10/11/2017, 15.30
VATICANO
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Papa: un progreso “efectivo e inclusivo” para un mundo sin armas atómicas

Al recibir a los participantes del simposio titulado Perspectivas para un mundo libre de armas nucleares y para un desarme integral, Francisco se ha referido a un escenario caracterizado por “un clima inestable de conflictividad” y una carrera armamentista “que no conoce pausa”. “Las armas de destrucción masiva, y en particular aquellas atómicas, no generan más que un engañoso sentido de seguridad y no pueden constituir el fundamento para una convivencia pacífica entre los miembros de la familia humana, que, por el contrario, debe inspirarse en una ética de solidaridad”.  

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – En la realidad internacional actual, caracterizada por “un clima inestable de conflictividad”, por “la espiral de la carrera armamentista que no conoce pausa” y donde crece el número de países que han tenido o aspiran a tener armas nucleares, el Papa reafirmó no sólo que la posesión misma de armas atómicas es ilegítima, sino también que un progreso “efectivo e inclusivo” puede realizar la utopía de un mundo sin armas.

Al recibir a los participantes del simposio internacional titulado Perspectivas para un mundo libre de armas nucleares y para un desarme integral, Francisco ha afirmado que debe rechazarse “la cultura del descarte”, se debe “velar por las personas y por los pueblos que sufren las más dolorosas desigualdades” y se debe “integrar la dimensión individual y aquella social mediante el despliegue del principio de subsidiariedad, favoreciendo el aporte de todos, como individuos y como grupos. Por último, se necesita promover lo humano en su unidad inseparable de alma y cuerpo, de contemplación y de acción”.

A los participantes del encuentro -11 Premios Nobel por la Paz, directivos de la ONU y de la OTAN, diplomáticos, entre otros, de Rusia, Estados Unidos, Corea del Sur, Irán, además de máximos expertos en el campo del armamento, exponentes de fundaciones, organizaciones y de la sociedad civil, comprometidas activamente en la materia y representantes religiosos –el Papa ante todo ha dicho que “un lúgubre pesimismo podría empujarnos a considerar que las ‘perspectivas de un mundo libre de armas nucleares y por un desarme integral’, parecen cada vez más remotas. Es un dato de hecho que la espiral de las armas, no sólo nucleares, representan un considerable punto de gasto para las naciones, al punto de tener que poner en un segundo plano las prioridades reales de la humanidad sufriente: la lucha contra la pobreza, la promoción de la paz, la realización de proyectos educativos, ecológicos y sanitarios y el desarrollo de los derechos humanos”.   

 

También ha de condenarse la posesión de armas atómicas

Provoca “un vivaz sentimiento de inquietud” el sólo pensamiento de las “catastróficas consecuencias” que podría acarrear una explosión, “incluso accidental”, de un arma nuclear. Por lo tanto, “debe condenarse firmemente la amenaza de su uso, y también su misma posesión, justamente porque su existencia es funcional a una lógica de miedo que no concierne solamente a las partes en conflicto, sino a todo el género humano. Las relaciones internacionales no pueden estar dominadas por la fuerza militar, por las intimidaciones recíprocas, por la ostentación de los arsenales bélicos”.

“Las armas de destrucción masiva, y en particular aquellas atómicas, no generan otra cosa que un engañoso sentido de seguridad, y no pueden constituir el fundamento de la convivencia pacífica entre los miembros de la familia humana, que debe inspirarse en una ética de solidaridad”.

Por el contrario, en el mundo, “las tecnologías nucleares ya se propagan incluso a través de comunicaciones telemáticas, [siendo] que las herramientas de derecho internacional no han impedido que los nuevos Estados se sumasen al círculo de poseedores de armas atómicas. Se trata de escenarios angustiantes, si se piensa en los desafíos [que presenta] la geopolítica contemporánea, como el terrorismo o los conflictos asimétricos”.  

“Y sin embargo, un sano realismo no cesa de encender las luces de la esperanza en nuestro mundo desordenado. Recientemente, por ejemplo, a través de una histórica votación llevada a cabo en la sede de la ONU, la mayor parte de los miembros de la comunidad internacional ha establecido que las armas nucleares no sólo son inmorales, sino que incluso deben ser consideradas como un ilegítimo instrumento de guerra. Así se ha colmado un vacío jurídico importante, ya que las armas químicas, aquellas biológicas, las minas anti-hombre y las bombas de racimo son todos armamentos expresamente prohibidos a través de las convenciones internacionales. Más significativo aún es el hecho de que estos resultados se deban principalmente a una ‘iniciativa humanitaria’ promovida por una válida alianza entre sociedad civil, Estados, organizaciones internacionales, Iglesias, academias y grupos de expertos. En semejante contexto se coloca también el documento que ustedes, distinguidos con el Premio Nobel por la Paz, me han entregado, y por el cual expreso mi grato aprecio”.

Por último, Francisco ha recordado que este año se cumple el 50mo aniversario de la encíclica  Populorum progressio de Pablo VI. “La misma, desarrollando la visión cristiana de la persona, ha resaltado la noción de desarrollo humano integral, y la ha propuesto como nuevo nombre de la paz. En este memorable y actualísimo documento, el Papa ha ofrecido la sintética y feliz fórmula por la cual «el desarrollo no se reduce a un mero crecimiento económico. Para ser auténtico desarrollo, debe ser integral, lo cual quiere decir orientado a la promoción de cada hombre y de todo el hombre » (n. 14)”.

Y “sigue siendo siempre válido el magisterio de Juan XXIII, que ha señalado con claridad el objetivo de un desarme integral, al afirmar: «Todos deben, sin embargo, convencerse que ni el cese en la carrera de armamentos, ni la reducción de las armas, ni, lo que es fundamental, el desarme general son posibles si este desarme no es absolutamente completo y llega hasta las mismas conciencias; es decir, si no se esfuerzan todos por colaborar cordial y sinceramente en eliminar de los corazones el temor y la angustiosa perspectiva de la guerra» (Carta Enc. Pacem in terris, 11 de abril de 1963, n. 113)”.

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