26/02/2018, 12.28
VATICANO
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Papa: no juzgar a los demás y, delante de Dios, avergonzarse de ser pecador

“Sed misericordiosos. Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. Incluso más: sed generosos. Dad y se os dará. ¿Qué se me dará? Una medida buena, apretada, colmada y rebosante. La abundancia de la generosidad del Señor, cuando en nosotros abunde nuestra misericordia, al no juzgar”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – No juzgar a los demás, y avergonzarse delante de Dios -único juez- de ser pecador. Es la advertencia que el Papa Francisco hizo en la homilía de la misa que celebró esta mañana en la Casa Santa Marta, al comentar la invitación de Jesús en el Evangelio del día de hoy (Lc 6, 36-38).

La invitación es a no juzgar e, incluso más, a perdonar. Cada uno de nosotros puede pensar: “Pero si yo jamás juzgo, yo no me coloco como juez”. En cambio, Francisco invita a examinar nuestras actitudes: “¡cuántas veces el tema de nuestras conversaciones está en juzgar a los demás!, cuando decimos “esto no va”. “¿Pero quién te ha puesto a ti como juez?”. “Juzgar a los demás es algo feo, porque el único juez es el Señor”, que conoce esta tendencia a juzgar, del hombre. “En las reuniones que tenemos, un almuerzo, lo que sea, supongamos que dure dos horas: de esas dos horas, ¿cuántos minutos se gastan en juzgar a los demás? A esto, ‘no’. ¿Y a qué, ‘sí’? Sed misericordiosos. Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. De más: sean generosos. Dad y se os dará. ¿Qué se me dará? Una medida buena, apretada, colmada y rebosante. La abundancia de la generosidad del Señor, cuando nosotros abundemos en nuestra misericordia, al no juzgar”.   

Por lo tanto, la invitación es a ser misericordiosos con los demás, porque del mismo modo el Señor será misericordioso con nosotros.

La segunda parte del mensaje de la Iglesia, hoy, es la invitación a tener una actitud de humildad con Dios, que consiste en reconocerse pecadores. “Y nosotros sabemos que la justicia de Dios es misericorida. Pero es necesario decirlo: ‘A Ti conviene la justicia, a nosotros, la vergüenza’- Y cuando se encuentra la justicia de Dios con nuestra vergüenza, allí hay perdón. ¿Creo que he pecado contra el Señor? ¿Creo que el Señor es justo? ¿Creo que es misericordioso? ¿Me avergüenzo delante de Dios, de ser pecador? Es así de simple: a Ti, la justicia; a mí, la vergüenza. Y pedir la gracia de la vergüenza”.   

Francisco recordó, a este propósito, que en su idioma, a la gente que hace daño se la llama “sinvergüenza”, para reafirmar la invitación a pedir la gracia de que “jamás nos falte la vergüenza delante de Dios”. “Es una gran gracia, la vergüenza. Así –concluyó- recordemos: la actitud hacia el prójimo, recordar que yo seré juzgado con la medida que juzgo; no debo juzgar. Y si digo algo sobre otro, que sea dicho generosamente, con mucha misericordia. La actitud delante de Dios, este diálogo esencial: ‘A Ti, la justicia, a mí, la vergüenza’”.

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