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INDIA
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Rajasthan, las religiosas del Espíritu Santo ‘revolucionan’ la vida de 10.000 tribales

En el 2011, las Misioneras Siervas del Espíritu Santo emprendieron la misión de Goeka Baria, que abarca ocho aldeas. Enseñaron a regar los campos e introdujeron nuevos cultivos; crearon grupos de apoyo para las mujeres; enseñaron pautas básicas de higiene personal. Los líderes locales las acusaban de realizar conversiones religiosas: recapacitaron al ver que su obra era beneficiosa.

 

Nueva Delhi (AsiaNews/Agencias) – Una nueva escuela, un dispensario, 85 pozos de agua, tecnologías de punta para el riego de la tierra, nociones sobre rotación de cultivos, grupos de autoayuda para las mujeres “que antes ni siquiera conocían la cara de las demás señoras del lugar”, promoción de la higiene personal y reducción de la mortalidad infantil: son los frutos de un grupo de religiosas indias, que han “revolucionado la vida” de algunas aldeas tribales habitadas por la etnia Bhil, en el Estado de Rajasthan.

Ellas son las Misioneras Siervas del Espíritu santo y pertenecen a la diócesis de Udaipur. En el 2011 dieron inicio al Child Focused Community Development Project en la misión de Goeka Baria, abarcando en total ocho aldeas que forman parte del área de Sajjangarh, en el distrito de Banswara. Allí, la población está compuesta por un 95% de hindúes y musulmanes. 

En total, cerca de 10.000 tribales fueron ayudados por las religiosas: ellas incentivaron proyectos hídricos y de microcrédito; apoyaron la diversidad biológica, enseñando cómo programar la cosecha, introdujeron hortalizas y nuevas semillas; contuvieron el fenómeno de la migración, en particular hacia el Gujarat, más industrializado, y también los “males sociales” que mantenían subyugadas a las mujeres, como los matrimonios infantiles. 

Sor Jaisa Antony cuenta: “Cuando llegamos aquí, la población vivía en condiciones de higiene sumamente precarias, de forma inhumana, y no podía mandar a sus hijos a la escuela”. Uno de los principales problemas era la falta de agua: las hermanas repararon los diques y enseñaron a la población a almacenar el agua pluvial. Luego, en colaboración con el Krishi Vigyan Kendra [centro para la Ciencia de la Agricultura] de Banswara, experimentaron con nuevos cultivos como maíz, garbanzos, hortalizas y arroz, cuando antes sólo se cultivaba trigo. 

Otro problema era la discriminación de las mujeres: eran consideradas inferiores, se las obligaba a cubrirse el rostro, a no mirar jamás a la cara de sus interlocutores, y a dar a luz en casa. Las hermanas convencieron a 900 mujeres de unirse a 72 grupos de autoayuda y pusieron a disposición cursos formación: cocina, proceso y preparación de bambú, cría de ovejas y cabras. Kamala Devi tiene 32 años y es una de ellas. Hoy gana 4.000 rupias (60 euros) por mes y consigue ahorrar una parte para destinarla a la educación de sus hijos. “Antes de la llegada de las hermanas -dice- para reconocernos, mirábamos los pies. O bien debíamos guiarnos por el borde del sari o por el tono de la voz. Hoy, sonreímos”. 

Krishna Chandra, una docente jubilada que vive en Goeka Pargi, recuerda que el trabajo de las religiosas se topó con varios obstáculos: “Algunos líderes locales trataron de oponerse; decían que la obra de las hermanas era una mera fachada, para realizar conversiones religiosas”. Sin embargo, “cuando la gente empezó sentir los beneficios del su trabajo, los adversarios se dieron por vencidos”. 

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