21/07/2015, 00.00
IRAQ
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Quizás sea tiempo de decir adiós a una nación iraquí

de Afshin Shahi*
Desde el año 2003 en más- desde la caída de Saddam Hussein- Irak está siempre más englobado en luchas sectarias entre los 3 grandes grupos étnico-religiosos: Kurdos, sunnitas, chiítas. Las divisiones existían de hace tiempo y ni siquiera la lucha contra el Estado islámico parece unir más al país. Sólo la garantía de los derechos de las minorías podría salvar todavía la unidad nacional. La provocación del profesor Afshin Shahi: Irak está muerto. Traducción del original en inglés a cargo de AsiaNews.

Bradford (AsiaNews)- No es cuestión de “si” o “cuando” será el fin de Irak: esto ya sucedió. El país se quedó en terapia intensiva por demasiado tiempo, y si bien los jugadores externos pueden haber hecho de todo por salvarlo, Irak no logra salvarse a sí mismo.

Una de las características fundamentales de cada nación-Estado es en un cierto sentido de conciencia nacional, un sentido de pertenencia; valores compartidos sin acerca de su abstracción; es más importante para todos, un compromiso colectivo en perpetuar a la nación misma, percibida como orgánicamente conectada al Estado. Sin estos ingredientes, no habrá jamás será una nación-Estado estable.

Cierto, se podría decir que quizás Irak nunca existió y no haya tenido una conciencia nacional común. Después de todo, Irak fue plasmado en base a los deseos de los patrones coloniales del siglo pasado. Hasta en el período de máxima “estabilidad” bajo Saddam Hussein, era un Estado sin nación. Era muy poco el esfuerzo para construir una nación iraquí y los obstáculos fueron siempre enormes.

Los kurdos, que constituyen un 17-20% de la población, con mucha dificultad han subscrito una identidad iraquí y la mayoría chiíta se sintió profundamente marginada por la elite política que era en mayoría sunnita.

Lo que sucede en Irak hoy es diverso de las realidades de una clásica sociedad medio-oriental multiétnica o multi-religiosa. Situaciones y quejas similares existen en muchas partes de la  región, pero lo que hace de la situación iraquí sin esperanza es que allí no hay ni existe ningún Estado fuerte al comando y- aún más importante- no hay ninguna prospectiva para que reflote rápidamente.

Fuera de la botella

Hasta el año 2003, el represivo Estado de Saddam Hussein, había por lo menos puesto una tapa sobre el caos, pero la invasión, las desastrosas políticas post-bélicas y las interferencias oportunistas de los Estados regionales y de los actores pagados por otros Estados han hecho escapar al genio fuera de la botella.

Las fuerzas desencadenadas están hoy fuera de control y viejas animosidades entre grupos étnico-sectarios están canalizados hacia la confrontación armada. Con eficacia, tal ciclo de violencia quemó toda conexión de base entre los grupos divididos, que se suponía fuesen parte de una nación y estos problemas parecen permanecer también en Irak se purifique del jihadismo internacional.

El ascenso del Estado islámico (EI) refleja como ningún otro signo la historia de una nación pobremente construida. La coalición contra el EI fue hasta ahora ineficaz; en todo caso, escamondar al EI, sin erradicar las raíces sería sólo una operación cosmética. El EI no es una amenaza a la nación iraquí, sino más bien un signo de su fracaso. El actual conflicto sobre-sectario no es la causa, sino el síntoma del fracaso del modelo de una nación-Estado.

El país está dividido en 3 partes, cada uno de los cuales se apoya en 3 fuertes identidades- kurdos, sunnitas, chiítas- que son anteriores a los confines modernos. Para cada uno de estos grupos, el propio interés está en el primer puesto.

La lealtad de los kurdos va ante todo y en primer lugar a Kurdistán- y ellos, en el presente caos ven una oportunidad de realizar al antiguo de un Estado kurdo. En muchos aspectos la región kurda es ya independiente y dado lo que han pasado por más de 1 año combatiendo el EI, aparece imposible imaginarlos que vuelvan al viejo sistema.

Irak del sur, mientras tanto, es también una nación que va por su cuenta. La mayoría de los chiítas vive en el sur, manteniendo un fuerte sentido de identidad chíita. La elite chiíta domina lo que quedó del Estado iraquí y demuestra mucho apetito en el reconocer los intereses de otros grupos religiosos y étnicos- que sería el único camino para salvar a Irak. Después de todo, en este clima sobre-sectario, estar atentos a las otras minorías podría tener implicaciones negativas para un “Estado” que para su sobrevivencia se muestra dependiente delas milicias chiítas.

Por otro lado, muchas tribus sunnitas, están bloqueadas entre la complacencia hacia el EI y un gobierno de mayoría sunnita, que tiene una larga historia de discriminación hacia ellos. En la misma semana en la cual se tenía una conferencia anti EI en parís para tratar de salvar a Irak, otras 50 tribus sunnitas han  jurado a favor de Abu Bakr al-Bagdadi, temiendo el crecimiento de las milicias chiítas y de sus conexiones con Irán.

Reconocer los hechos

Entonces, ¿cuál podría ser la respuesta? ¿Democracia? ¿Federalismo? La política super-sectaria de Irak no permitirá jamás el florecer de un sistema democrático al interior de un sistema federal o centrista. El sectarismo destruye las raíces de la cultura cívica y amenaza el desarrollo y el funcionamiento de una sociedad civil, que es la espina dorsal de cada sistema democrático.

Como se encontró ya muchas veces en Irak, la gente vota para dar a la propia secta. Esto significa que la minoría sunnita estará en desventaja para siempre. En modo inevitable, esto lleva a un aumento de la política de victimización y después a batallas sin fin para la distribución del poder entre aquellos que tienen y aquellos que no tienen nada.

Si bien el resultado de este doloroso proceso de desintegración sea todavía incierto, hay una posibilidad propiamente mínima que pueda ser resucitada una nación-Estado iraquí como la que hemos conocido antes de 2003. Es tiempo de enfrentar los hechos: Irak murió.

* Director del centro de Estudios del islam político y profesor de Relaciones internacionales y de política medio-oriental en la Universidad de Bradford

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