19/02/2019, 12.23
VATICANO
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Superiores y superioras de institutos religiosos, en apoyo del Papa Francisco y del encuentro sobre la protección de menores

En una Declaración oficial difundida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, las órdenes religiosas expresan “vergüenza”, pero también “esperanza” en vista del inminente encuentro. Construir una nueva “cultura de la salvaguarda” de los menores y de los adultos vulnerables, basada en la asistencia sanitaria, la formación y la espiritualidad. Asegurarse de que los candidatos a la vocación religiosa y al sacerdocio hallen “lugares seguros, donde la vocación sea alimentada”. 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Los superiores y superioras generales de los institutos religiosos del mundo han redactado una Declaración en apoyo del Papa Francisco y del encuentro sobre la protección de menores, que tendrá lugar en el Vaticano del 21 al 24 de febrero, y en cual participarán los presidentes de las Conferencias episcopales mundiales.

El texto de la Declaración fue difundido en el día de hoy por la Oficina de Prensa de la Santa Sede. En él se subraya, ante todo, el compromiso de los institutos religiosos a favor de los niños, en la [lucha contra] la trata de menores, en el rescate de los niños-soldado, y en lo que hace a protegerlos de abusos de cualquier tipo. Asimismo, se expresa “vergüenza” por el hecho de que en la reunión a celebrarse en el Vaticano se tratará la cuestión de los “abusos [que] se han constatado en nuestras Congregaciones y Órdenes y en nuestra Iglesia”. “Nuestra vergüenza es todavía mayor –se agrega- porque no supimos darnos cuenta de lo que estaba sucediendo”.

Expresando “esperanza” en vista del valor del inminente encuentro, los superiores y superioras afirman que “La guía del Santo Padre es fundamental... Nos unimos a él en su misión de reconocer humildemente y confesar los errores que se han cometido; en localizar a los sobrevivientes; en aprender de ellos de qué manera acompañar a aquellos que han sido abusados y de qué manera desean ellos que escuchemos sus historias”.

Asimismo, ellos proponen la construcción de una nueva “cultura de la salvaguarda”, en defensa de los niños y adultos vulnerables. Dicha construcción se basa en: a) educación y asistencia sanitaria; b) formación; c) espiritualidad (“Encontrar a Jesús de un modo personal es algo que puede sanarnos a todos”).

Para los religiosos y religiosas, lo que hasta ahora ha obstaculizado la lucha contra los abusos es “el clericalismo” y un “fuerte sentido de familia presente en nuestras Órdenes y Congregaciones”, que “puede tornar más difícil condenar y denunciar los abusos”.

 

 

La Declaración espera desarrollar una mayor colaboración con instituciones sanitarias gubernamentales, en los criterios para “la selección de candidatos que ingresen a la vida religiosa”, en la formación inicial y permanente, en la participación de los progenitores y mujeres a la hora de examinar casos de abuso.

En un mensaje dirigido a los sobrevivientes de los abusos, se dice: “reconocemos que hubo un intento inepto de afrontar este problema y una vergonzosa falta de capacidad para comprender vuestro dolor. Os ofrecemos nuestras más sinceras disculpas y dolor por ello. Os pedimos creer en nuestra buena voluntad y sinceridad. Os invitamos a trabajar con nosotros, para crear nuevas estructuras a fin de garantizar que los riesgos sean reducidos al mínimo”.

Luego, refiriéndose a la atención de los medios sobre los casos “de abuso y explotación de hermanas, seminaristas y candidatos en las casas de formación”, los superiores y las superioras generales afirman: “Queremos asegurar que aquellos que generosamente se postulan para formar parte de órdenes religiosas o que se forman en los seminarios vivan en lugares seguros, donde su vocación sea alimentada y donde se los ayude a crecer en su deseo de amar a Dios y a los demás, hasta  llegar a una madurez”.

Y concluyen: “Al inicio del encuentro sobre la Protección de Menores, pedimos perdón a todos por nuestros fracasos y fallas y reafirmamos nuestro apoyo al Santo Padre. Nos comprometemos a trabajar junto a Él, para que la Iglesia pueda proceder de una manera coherente, creíble y unificada, de un modo que realmente conduzca a la sanación, verdaderamente renovado, con nuevos ojos para ver y nuevos oídos para escuchar”.

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