13/02/2017, 23.36
CHINA-VATICANO
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Richard Madsen: En los diálogos entre China y la Santa Sede, Beijing quiere destruir, o al menos debilitar la Iglesia

de Richard Madsen

De acuerdo con el famoso sociólogo de la religión en China, puede haber "intereses convergentes" entre Beijing y el Vaticano, como para dar lugar a un acuerdo sobre el nombramiento de obispos. Pero las esperanzas de la Iglesia china son diferentes. Nunca hablar de "acuerdo" antes de un anuncio oficial.

San Diego (AsiaNews) - A pesar de que en los nombres de los obispos hay intereses convergentes entre China y el Vaticano, la esperanza entre los dos son diferentes: la Santa Sede quiere hacer de la Iglesia una parte vital de la sociedad china; Beijing "realmente espera destruirla." Es la conclusión de una reflexión del prof. Richard Madsen, después de la publicación del artículo del cardenal John Tong sobre el futuro del dialogo Chino-Vaticano desde el punto de vista eclesiológico. El Prof. Richard Madsen, es un sociólogo de las religiones de la Universidad de San Diego (California), comprometido desde hace mucho tiempo en una colaboración con la Universidad de Fudan en Shanghai.

No tengo ninguna información privilegiada sobre el estado de las negociaciones entre el Vaticano y Beijing. He leído varios artículos en los medios internacionales, los medios de comunicación chinos y los medios de comunicación de la Iglesia. Basado en mi investigación de varios años sobre la situación de la Iglesia católica en China, creo que puedo decir cuánto sigue.

En primer lugar, me gustaría tener la precaución de decir que se ha llegado a un acuerdo hasta que no haya un anuncio oficial. En 1999, la prensa había informado ampliamente sobre la inminencia de una normalización de las relaciones entre el Vaticano y China, pero de repente todo se vino abajo, dando lugar a un nuevo período de dificultades amargas entre el liderazgo de la Iglesia y el Gobierno chino. Así, por lo que yo sé (y por lo que me dijo una persona vinculada a las negociaciones), el escollo fue la cuestión de la condición de la parte "no oficial" o "clandestina" de la Iglesia. Y que sigue siendo hoy en día un potencial tropiezo.

Sin embargo, esta vez parece que hay otros factores que pueden conducir al éxito. En primer lugar, los objetivos parecen bastante modesto. En 1999 había todo un conjunto de cuestiones que incluían la normalización de las relaciones diplomáticas con China y el corte de las relaciones diplomáticas con Taiwán. Esta vez, el esfuerzo parece ser la de hacer algún progreso en forma más modesta.

En segundo lugar, hay al menos una convergencia parcial de los intereses sobre los temas en cuestión. El interés está en el deseo de mejorar la comunicación con la jerarquía católica china y [de la otra parte] mejor controlarla. El régimen de Xi Jinping quiere establecer un "mayor gobierno a base de leyes" sobre China. Él quiere de una forma sistemática y estructurada imponer reglamentos para asegurar una organización más centralizada y mayor control sobre la población china.

Al Vaticano le gustaría más un "gobierno basado en la ley canónica." Quiere una mejor comunicación con los obispos y los fieles, y le gustaría estar seguro de que los obispos y sacerdotes afirman la doctrina ortodoxa básica y la disciplina moral, adhiriéndose por lo menos a los principios básicos del derecho canónico.

Un punto clave del problema es el nombramiento de obispos. La gran mayoría de los obispos aprobados por el gobierno chino en la Iglesia oficial, de hecho, también han sido aprobados por el Vaticano. Dicha aprobación es a través de negociaciones privadas y complicadas entre representantes eclesiales y representantes del gobierno, de manera que no satisface a ninguna de las partes.

Estas negociaciones tienen un aspecto específico: que no se basan en anuncios públicos o procedimientos aprobados formalmente. Su éxito depende de las circunstancias locales. Y la información que el Vaticano pueda reunir hace que estas negociaciones sean muy imperfectos. En Hong Kong hay un representante del Vaticano, el equivalente a un nuncio o embajador, pero sin el título oficial, cuyo compromiso es ser un canal de comunicación con la Iglesia china. Pero el gobierno chino le prohíbe ir a China y tiene que basarse en la información recopilada de los visitantes que van y vienen de Hong Kong. Para el Vaticano sería bueno regular este canal de comunicación y sería interesante ver si las negociaciones conduciran a  esto.

