12/07/2019, 17.11
FILIPINAS
Enviar a un amigo

Protestas en Didipio, el obispo: ‘Cercanos a la gente, contra la destrucción de la naturaleza’

Activistas y ciudadanos del remoto pueblo recurrieron a las barricadas para detener las operaciones de una multinacional australiana. Intendentes y gobernador se oponen a la renovación de la licencia, pero Manila está propensa a firmar el acuerdo. Mons. Mangalinao: “Destrucción superior a los beneficios prometidos”.

 

Bayombong (AsiaNews) – Sostener a mi gente, cualquiera sea el costo, es uno de los modos mejores para demostrar mi amor hacia Dios. Lo declara a AsiaNews Mons. José Elmer Imas Mangalinao (Foto), obispo de Bayombong, diócesis rural que se extiende a través de las provincias de Nueva Vizcaya y Quirino. Un pequeño pueblo de la circunscripción eclesiástica recientemente atrajo la atención de la opinión pública filipina, por su valiente lucha contra un coloso minero: activistas y ciudadanos de Didipio- 335 Km al norte de Manila- recurrieron a las barricadas para detener las operaciones de una mina que amenaza sus tierras. “Actividades mineras y naturaleza son enemigas entre ellas. Oponiéndose a las operaciones de la OceanaGold Corp. rendimos un servicio al ambiente y al mismo tiempo a la población”, afirma Mons. Mangalinao.

La multinacional australiana es propietaria de la Didipio Gold-Copper Mine, que se extiende por 12 mil hectáreas en la provincia de Nueva Vizcaya. No obstante su licencia haya caducado el pasado 22 de junio, la compañía continuó a extraer oro y cobre por diversos días. Esto suscitó la dura reacción de las Ong y los comités mineras que ya en el pasado habían denunciado el desastroso impacto ambiental de la mina. Los manifestantes han bloqueado el acceso al establecimiento de extracción, pidiendo a las autoridades estatales que no renueven el acuerdo. Las administraciones locales ya han expresado su parecer negativo, pero según los observadores, Manila está propensa a firmar el acuerdo. 

En este momento- declara Mons. Mangalinao – el gobernador de Nueva Vizcaya, Carlos M. Padilla, y los intendentes locales dan voz al sentimiento popular en las instituciones, afirmando que ‘cuando es demasiado, es demasiado’. OceanaGold prometió que habría tutelado el ambiente, construyó un hospital y construido nuevas rutas: de todo esto no hemos visto ni la sombra. Lamentablemente, en Manila no quieren prestar atención a los estudios realizados. El Departamento del Ambiente y de los recursos naturales (DENR) y la Oficina minas y geociencia (MGB) no quieren escuchar ni siquiera al gobernador. Las barricadas fueron removidas. Padilla aseguró a los activistas y a los ciudadanos sobre el hecho que vigilará e intervendrá rápidamente en el caso las operaciones reinicien. Para demostrar al gobierno nacional que la diócesis de Bayombong y la provincia de Nueva Vizcaya y la de Quirino están unidas en el pedir la clausura de la mina, mañana iré a Didipio. Aquí, a las 9,30 de la mañana celebraré una ‘misa de solidaridad’.

“El pasado 20 de junio-narra el obispo- participamos en un encuentro en presencia de todas las municipalidades interesada en la mina y del gobernador. Todos estaban de acuerdo en el decir que la destrucción causada por la OceanaGold es muy superior que los beneficios que la mina promete”. En propio sitio web, el coloso australiano afirma que la mina “ofrece significativas ventajas socioeconómicas al pueblo de Didipio, a las comunidades cercanas, a las provincias de Nueva Vizcaya y Quirino y a Filipinas”. “(El establecimiento) Emplea en modo directo más de 1.500 trabajadores, el 97% de los cuales son ciudadanos filipinos y el 59% proviene de las comunidades locales”, se lee en internet. Pero el obispo desmiente: “Como observó uno de los líderes de las comunidades que intervino en el encuentro, “la mina da trabajo a algunos, pero los daños que producen repercuten sobre todos”.

En Filipinas, el compromiso para la justicia económica, social y ambiental a menudo comporta altos riesgos. Bajo la presidencia de Rodrigo Duterte, los activistas de la sociedad civil denuncian el aumento de las amenazas, intimidaciones y represalias. Mons. Mangalinao afirma: “Honestamente estoy más preocupado que asustado. Recientemente, un amigo mío me dijo: ‘Eres valiente en decir estas cosas durante tus homilías y en el programa radiofónico que conduces’. En realidad, yo me preocupo como todos; pienso en la seguridad de cuantos están involucrados en primera línea en las protestas. Pero en estas personas, sobre todo en los más jóvenes, encuentro inspiración. Sé que tengo una sola vida para vivir pero apoyar a mi gente, cualquiera sea el costo, es uno de mis mejores modos para demostrar mi amor hacia Dios”.

“Tenemos la gracia- concluye el obispo- de vivir en un país rico de minerales preciosos, donde la naturaleza es exuberante. El amor y el cuidado por el ambiente forman parte de nuestro ser filipinos. Son años que la Conferencia episcopal (CBCP) está comprometida en la salvaguardia del ambiente y el desarrollo sustentable. Pero, cuando hace 3 años atrás el Papa Francisco publicó la encíclica ‘Laudato Sí’, en el corazón de los obispos filipinos encendió un fuego que nos alentó para renovar los esfuerzos contra el cambio climático. El aumento de las temperaturas en verano, las tempestades y los tifones que periódicamente devastan a la nación son algunas de las consecuencias del fenómeno” (P.F.)

 

TAGs
Enviar a un amigo
Vista para imprimir
CLOSE X
Ver también
El pueblo de Didipio levanta barricadas contra el coloso minero
04/07/2019 16:13
Duterte levanta la prohibición de nuevas minas. Temores por el medio ambiente
15/04/2021 16:02
Meghalaya, mineros atrapados en una mina ilegal: 'Que el gobierno los recupere, vivos o muertos'
03/01/2019 14:59
Qinghai, enfrentamientos entre policías y tibetanos: 'Basta de excavaciones'
12/07/2018 16:22
Tamil Nadu clausura una fundición de cobre, tras la muerte de 13 manifestantes
29/05/2018 13:38


Newsletter

Suscríbase a la newsletter de Asia News o cambie sus preferencias

Regístrese
“L’Asia: ecco il nostro comune compito per il terzo millennio!” - Giovanni Paolo II, da “Alzatevi, andiamo”