Patriarca Pizzaballa: las tensiones internas, más que la guerra, constituyen un signo de profundo malestar

El conflicto entre Israel y Hamas "no es nada nuevo" a diferencia de los "desórdenes internos" que se están poniendo de manifiesto en estos días. La identidad del Estado judío, la cuestión de Jerusalén y el elemento religioso son las cuestiones sin resolver. La Iglesia promueve una vigilia de oración. Paz, justicia y perdón para curar las heridas de Tierra Santa.

Jerusalén (AsiaNews) - "La guerra entre Israel y Hamas no es nada nuevo, lamentablemente, y no hará que termine nada, sino que solo traerá más escombros y muertes". Lo que es una novedad son las "tensiones y los desórdenes internos" dentro del propio Israel, que son la "señal de un profundo malestar" que se estaba gestando desde hace tiempo y ahora está saliendo a la superficie. Entrevistado por AsiaNews, el Patriarca Latino de Jerusalén Pierbattista Pizzaballa analiza el conflicto en curso entre Israel y Hamas en Gaza, sumado a los múltiples focos de violencia entre la población judía y árabe en distintas ciudades israelíes y palestinas. "Hay un problema - explica - de identidad dentro del Estado judío, al que se suma la cuestión de Jerusalén y el elemento religioso". El lenguaje y los discursos marcados por la "violencia" de algunos "partidos de derecha" fueron "la chispa que finalmente encendió la mecha" del conflicto, alimentado por una "mezcla que ya era explosiva".

En el frente militar no cede el enfrentamiento entre el ejército israelí y Hamas, apoyado por grupos yihadistas de la Franja. El número de cohetes lanzados hacia Israel llegó a 3.750; de estos, más del 90% fueron interceptados por el sistema de defensa antimisiles israelí (Cúpula de Hierro). Mientras tanto, los aviones con la Estrella de David han seguido bombardeando la red de túneles de Hamas en la Franja, alcanzando más de 40 objetivos y destruyendo otros 12 km de subterráneos, entre los que había depósitos de armas y centros de comando; murieron no menos de 10 milicianos. En casi 10 días murieron en Gaza 219 palestinos, incluidos 63 niños, 36 mujeres y 16 ancianos; el número de heridos ascendió a 1530.

Mientras tanto, ayer hubo un raro momento de unidad entre palestinos y árabes israelíes que se sumaron a una huelga general para protestar contra las políticas discriminatorias y opresivas de Israel y contra los bombardeos en la Franja. En la movilización participaron los habitantes de Cisjordania y Gaza y los árabes con ciudadanía israelí, algunos de los cuales se definen a sí mismos como "palestinos en Israel" y descendientes de los que vivían en los territorios antes de 1948. Analistas y expertos subrayan que este elemento constituye la verdadera novedad de los últimos tiempos, porque reúne a comunidades a menudo divididas entre sí por razones geográficas y políticas.

"La guerra de estos días en Gaza es como las otras guerras del pasado, y habrá más en el futuro si no se afrontan los problemas de raíz", advierte el Patriarca Pizzaballa. “Entre ellos - continúa - está la cuestión del pueblo palestino” que debe ir acompañada de un “diálogo respetuoso entre las partes” que hasta ahora no se ha dado. Además, los gobiernos que se han alternado al frente del Estado de Israel en los últimos años "no han aportado nada" en el sentido de la paz, el diálogo y la distensión entre las partes. Por el contrario, el primer ministro interino Benjamin Netanyahu parece salir fortalecido de la crisis militar cuando una nueva coalición parlamentaria estaba a punto de destituirlo de su cargo.

El Patriarca de Jerusalén de los Latinos anticipa a AsiaNews que se ha organizado una vigilia de oración - en las iglesias de Tierra Santa el sábado 22 de mayo - para pedir que cese el ruido de las armas y se escuchen las voces de la paz y el diálogo. "Los cristianos -explica- tienen la tarea de reconstruir el diálogo y fomentar el encuentro dentro de nuestras instituciones". Y a los gobiernos de Occidente y la diplomacia internacional el Patriarca les hace una última advertencia: “Necesitamos hablar con respeto y claridad, pero ya pasó el tiempo de las declaraciones genéricas. Ahora hace falta parresía, hace falta un lenguaje franco y directo, es el momento de la responsabilidad para reconstruir nuestra casa común. Hace falta - concluye - paz y justicia. También agrego otra palabra fundamental, el perdón. Pero eso todavía llevará tiempo”.