Sería bueno también que para aprobar los obispos se tenga un procedimiento formal aceptable para el Vaticano y el gobierno chino. Las negociaciones parecen centrarse precisamente en la búsqueda de un procedimiento de este tipo. La referencia [al menos en el pasado - ndr] era el "modelo de Vietnam" en el que el Vaticano propone tres candidatos y el gobierno elige a uno de ellos. Algunos medios de comunicación chinos han sugerido que la propuesta de China es que el gobierno elige tres candidatos y que el Vaticano eleja uno. Por supuesto, esto da más poder al gobierno chino. Será interesante ver si el Vaticano aceptará o empujará algún tipo de compromiso.

Otra cuestión es el estatus de los obispos cuya ordenación ha sido recientemente aprobado por el Gobierno, pero rechazada por el Vaticano. En la actualidad hay siete obispos en esta situación. Por haber aceptado la ordenación sin la aprobación del Vaticano, fueron excomulgados. Al gobierno chino le gustaría que estas excomuniones sean levantadas y que los obispos sean aprobados oficialmente.

En la atmósfera del Año de la Misericordia proclamado por el Papa, parecía que el Vaticano quería retirar la excomunión al menos a algunos de estos obispos. Pero por lo menos cuatro de ellos han violado la disciplina de la iglesia, por ejemplo, tener una esposa o amante, o haber hecho otras cosas que los hacen inaceptables para la autoridad de la Iglesia. (Teniendo en cuenta las imperfecciones en el flujo de las comunicaciones, podría ser difícil para el Vaticano tener un claro conocimiento de estos hechos). Algunas personas han impulsado la conclusión de las negociaciones antes del final del Año de la Misericordia, que terminó en noviembre de 2016. Sin embargo, la calidad de la misericordia no está sujeta a tensión y siempre es bueno, aunque sin plazos. Parece que hay indicios de que el Vaticano no quiere ser forzado con los plazos.

Por último, hay una serie de dificultades derivadas de la situación de los obispos no oficiales o "clandestinos", que profesan obediencia al Papa, pero no están aprobados por el gobierno chino. Muchos de ellos han estado en prisión o han sufrido mucho debido a su fe. El Vaticano le gustaría una mejor comunicación con ellos y tener supervisión. Muchos de estos obispos fueron ordenados en condiciones especiales (ahora derogadas) que permitieron a los obispos subterráneos elegir a sus sucesores sin pasar por el proceso normal de aprobación de la burocracia del Vaticano. Ellos están acostumbrados a la independencia y en algunos casos el Vaticano pueden tener preguntas sobre su ortodoxia o sus habilidades de liderazgo. (Los canales de comunicación con ellos parecen ser aún peores que aquellos con obispos oficiales). El gobierno le gustaría tener un mejor control sobre ellos, ya que no le gustan los actores independientes. Sin embargo, aunque existe cierta convergencia de intereses entre el Vaticano y Beijing, también hay diferencias significativas. El Vaticano quiere respetar y reconocer el celo y fidelidad de estos obispos, pero el gobierno quiere suprimirlos, ya que son vistos como una potencial amenaza política, incluso si infinitesimal. La parte más interesante y dramática de las negociaciones podría ser la forma en que están de acuerdo o no con el Estatuto de los obispos clandestinos y los fieles que les siguen.

Si el Vaticano es visto como alguien que los había abandonado, esto podría ser juzgado como una traición a la parte subterránea de la Iglesia y causaría serias divisiones en la Iglesia católica china. Es probable que con el gobierno tenga iguales resultados. Sus acciones en los últimos años muestran que le gustaría ver una Iglesia cada vez más debilitada y una división más profunda en la Iglesia sería una gran ayuda para el cumplimiento de este deseo. Por lo tanto, aunque hay algunos intereses convergentes entre el Vaticano y el gobierno chino, en ciertos aspectos del gobierno de la Iglesia, también hay una diferencia de esperanza sobre el futuro de la Iglesia católica en China. Y, ciertamente, los que participan en las negociaciones son conscientes de ello.

Esto es lo que hasta ahora he concluido de las negociaciones. El nuevo artículo del cardenal Tong confirma este entendimiento mío. Lo que es nuevo es la propuesta de que puedan llegar a un acuerdo en la primera de las cuestiones que he mencionado, sin los otros dos. Yo habría pensado que los tres temas fueron juntos como un "paquete". Pero, de hecho, hay una convergencia de intereses en el establecimiento de una manera formal para elegir a los obispos. El cardenal Tong cree que un acuerdo sobre este punto podría aumentar la confianza mutua y llevar a la resolución de otros problemas. Y aunque no todo es perfecto, es bueno tener ya una "libertad esencial." Sin embargo, me gustaría subrayar que las esperanzas de las dos partes son muy diferentes. Una parte [el Vaticano] espera hacer de la Iglesia una parte vital de la sociedad china; la otra [el gobierno de Beijing] realmente espera destruirla. Espero que los miembros del Vaticano que participan en el diálogo sean conscientes de ello.

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