18/04/2018, 14.11
VATICANO
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Papa: ‘el único dueño de la vida es Dios y es nuestro deber hacer de todo para custodiarla’

Nuevo pedido de Francisco por Alfie Evans y Vincent Lambert. El bautismo “es el inicio de un proceso que nos permite vivir unidos a Cristo en la Iglesia”. Por eso, es importante recordar el día de nuestro bautismo y enseñar a los niños a hacerse bien la señal de la cruz. Aliento al Banco mundial, para que con la inclusión financiera promueva la vida de los pobres.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- “El único dueño de la vida es Dios y es nuestro deber hacer de todo para custodiarla”. Lo dijo hoy el Papa Francisco que al final de la audiencia general volvió a pedir por Alfie Evans- cuyo padre, Tomás, fue recibido por el Papa esta mañana- y Vincent Lambert, el primero en Inglaterra, el segundo en Francia, de los cuales las magistraturas de sus países quieren decretar la muerte con la interrupción de la hidratación y la nutrición. “Llamo nuevamente la atención -son sus palabras-sobre Vincent Lambert y el pequeño Alfie Evans, y quisiera reafirmar fuertemente reconfirmar ¡que el único dueño de la vida, desde el inicio hasta su finalización natural, es Dios! Es nuestro deber hacer de todo para custodiar la vida. Pensemos en silencio y recemos”.

Antes de ello, ante las 20.000 personas presentes en la plaza San Pedro, el Papa había hablado de la celebración del Bautismo que “es el inicio de un proceso que permite vivir unidos a Cristo en la Iglesia”. Por eso, es importante recordar el día de nuestro bautismo y enseñar a los niños a hacerse bien la señal de la cruz que es “el sello de Cristo” y “el distintivo que manifiesta quiénes somos”. El Bautismo, “signo de la fe cristiana” fue el tema al cual el Papa Francisco dedicó la catequesis para la audiencia general de hoy.

En el curso del encuentro, el Papa también dirigió un pensamiento a la reunión primaveral del Banco Mundial, que tendrá inicio el sábado próximo en Washington. “Los aliento -dijo- en los esfuerzos que, mediante la inclusión financiera, tratan de promover la vida de los más pobres, favoreciendo un auténtico desarrollo integral y respetuoso de la dignidad humana”.

La celebración del Bautismo, había dicho en la catequesis, “suscita una dinámica espiritual que atraviesa toda la vida de los bautizados; es el inicio de un proceso que nos permite vivir unidos a la Iglesia. Por lo tanto, volver a la fuente de la vida cristiana nos lleva a comprender mejor el don recibido en el día de nuestro bautismo y a renovar el compromiso de corresponder en la condición en la cual hoy vivimos y nos encontramos”. Y para “comprender mejor este don”, Francisco volvió a dar “una nueva tarea para la casa”, recordar el día del Bautismo. “Sé que algunos lo saben, otros no, quien no lo sepa pregunte a los parientes, a los padrinos”, para “celebrar este segundo cumpleaños”. “Ante todo, en el rito de acogida del bautismo, se pide el nombre del que va a ser bautizado. El nombre indica la identidad de una persona. Cuando nos presentamos decimos inmediatamente nuestro nombre para salir del anonimato. Sin nombre uno se queda como desconocido, sin derechos ni deberes. Dios nos llama por nuestro nombre, nos ama personalmente, en lo concreto de nuestra historia. El Bautismo despierta en nosotros la vocación personal por nuestra parte a vivir como cristianos, lo cual implica una respuesta personal de nuestra parte, y no tomada en préstamo, con ‘un copia y pega'. La vida cristiana, de hecho, está entretejida por una serie de llamadas y  respuestas: Dios continúa pronunciando nuestro nombre a lo largo de los años, haciendo resonar de mil modos su llamada, para que nos volvamos conforme a Su Hijo Jesús. ¡Es importante por lo tanto el nombre! Los padres piensan qué nombre darle al hijo incluso antes del nacimiento: también esto es parte de la espera de un hijo que, en el nombre propio, tendrá su identidad original, también para la vida cristiana ligada a Dios. Ciertamente, volverse cristianos es un don que viene de lo alto (Cfr Jn 3,3-8). La fe no se puede comprar, pero sí se puede pedir y recibir como un don:  sí, Señor regálame el don de la fe, es una hermosa oración”.  

“Si los catecúmenos adultos manifiestan en primera persona lo que desean recibir como don de la Iglesia, los niños son presentados por los padres y con los padrinos”.

“Expresión de todo esto es el signo de la cruz, que el celebrante y los padres trazan en la frente de los niños (Rito del bautismo de los Niños, Introd, n. 16). “El signo de la cruz expresa el sigilo de Cristo sobre aquel que está por pertenecerle y significa la gracia de la redención que Cristo nos adquirió por medio de la cruz” (Catecismo de la Iglesia católica, 1235)”.

.”Quisiera volver sobre un argumento del cual ya he hablado, porque nuestros niños no saben hacerse bien la señal de la cruz”. “Tantas veces he visto niños que no la saben hacer, madres, padres, abuelos, enseñen bien a los niños a hacerse bien el signo de la cruz”.  

“La cruz es el distintivo que manifiesta quiénes somos: nuestro hablar, pensar, mirar, obrar está bajo el signo de la cruz, o sea del amor de Jesús hasta el fin. Los niños son marcados en la frente. Los catecúmenos adultos son marcados también sobre los sentidos, con estas palabras: “Reciban el signo de la cruz en los oídos para poder de Dios; 22,4), en la boca, para responder a la Palabra de Dios”; “sobre el pecho, para que Cristo habite por medio de la fe en vuestros corazones”; “en las espaldas, para sostener el yugo suave de Cristo” (Rito de la iniciación cristiana de los adultos, n. 85). Cristianos se vuelve en la medida en la cual la cruz se imprime en nosotros como un signo ‘pascual’ (Cfr Ap 14 haciendo visible, también exteriormente, el modo cristiano de enfrentar la vida. Hacerse el signo de la cruz cuando nos despertamos, antes de las comidas, delante de algún peligro, como defensa de todo mal, a la noche antes de dormir, significa decir a nosotros mismos y a los otros a quién pertenecemos, quiénes queremos ser. Por esto es tan importante enseñar a los niños a hacerse bien la señal de la cruz. Y, como hacemos cuando entramos a la iglesia, podemos hacerlo también en casa, conservando un pequeño vaso adapto con agua bendita: así, cada vez que salimos o entramos, haciendo la señal de la cruz con el agua nos recordamos que estamos bautizados”.

 

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