06/10/2017, 12.35
VATICANO
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Papa: la vergüenza por los pecados 'es una gracia', porque abre el camino hacia el perdono

La vergüenza “abre la puerta a la sanación”. Es “cuando el Señor nos ve así, avergonzados por lo que hemos hecho y con humildad pedir perdón, Él es el omnipotente: cancela, nos abraza y nos perdona.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- La vergüenza por los pecados cometidos “es una gracia”, porque abre el camino hacia el perdón de Dios. Lo dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa que celebró esta mañana en la casa s. Marta, comentando las palabras del Profeta Baruc que en la Primera lectura de hoy habla de la desobediencia a la ley de Dios e indica el “verdadero camino” para pedir perdón: “Justicia de Dios y a nosotros el deshonor sobre el rostro”.

“Nadie-observó el Papa- puede decir: “Yo soy justo” o “yo no soy como aquel o como aquella”. Yo soy pecador. Yo diría que casi es el primer nombre que todos tenemos: pecadores. Y luego, ¿por qué somos pecadores? Hemos desobedecido-siempre en relación con el señor: Él dijo una cosa y nosotros hicimos oyra. No hemos escuchado la voz del señor: Él nos ha hablado tantas veces. En nuestra vida, cada uno puede pensar: “¡Cuántas veces el señor me habló!... ¡Cuántas veces no he escuchado!”, habló con los padres, con la familia, con el catequista, en la iglesia, en las prédicas, también habló a nuestro corazón”.

Pero nosotros nos rebelamos: por lo tanto esto es el pecado, es “rebelión”, es “obstinación” en el seguir las “perversas inclinaciones “de nuestro corazón” cayendo en las “pequeñas idolatrías de cada día”, “avidez”, “envidia”, “odio” y en particular, “difamación”, aquel “ hablar mal de otros” que el pontífice define como “la guerra del corazón para destruir al otro”.

Y es a causa del pecado, como está escrito también en la página de Baruc, “que se nos vinieron encima tantos males” porque “el pecado arruina el corazón, arruina la vida, arruina el alma, debilita, enferma”, pero permanece siempre como un pecado en relación con Dios. “No es una mancha que hay que quitarse. Si fuese una mancha, bastaría ir a la tintorería y limpiarse…¡No!. El pecado es una relación de rebelión contra el Señor. Es feo en sí mismo, pero feo contra el Señor, que es bueno. Y si yo pienso así mis pecados, en vez de entrar en depresión siento aquel gran sentimiento: la vergüenza, el deshonor que dice del cual habla el profeta Baruc. La vergüenza es una gracia”. Porque “abre la puerta a la curación”. Y cuando el Señor no ve así, avergonzados por lo que hemos hecho y con humildad pedir perdón, Él es el omnipotente: cancela, nos abraza, nos acaricia y nos perdona. Pero, este es el camino para llegar al perdón, aquel que hoy el profeta Baruc nos enseña. Alabemos hoy al Señor porque ha querido manifestar la omnipotencia propia en la misericordia y en el perdón”.

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