02/07/2019, 11.18
RUSIA - VATICANO
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Putin y Papa Francisco: una amistad basada en una ‘visión universal’

de Vladimir Rozanskij

El presidente ruso se reunirá con el pontífice el 4 de julio. Es la quinta vez que Putin viaja al Vaticano. Los temas del coloquio: la inestabilidad de la relaciones internacionales, la crisis en el Oriente Medio, el destino de Siria, el problema del desarme nuclear y la situación de Irán. El “zar” defiende a la Iglesia Católica, que se ve “agredida por las ideologías liberales”. El Vaticano se mantiene neutral en la cuestión ucraniana. Ese mismo día se celebra la audiencia de los greco-católicos ucranianos.

Moscú (AsiaNews) - En la vigilia de la visita del presidente ruso, Vladimir Putin al Vaticano, a celebrarse el jueves 4 de julio por la mañana, vale preguntarse cuál es el verdadero significado de este encuentro, y por qué el presidente del país más vasto del mundo viaja regularmente (es la quinta vez en 20 años) a ver al líder del país más pequeño del mundo, el Vaticano. 

En una entrevista concedida a la revista rusa Ogonek, el embajador ruso en la Santa Sede, Aleksandr Avdeev, ex ministro de Cultura del gobierno ruso, recuerda que el Papa “es el guía espiritual de un millardo y trescientos millones de personas, que consideran que la palabra del pontífice es incluso más importante que la de los dirigentes políticos de los distintos países: la extensión territorial del Vaticano es inversamente proporcional a su capacidad de influencia en el mundo entero”. 

Según Avdeev, la orden del día de la visita será lo más extensa posible; “la inestabilidad de las relaciones internacionales, la crisis en Oriente Medio, el destino de Siria, el problema del desarme nuclear y la situación de Irán”.  

En realidad, el diálogo entre el presidente y el Papa promete ser muy intenso e interesante, “un intercambio de visiones filosóficas y políticas sobre el mundo, entre el líder de Rusia y la cabeza del cristianismo católico”. Esta es la verdadera clave de lectura del evento: una perspectiva, una “visión universal”, que hace que Rusia y el Vaticano tengan esta mutua sensibilidad. En efecto, el embajador ruso recuerda los intercambios culturales de los últimos años, las muestras y conferencias, paneles de eruditos y eventos para el público en general, que han mostrado la sintonía entre el “padre espiritual” de Occidente y la “madre Rusia” que procura representar a Oriente. El Papa Francisco inspira una gran simpatía en Rusia, debido a su personalidad, “a la cual se deben los grandes avances logrados en las relaciones recíprocas, en el último tiempo”, pero sobre todo, afirma Avdeev, “ha llegado la hora de que los católicos [comprueben] que no pueden resolver muchos problemas y desafíos sin tener en cuenta la lógica política de Rusia y la experiencia de nuestra Ortodoxia”. 

Incluso más, en la reciente entrevista que Putin concedió al Financial Times, retomada por los periódicos de todo el mundo, el presidente ruso defendió a la Iglesia Católica, que se ve “agredida por las ideologías liberales”, proponiendo el auxilio del cristianismo “de Estado” de Rusia. Tal como sostiene Avdeev, “el Vaticano está interesado en la estabilidad y la seguridad en todas las regiones del mundo donde viven fieles católicos”, y los intereses coinciden con los de los rusos, empezando por Siria y Venezuela. 

En lo que respecta al espinoso problema de Ucrania, el embajador recuerda que “el Vaticano apoya los acuerdos de Minsk, tomando distancia de cualquier intromisión en la vida de las comunidades ortodoxas”. Y esto, aún a pesar de los uniatos greco-católicos que, según Avdeev, a menudo “contradicen los llamamientos del Vaticano en los que atañe a evitar la politización de la fe y la ideologización de la feligresía”. 

La neutralidad vaticana acerca de la cuestión ucraniana, por otro lado, es confirmada por una entrevista concedida a la agencia rusa Tass el 28 de junio por el Card. Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos. En ella, el purpurado dice que “la Iglesia Católica no puede reconocer una nueva Iglesia hasta tanto ésta no sea reconocida por las otras; de ninguna manera la Iglesia de Roma puede ser la primera en hacerlo, porque esto sería una intromisión en el conflicto interno entre los ortodoxos”. Por otro lado, observa Koch, “neutralidad no significa indiferencia: si una parte del cuerpo de Cristo sufre, sufren todos los miembros”. 

Por una particular coincidencia, el mismo día de la visita de Putin, el Papa también recibirá a la cúpula de la Iglesia Greco-católica ucraniana, junto al obispo mayor de Kiev, Svjatoslav Shevchuk. Los uniatos volverán a presentar a Francisco el pedido de obtener el status de “Iglesia Patriarcal” y el título de patriarca para el mismo Shevchuk, como vienen haciendo hace muchos años; en el contexto actual, esto significa una ulterior tensión en relación a una Iglesia ucraniana independiente, quizás con la perspectiva de una fusión con la Iglesia ortodoxa autocéfala. El Papa también deberá aportar tranquilidad a Putin con respecto a esto.

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