31/10/2013, 00.00
PAPUA N. GUINEA - INDONESIA
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Papua: la difícil situación de los refugiados, "ciudadanos de segunda clase", olvidados por el mundo

de Giorgio Licini*
El Campo Iowara es hogar de los refugiados de Papúa Occidental, escapados del conflicto indonesio de los años 90. Después de casi 30 años no tienen ciudadanía ni libertad de movimiento, y quienes deben cuidar de ellos parece haberlos abandonado. En el Campo ahora "Sólo la Iglesia busca mantener los servicios educativos y de salud". La historia de un sacerdote verbita, desde hace décadas comprometido en mejorar la situación.

Port Moresby (AsiaNews) - El p. Franco Zocca SVD ha participado en los últimos 25 años de la crisis de refugiados de Papúa Occidental. Hace algún tiempo viajó a la occidental provincia de Papua Nueva Guinea para evaluar la situación del campamento de refugiados de Iowara, que se encuentra al borde de la frontera con Indonesia.

¿Cuál es la situación actual de la frontera?

Hay varias comunidades de refugiados dispersadas en toda la extensión de la frontera. Y todavía está el campo Iowara en la provincia occidental. Fue creado en 1987 por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados. Su propósito era "colocar" las refugiados de West Papua, cerca de 12.000 personas que habían cruzado la frontera entre Papúa y la provincia Indonesia de Irian Jaya (como se la conocía entonces) para evitar enfrentamientos con el ejército de Yakarta. La oferta de "reposicionamiento" fue aceptada sólo por alrededor de un tercio de esas personas. El resto escogió permanecer cerca de la frontera o ser repatriados. Al campo se puede llegar de Kiunga, Provincia occidental, con un viaje de media hora en barco sobre el río Fly y luego unas horas en coche por cerca de 40 kilómetros en una carretera realmente en mal estado.

Sólo visitó Iowara...

Sí, fui allá después de 19 años invitado por mons. Coté Gilles, de la diócesis católica de Daru-Kiunga. En 1994 vivían 3.636 personas, pero en octubre de 2013 contaba sólo con 2.190. ¿Cómo explicas esta caída, dado que en los últimos 19 años ha habido cientos de novedades en el campo y hay una alta tasa de natalidad? Hay una variedad de razones. Por un lado está el hecho de que entre 1997 y  2003 el gobierno papuano  ha ofrecido a los residentes del Campo la residencia permanente (pero no la ciudadanía), con el resultado que muchos han dejado y se establecieron en alguna parte en Papua Nueva Guinea. Muchos se han ido porque tienen diferentes capacidades y lograron encontrar trabajo, o porque querían reunirse con parientes aquí o en Papúa Occidental. Más de 500 refugiados se han asentado en Kiunga. Quienes permanecen en Iowara son en su mayoría agricultores que viven de la subsistencia.

¿Los niños reciben una educación?

Puesto que muchas personas se han ido, 4 de los 16 pueblos creados en 1994 ahora están totalmente abandonados. Ha disminuido el número de estudiantes en primaria, secundaria y preparatoria de 1.023 de 1994 a 694. En el pasado, en la escuela utilizaron el idioma Indonesio. Pero en 1997 se han registrado de manera oficial por la Dirección Nacional de Educación en Papua Nueva Guinea las escuelas del Campo y las clases se imparten hoy utilizando el inglés. Decenas de estudiantes de Iowara están siguiendo clases vocacionales o secundarias en Kiunga. La diócesis católica romana de Daru-Tari, a través de sus agencias, sigue siendo responsable de los servicios de educación y salud. Además del Centro de salud -que se ha expandido mediante la adición de una sala de maternidad, un centro de salud, un centro de pruebas de VIH y SIDA y una clínica de tuberculosis- se construyeron cuatro nuevos centros de ayuda. Junto con el Servicio Jesuita a refugiados, la diócesis ha creado una oficina llevada a cabo por las Hermanas de la Misericordia en Australia, para prestar asistencia a los refugiados y la escolaridad a estudiantes adultos.

