Papa: ser cristianos significa dar testimonio con la propia vida

“El amor a una persona, y también al Señor, se demuestra no con palabras, sino con hechos”. “Ser cristianos no significa ante todo pertenecer a una cierta cultura o adherir a una cierta doctrina, sino más bien, vincular la vida propia, en cada aspecto suyo, a la persona de Jesús, y, a través suyo, al Padre”

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Ser cristianos, observar los mandamientos “ha de ser entendido en un sentido existencial, de manera que toda la vida esté involucrada. De hecho, ser cristianos no significa, ante todo, pertenecer a una cierta cultura o adherir a una cierta doctrina, sino vincular la propia vida, en cada aspecto suyo, a la persona de Jesús, y, a través suyo, al Padre”. Es el objetivo por el cual Jesús promete la efusión del Espíritu Santo. Lo recordó el Papa en el día de Pentecostés, antes del rezo del Regina Caeli.

Hoy, señaló a las 50.000 personas presentes en la plaza San Pedro, “la liturgia nos invita a abrir nuestra mente y nuestro corazón al don del Espíritu Santo, que Jesús prometió en varias oportunidades a sus discípulos, el primer y principal don que Él obtuvo con su Resurrección. Fue Jesús mismo quien imploró este don al Padre, como testimonia el Evangelio de hoy, que está ambientado en la Última Cena. Jesús dice a sus discípulos: «Si me amáis, cumpliréis mis mandamientos; y yo rogaré al Padre y Él os dará otro Paráclito para que permanezca con vosotros para siempre» (Jn 14,15-16). Estas palabras nos recuerdan, ante todo, que el amor a una persona, y también al Señor, se demuestra no con palabras, sino con hechos; y que incluso ‘observar los mandamientos’ ha de ser entendido en un sentido existencial, de modo que toda la vida esté involucrada en ello. En efecto, ser cristianos no significa principalmente pertenecer a una cierta cultura o adherir a una cierta doctrina, sino más bien vincular la propia vida, en cada aspecto suyo, a la persona de Jesús, y, a través suyo, al Padre. Es con este objetivo que Jesús promete la efusión del Espíritu Santo a sus discípulos”.

“Justamente es gracias al Espíritu Santo, Amor que une al Padre y al Hijo y que de ellos procede, que todos podemos vivir la misma vida de Jesús. El Espíritu, en efecto, nos enseña cada cosa, es decir, la única cosa indispensable: amar como ama Dios. Cuando promete el Espíritu Santo, Jesús lo define como «otro Paráclito» (v. 16), que significa Consolador, Abogado, Intercesor, es decir, Aquél que nos asiste, nos defiende, que está a nuestro lado en el camino de la vida y en la lucha por el bien y contra el mal. Jesús dice «otro Paráclito» porque el primero es Él, Él mismo, que se hizo carne justamente para asumir sobre sí nuestra condición humana y liberarla de la esclavitud del pecado, Por otro lado, el Espíritu Santo ejerce una función de enseñanza y de memoria. Enseñanza y memoria. Nos lo ha dicho Jesús: «el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os enseñará cada cosa y os recordará todo lo que os he dicho» (v. 26). El Espíritu Santo no trae una enseñanza diversa, sino que vuelve viva, vuelve operante la (enseñanza) de Jesús, para que el tiempo que pasa no la elimine ni la atenúe”.

“El Espíritu Santo introduce esta enseñanza en nuestro corazón, nos ayuda a interiorizarla, haciendo que pase a formar parte de nosotros, carne de nuestra carne. Al mismo tiempo, prepara nuestro corazón pata que se verdaderamente capaz de recibir las palabras y los ejemplos del Señor. Todas las veces que la palabra de Jesús es escuchada con alegría en nuestro corazón, esto es obra del Espíritu Santo”.

Por último, luego del rezo de la oración mariana, Francisco dijo que “hoy, en el muy apropiado contexto de Pentecostés, será publicado mi Mensaje para la próxima Jornada Mundial de las Misiones, que cada año se celebra el tercer domingo de octubre. El Espíritu Santo dé fuerza a todos los misioneros ad gentes y sostenga la misión de la Iglesia en el mundo entero”.