28/06/2019, 10.45
RUSIA - G20
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Putin: la democracia liberal está acabada

de Vladimir Rozanskij

Entrevista con el Financial Times, en la vigilia del G20 en Osaka. Los soberanismos surgen porque la globalización ha consumido a la clase media. En Occidente hay una “fractura entre el pueblo y la clase dirigente”. Lo más importante es lograr garantizar “la estabilidad lo más posible”. Los modelos a seguir son China y los 20 años del “zar” en el poder.

Moscú (AsiaNews) - En la vigilia del G-20, a celebrarse en Osaka (28-29 de junio), el presidente Vladimir Putin ha concedido una larga entrevista al Financial Times, la cual puede ser considerada como un balance de su larga permanencia en el poder. En estos 20 años, Putin ha adquirido la convicción de que la democracia liberal ya ha agotado su función, que era garantizar a todos las libertades personales y sociales. Hoy, el mundo exige reglas más rígidas, formuladas sobre las necesidades individuales de los pueblos y de las naciones: en otros términos, la denominada democracia iliberal.

Según sus definiciones más clásicas, el presidente ruso recuerda que “la Guerra Fría fue algo malo, pero al menos había reglas que todos los protagonistas de las relaciones internacionales debían respetar de un modo u otro”.  Hoy, en cambio, las reglas se pasan por alto, y el mundo ha quedado demasiado fragmentado, convirtiéndose en algo impredecible, “lo cual es sumamente importante, pero también muy desgraciado”. Es por ello que el deseo de Putin es que todos los grandes [países] del G-20 puedan ponerse de acuerdo “al menos en las intenciones, sobre el establecimiento de algunas reglas comunes a las que atenerse… el resto son meros detalles”. El líder ruso declara ser escéptico en cuanto a la posibilidad de llegar a un acuerdo sobre reglas comunes, pero “al menos, en los debates generales y en los encuentros bilaterales, esperamos colocar las bases para una evolución positiva de las relaciones internacionales”. 

La entrevista se detiene sobre las políticas energéticas y sobre los acuerdos vinculados a la proliferación nuclear, temas sobre los cuales Putin se muestra prudente y atento a no ofender la sensibilidad de los árabes y americanos. En cuanto a Trump, expresa un cumplido, “un hombre de talento, que tiene una sensibilidad especial para captar lo que los electores esperan de él”, más allá de las soluciones a los problemas sobre los cuales Rusia y América suelen no estar de acuerdo. 

Sobre la globalización de los últimos 25 años, Putin reconoce, ante todo, la gran perspicacia de los chinos, que han sido capaces de “aprovechar la globalización para rescatar de la miseria a cientos de millones de ciudadanos”; en el caso de América, ésta centró su mirada “en las ventajas de las principales empresas y de sus directivos”; en todas partes, al repartir la torta, la clase media ha quedado con las manos vacías. Esto explica el surgimiento de los “soberanismos”, que velan por las expectativas decepcionadas de las poblaciones de sus países. En el caso de Rusia, “nosotros siempre hemos puesto en primer lugar nuestros intereses”. En cierta manera, el populismo es un fenómeno que halla su ejemplo más cabal en Putin. 

Luego de pasar revista por las distintas cuestiones abiertas en el escenario internacional, hacia el final de la entrevista, él se centra sobre la concepción de la democracia misma. Putin llama a tomar nota de que los modelos de democracia difieren en todo el mundo, incluso entre América y Europa, y no se puede pretender imponer un único modelo en todo el mundo, mucho menos en África o en Asia. Partiendo del ejemplo flagrante de Venezuela y sus problemas, en los cuales Putin niega cualquier tipo de intromisión, el presidente ruso vuelve sobre el tema de la “tragedia del colapso de la Unión Soviética”, en contraste con el modelo chino, del partido único, que consiguió no perder el control de la sociedad y de la economía. Lo más importante, según Putin, es lograr garantizar “la estabilidad, y hacerlo lo más posible”, que es justamente lo que han hecho los chinos y lo que él mismo intenta ofrecer a Rusia. 

Según el mandatario ruso, Occidente hoy sufre precisamente por esta inestabilidad, constatada en la “fractura entre el pueblo y la clase dirigente”. Por el contrario, quien gobierna debe procurar el modo de “dar a la gente una vida estable, normal, segura y predecible, con esperanzas de mejorar”. Es por ello que él se atreve a afirmar que “la idea liberal hoy ha agotado su función… muchos elementos no son realistas, empezando por el multiculturalismo y una acogida de migrantes carente de reglas”. Los líderes occidentales, empezando por Merkel, han cometido “errores garrafales”, que de alguna manera habrá que remediar: “muchos líderes occidentales con los que he hablado me dicen que no pueden aplicar reglas más severas, y yo les digo: cambien vuestras leyes”. En síntesis, Putin llama a los políticos de todo el mundo a volver menos permeables y dúctiles las reglas de la democracia, y a imponer soluciones para los problemas sociales, económicos, morales y familiares, a fin de impedir la ruina de la sociedad contemporánea.   

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