajo voz también las mismas cancillerías de gobierno, que la mayor parte de tales atentados se colocan dentro de una lógica orgánica coordinada al fin de desestabilizar las elecciones en política exterior de los países europeos que cuentan: Gran Bretaña, Francia y Alemania en el sector del Oriente Medio.

Ni siquiera las no-vinculantes posiciones de “equidistancia” entre los señores de la guerra en el Mediterráneo y Oriente Medio, tenidas por países como Italia pueden garantizar la inmunidad del riesgo de contagio terrorista.

Después de la pérdida de Mosul y Raqqa el riesgo de tales posiciones aumentan en desmedida es enorme, porque enorme es la puesta en juego, o sea la posición que Europa y Occidente asumirá frente a los nuevos ajustes de poder en Oriente Medio, o sea frente a las nuevas dirigencias que se pelean por la hegemonía política, económica y militar del precioso cuadrante medio-oriental.

A nivel político, el peligroso clima de rendimiento de cuentas en el mundo sunita y entre el mundo sunita y chií por la dirigencia y en las relaciones de fuerza en seno al mundo islámico, también en Europa, con distintas corrientes político-religiosas de otro modo también radicales, anti-modernistas e intolerantes: la vena wahabí, directamente financiada por la potente monarquía saudita; el estar de los Hermanos Musulmanes, que goza de apoyos políticos y económicos junto a ricos emiratos árabes; la misma teocracia chií iraní, que desde hace 30 años se caracteriza por su conmistión integrista entre política y fe, como el mismo Samir Khalil Samir recordó en estas páginas.

Democracia, derechos humanos, libertad religiosa

La relación entre democracia, derechos humanos y religión que el filósofo Alexis de Tocqueville, ya definía en el siglo XIX el gran problema de nuestro tiempo parece ser el nudo duro de la relación entre el mundo árabe y Europa

En Europa y en el mundo islámico términos como democracia liberal, Islam, secularización, libertad de fe tienen una enorme carga emotiva que a menudo lleva a una contraposición radical entre visiones del mundo inconciliables, enfrentamientos entre identidad y valores no negociables. El riesgo es que estas categorías de pensamiento sean así tan radicalizadas hasta el punto de considerar que principios como las libertades fundamentales del hombre, la democracia, el estado de derecho no pueden constituir una plataforma de valores compartidos en la diversidad de las experiencias históricas, religiosas y culturales.

Es necesario impedir que los valores que tutelan la centralidad de la persona humana, o sea el estado de derecho y el sistema democrático sean “puestos en pensión” en las relaciones internacionales, porque sólo a través de estos principios se impide una peligrosa fragmentación del planeta en “fortalezas” en conflicto entre ellas.

Esta racional finalidad de cooperación y desarrollo in loco, en los países mismos donde surge el problema migratorio, estaba ya descrita con claridad en la encíclica social “Caritas in Veritate” de Benedicto XVI, donde se recomienda la atención de los gobernantes hacia los deberes de la sociedad de partida de los migrantes poniendo atención en el “mejoramiento de las situaciones de vida de las personas concretas de una cierta región, para que puedan realizar aquellos deberes que actualmente la indigencia no permite honrar, ante todo donde nacieron y sin ser obligadas o inducidas a la emigración”. (“Caritas in Veritate”, n 47).

En ocasión del viaje en 2008 a los EEUU, Benedito XVI había precisado: “La solución fundamental es que no hay más necesidad de emigrar, porque en sus patrias haya puestos de trabajo suficientes, un tejido social suficiente, de tal modo que ninguno tenga necesidad de emigrar. Por lo tanto, debemos trabajar todos por este motivo y objetivo, por un desarrollo social que permita ofrecer a los ciudadanos trabajo y un futuro en la tierra de origen”. (Entrevista concedida por el S. Padre a los periodistas durante el vuelo directo hacia los EEUU de América, 15 de abril de 2008).

 

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