¿Cómo es la vida de estas personas, lejos de sus lugares de origen.

Los residentes de Iowara parecen mucho más cómodos hoy que hace 19 años. Las tensiones y los conflictos con los dueños originales de la tierra en su mayoría han desaparecido, después de que el gobierno ha proporcionado estas personas más de 6.000 hectáreas de tierra. Las tensiones se han reducido con la salida de los activistas refugiados, obsesionados por la independencia de la Papúa Occidental. Sin embargo, a veces aparecen nuevas tensiones entre los refugiados de diferentes etnias tribales. El Departamento gubernamental para los asuntos de gobierno provincial y local y para los asuntos fronterizos se gestiona en Iowara desde 1987 con un administrador y varios asistentes. Los refugiados también están bajo la autoridad del Comité Central, un cuerpo elegido en Iowara establecidos por la ONU, cuyos miembros son elegidos entre los refugiados y los terratenientes locales que viven en el Campo. Lamentablemente, como ya señalé, desde 1994, el Comité Central no funciona correctamente. Hay desconfianza entre los miembros, los fondos son utilizados inadecuadamente y existen tensiones étnicas.

¿Cuáles son los actuales esfuerzos de las Naciones Unidas, el gobierno y la Iglesia en Iowara?

Las Naciones Unidas no han mantenido un compromiso continuo con los papuanos occidental en Papúa Nueva Guinea. De 1987 a 1996 tenían una oficina y un representante en Port Moresby. La oficina fue cerrada en 1996 y reabierta 11 años más tarde, sólo para cerrarse en 2013. La ONU quiere que el gobierno nacional y provincial de Papua Nueva Guinea tome la plena carga del Campo. En este contexto fue firmado en enero de 2013 un acuerdo formal sobre la "entrega de servicio continuo y el apoyo al sector de refugiados del este de Iowara Awin después de la retirada de las Naciones Unidas". Los firmantes fueron el Secretario del Departamento provincial y local, la Administración provincial del gobierno del río Fly, el obispo de Daru-Tari, del Presidente del Comité Central del campamento y el representante saliente de la oficina de las Naciones Unidas. Entrevisté a los refugiados que están bastante escépticos sobre el nuevo acuerdo. Vi maquinaria pesada para el mantenimiento de las carreteras -enviada por varios organismos- que permanecen oxidándose y sin usar por falta de combustible y operarios; No veo interés, de las administraciones locales, para su desarrollo; y dudo que el dinero que se les asigne nunca será utilizado adecuadamente. En el momento sus esperanzas están puestas en una empresa de energía, que planea extraer petróleo y gas de la zona proporcionando mejores carreteras y trabajo para los jóvenes. La Iglesia católica está prácticamente sola para administrar al menos la salud y educación en Iowara. 

Desde su punto de vista, ¿qué debe hacer el gobierno de Papua Nueva Guinea.

Hoy, después de 20 o 30 años en este país, a los refugiados se les debe conceder la ciudadanía. Sin este reconocimiento puede vivir en casa, pero no puede viajar. Hace algún tiempo las tres candidatas que querían unirse a las Hijas de la Sabiduría no han podido ir a las Filipinas para su año de noviciado y así que no han podido entrar en la congregación. Esto constituye una grave violación de los derechos humanos, la libertad religiosa y la libertad de movimiento. Miles de niños de Papúa Occidental, nacidos en Papua Nueva Guinea, tienen un certificado de nacimiento, crecen en la misma forma y reciban la misma educación que los niños papúes, pero no son ciudadanos. No pueden votar en las elecciones o viajar. Pero ellos son hermanos y hermanas melanesios mucho más que refugiados asiáticos en la isla de Manus, en la que Australia y Papua Nueva Guinea están invirtiendo mucho.

* Misionero del Pontificio Instituto de misiones extranjeras en Papúa Nueva Guinea

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