19/12/2018, 13.56
VATICANO
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Papa: ‘celebrar la Navidad’ como querría Dios, abiertos a sus sorpresas, lejos del consumismo

“Estar en silencio delante del pesebre: esta es la invitación para Navidad: vé delante del pesebre y quédate en silencio y verás sorpresas. Pero lamentablemente, se puede equivocarse de fiesta y preferir a las novedades del Cielo las normales cosas de la tierra”. Que no sea una fiesta, donde en el centro estemos nosotros y no Él. “¡Por favor, no mundanisemos la Navidad!”.  “No pongamos de lado al Festejado”

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- “Hacer Navidad”  como querría Dios y no abandonarse al ruido del consumismo, sino abrirse a las “sorpresas de Dios”. como fue la primera Navidad para María y José que vieron cambiados todos sus proyectos y cuando “a recibir al Salvador no estaban las autoridades del tiempo, o los embajadores, sino los simples pastores”.
“Navidad: las sorpresas que gustan a Dios” fue el tema de la reflexión propuesta por el Papa Francisco para la audiencia general de hoy.

A las 8 mil personas presentes en el Aula de las audiencias, Francisco dijo: “dentro de 6 días será Navidad. Los árboles, los adornos y las luces por todos lados recuerdan que también este año será fiesta. La máquina publicitaria invita a intercambiarse los regalos siempre nuevos para sorprenderse. Pero, ¿es ésta la fiesta que le gusta a Dios? ¿Qué Navidad querría Él? ¿Cuáles regalos y cuáles sorpresas?”. Miremos a la primera Navidad de la historia para descubrir los gustos de Dios. Aquella Navidad estaba llena de sorpresas. Se comienza con María, que era la esposa prometida a José: llega el Ángel y le cambia la vida. De virgen será madre. Se prosigue con José, llamado a ser padre de un hijo sin generarlo. Un hijo que – giro inesperado - llega en el momento menos indicado, es decir, cuando María y José eran esposos prometidos y según la Ley no podían vivir juntos. Ante el escándalo, el sentido común de la época invitaba a José a repudiar a María y a salvar su buen nombre, pero él, aun teniendo derecho a hacerlo, sorprendió: para no dañar a María, pensó despedirla en secreto, a costa de perder su reputación. Luego otra sorpresa: Dios en un sueño cambia sus planes y le pide que se lleve a María con él. Nacido Jesús, cuando tenía sus proyectos para la familia, todavía en un sueño se le dice que se levante y se vaya a Egipto. En resumen, la Navidad trae cambios de vida inesperados. Y si queremos vivir la Navidad tenemos que abrir el corazón y estar abiertos a la sorpresa, es decir, a un cambio de vida inesperado.  

“Pero es en la noche de Navidad que llega la sorpresa más grande: el Altísimo es un pequeño niño. La Palabra divina es un infante, que literalmente significa ‘incapaz de hablar’.
A recibir al Salvador no estaban las autoridades del tiempo, o los embajadores, sino los simples pastores, sorprendidos por los ángeles mientras trabajaban durante la noche, van corriendo sin dudar. ¿Quién se lo habría esperado?,. Navidad- explicó – es celebrar lo inédito de Dios, o mejor dicho, es celebrar un Dios inédito, que revierte nuestras lógicas y expectativas. Entonces hacer Navidad significa acoger en la tierra las sorpresas del Cielo. No se puede vivir “tierra a tierra”, cuando el Cielo ha traído sus novedades al mundo. La Navidad inaugura una época nueva, donde la vida no se programa, sino que dona; donde no se vive para sí, en base de los propios gustos, sino para Dios; y con Dios, porque la Navidad es dejarse sacudir por su sorprendente novedad. La Navidad de Jesús no ofrece un calor como un hogar, sino la emoción divina tranquilizadora que sacude la historia. La Navidad es la revancha de la humildad sobre la arrogancia, de la sencillez sobre la abundancia, del silencio sobre el escándalo. Navidad es preferir la voz silenciosa de Dios a los ruidos del consumismo, de la oración sobre ‘mi tiempo’, de Dios sobre mi yo”  

Hacer Navidad es hacer como Jesús, que vino al mundo por nosotros, necesitados, y descender hacia quien necesita de nosotros. Es hacer como  María: confiarse, ser dóciles a Dios, aún sin entender. Es hacer como José: alzarse para realizar lo que Dios quiere, incluso si no es según nuestros planes”. San José es sorprendente: en el Evangelio no habla nunca, no hay una palabra de San José en el Evangelio y el Señor le habla en el silencio, le habla en el sueño” explicó el Santo Padre quien añadió que “Navidad es preferir la voz silencio de Dios a los estruendos del consumismo. Si supiésemos estar en silencio delante del pesebre, la Navidad sería también para nosotros una sorpresa, no una cosa ya vista”.

“Estar en silencio delante al pesebre: esta es la invitación para Navidad: vé delante del pesebre y quédate en silencio y verás sorpresas. Pero lamentablemente, se puede equivocar de fiesta y preferir a las novedades del Cielo las normales cosas de la tierra”. Que no sea una fiesta, donde en el centro estemos nosotros y no Él. “¡Por favor, no mundanisemos la Navidad!”.  “No pongamos de lado al Festejado”, como entonces, cuando “vino entre los suyos y los suyos no lo recibieron” (Jn 1,11). Ya desde el primer Evangelio del Adviento el Señor nos puso en guardia, pidiendo que no nos llenemos de pesos en “disipaciones” y “afanes de la vida” (Lc 21,34). En estos días se corre, quizás como nunca durante en todo el año. Pero así se hace lo opuesto de lo que Jesús quiere. Damos la culpa a las tantas cosas que llenan las jornadas, al mundo que va más veloz. Sin embargo, Jesús no acusó al mundo, no pidió a nosotros que no nos dejemos arrastrar, sino el de vigilar en todo momento rezando (cfr v. 36)”.

“Así, será Navidad si, sabremos dedicar tiempo al silencio, como hizo José; si le decimos a Dios ‘aquí estoy’, como María; si salimos de nosotros mismos para ir al encuentro de Jesús, como los pastores. Será Navidad, si encontraremos la luz en la pobre gruta de Belén. No será Navidad  si no nos dejamos cegar por el brillo de luces artificiales, de regalos y comidas, y en cambio ayudamos a alguien que pasa necesidad, porque Dios se hizo pobre en Navidad. Queridos hermanos y hermanas- concluyó el Papa- les deseo Feliz Navidad, rico de sorpresas, ¡pero de las sorpresas de Jesús! Podrán parecer sorpresas incómodas, pero son los gustos de Dios. Si los tomaremos, nos haremos a nosotros mismos una sorpresa. Cada uno de nosotros tiene en el corazón la capacidad de sorprender, dejémonos sorprender por Jesús”.

Y saludando a los fieles italianos, al final, Francisco dijo. “Es inminente el nacimiento del Señor Jesús. La fiesta que celebraremos también este año, en la Noche santa de su Navidad, despierte en nosotros la ternura de Dios por toda la humanidad, cuando, en Jesús, no rechazó asumir, sin ninguna reserva, a nuestra naturaleza humana. Confiémonos en María y en José, para que nos enseñen a acoger un don tan grande: El Emmanuel, el Dios con nosotros” .
 

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