08/01/2019, 13.48
VATICANO
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Papa: la indiferencia es lo opuesto al amor de Dios

“Dios da el primer paso, Él tiene en sí la compasión, tiene la misericordia y que cuántas veces nosotros, nuestra actitud es la indiferencia. Recemos al Señor para que cure a la humanidad, comenzando por nosotros mismos: que mi corazón se cure de esta enfermedad que es la cultura de la indiferencia”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Dios “da el primer paso” y “ama a la humanidad que no sabe amar”, pero “lo opuesto más cotidiano al amor de Dios, a la compasión de Dios es la indiferencia”. Lo dijo el Papa Francisco en la homilía de la Misa celebrada esta mañana en la casa de S. Marta, ofrecida por el eterno descanso del arzobispo Giorgio Zur, ya nuncio apostólico en Austria, “que vivía en esta Casa” y “que falleció ayer a medianoche”.

“Amémonos los unos a otros, porque el amor” viene de Dios, recordó el Papa citando las palabras de S. Juan en la Primera lectura. Y el apóstol explica “cómo se manifestó el amor de Dios en nosotros”: “Dios mandó al mundo a su Hijo unigénito, para que nosotros tengamos la vida por medio de Él”. “Este es el misterio del amor: Dios nos amó primero. Él dio el primer paso”. Un paso “hacia la humanidad que no sabe amar”, que “necesita de las caricias de Dios para amar”, del testimonio de Dios. “Y este primer paso que hizo Dios es su Hijo: lo envió para salvarnos y dar un sentido a la vida, para renovarnos, para recrearnos”.

Es cuanto muestra también el pasaje del Evangelio de Marcos sobre la multiplicación de los panes y de los pescados (Mt 6,33-44). “¿Por qué Dios hizo esto?”. Por ’compasión’”. Compasión de la gran multitud que ve cuando desciende de la barca, en las orillas del lago de Tiberíades, porque estaban solos, “como ovejas sin pastor”. “El corazón de Dios, el Corazón de Jesús se conmovió y ve, ve a aquella gente y no puede quedarse indiferente. El amor tiene compasión. Pero compasión significa poner el corazón en juego; significa misericordia. Jugar el propio corazón hacia los otros: esto es el amor. El amor es poner el corazón en juego por los otros”.

En esta cuestión, Jesús enseña “muchas cosas” a la gente y a los discípulos, al final, se aburren, “por que Jesús decía siempre las mismas cosas”. Y mientras Jesús enseña “con amor y compasión”, quizás comienzan “a hablar entre ellos”. Al final miran el reloj: “Pero, es tarde ya…”. Y, narra el evangelista Marcos: “Pero, Maestro, el lugar está desierto y ya es tarde, despídelos, de modo que, yendo por los campos y los pueblos puedan comprarse algo para comer”. Prácticamente dicen “que se las arreglen” y que compren su pan. “Pero nosotros estamos seguros-comentó el Papa- ellos sabían que tenían pan para ellos y querían cuidarlo. Es la indiferencia”.

“A los discípulos no les interesaba la gente: les interesaba Jesús, porque lo querían. No eran malos: eran indiferentes. No sabían qué significaba amar. No sabían qué era la compasión. No sabían qué era la indiferencia. Quisieron pecar, traicionar al Maestro, abandonar al Maestro, para entender el quid de la compasión y de la misericordia. Y Jesús les da una respuesta cortante: “Ustedes mismos denles de comer”. Ocúpate de ellos. Esta es la lucha entre la compasión de Jesús y la indiferencia, la indiferencia que se repite en la historia siempre, siempre… Tanta gente que es buena, pero no entiende las necesidades de los otros, no es capaz de compasión. Es gente buena, quizás porque no entran en el amor de Dios en su corazón o no lo han dejado entrar”. Y Francisco trajo el ejemplo de una foto que está en un de las paredes de la Limosnería Apostólica: “una instantánea espontánea que realizó un buen muchacho romano y lo ofreció a la Limosnería. La realizó Daniele Garofani, hoy fotógrafo del Osservatore Romano”, volviendo de un servicio de distribución de comida a los sin techo con el Card. Krajewski. Era una noche de invierno “se veía por el modo de vestir de la gente” explicó el Papa, que salía “de un restaurante”, “Gente toda bien abrigada” y satisfecha: “habían comido, estaban entre amigos”. Y allí “estaba un sin techo, sentado en el suelo, que hace así…” y Francisco imitó el gesto de la mano tendida. El fotógrafo “fue capaz de hacer una foto en el momento en el cual la gente mira para el otro lado, para que las miradas no se choquen”. Esta “es la cultura de la indiferencia. Esto es lo mismo que hacen los apóstoles”. “Despídelos, que vayan por los campos, en la oscuridad, con hambre. Que se arreglen: es un problema de ellos”. “Nosotros tenemos: cinco panes y dos pescados para nosotros”.  

“El amor de Dios nos precede- subrayó el Papa- es amor de compasión, de misericordia”. “Lo opuesto más cotidiano del amor al amor de Dios, a la compasión de Dios, es la indiferencia: la indiferencia. Yo estoy satisfecho, no me falta nada. Tengo todo, he asegurado esta vida y también la eterna, porque voy a Misa todos los domingos, soy un buen cristiano”. “Pero, saliendo del restaurante, miro para otro lado”. Pensemos: este Dios que da el primer paso, que tiene compasión, que tiene misericordia y tantas veces nosotros, nuestra actitud es la indiferencia. Recemos al Señor para que cure a la humanidad, comenzando por nosotros mismos: que mi corazón se cure de esta enfermedad que es la cultura de la indiferencia”.
 

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