08/11/2018, 13.44
VATICANO
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Papa: el testimonio ‘siempre ‘rompe con una costumbre’ y además ‘te pone en riesgo’

“¡Cuánto se murmura en las parroquias! Con tantas cosas”. Cuando hay “un testimonio que no me gusta o una personas que no me agrada, en seguida se desencadena la murmuración”. “¿Y en la diócesis? ¡Las luchas ‘intra-diocesanas’... Las luchas internas de las diócesis; ustedes conocen de esto. Y también se da esto en la política. Y esto es horrible.  Cuando un gobierno no es honesto, trata de ensuciar a los adversarios con la murmuración”. 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El testimonio, que hace que la Iglesia crezca, “siempre rompe con una ‘costumbre’ y también “te pone en riesgo”, provoca la murmuración, “para no permitir que la gente piense” y por ende, no acoger la alegría del Evangelio. Es lo que ha dicho el Papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en la Casa Santa Marta, al tomar como punto de partida el pasaje del Evangelio (Lucas 15,1-10), que comienza justamente con el testimonio que Jesús daba: se le acercaban los publicanos y pecadores para escucharlo, y él –murmuraciones de escribas y fariseos mediante- comía con ellos.  

Entonces, primero, está el testimonio de Jesús: “algo nuevo para aquél tiempo”, resaltó Francisco, “porque ir donde los pecadores te volvía impuro, era como tocar a un leproso”. Por eso, los doctores de la ley se alejaban de ellos. “El testimonio –comentó el Papa- jamás en la historia ha sido algo cómodo, ni para los testigos –tantas veces lo pagaron con el martirio- ni para los poderosos”. “Testimoniar es romper con una costumbre, con un modo de ser… Romper para mejor, para cambiarla.  Es por eso que la Iglesia va adelante, por su testimonio. Lo que atrae es el testimonio, no son las palabras que, sí, ayudan, sino que es el testimonio lo que atrae y hace que la Iglesia crezca. Y Jesús da un testimonio. Es algo nuevo, pero no tan nuevo, porque la misericordia de Dios ya existía en el Antiguo Testamento. Ellos –estos doctores de la ley- jamás entendieron qué significa: ‘Misericordia es lo que quiero, y no sacrificios’. Lo leían, pero no entendía lo que era la misericordia.  Y Jesús, con su modo de obrar, proclama esta misericordia con el testimonio”.

El testimonio “siempre rompe con una costumbre” y también “te pone en riesgo”. En efecto, el testimonio de Jesús provoca la murmuración. Los fariseos, los escribas, los doctores de la ley, decían: “Éste anda con pecadores y come con ellos”. No decían: “Pues mira, este hombre parece bueno, porque trata de convertir a los pecadores”. [Si no que es] una actitud que consiste en hacer siempre “el comentario negativo para destruir el testimonio”. “Este pecado de murmuración es algo cotidiano, tanto en lo pequeño como en las cosas grandes”. Se murmura “porque –subrayó Francisco- no gusta una u otra cosa”; en vez de dialogar o “tratar de resolver una situación conflictiva, se murmura de manera oculta, siempre en voz baja, porque no se tiene el coraje de hablar claro”. Esto se da incluso “en las pequeñas sociedades”, “en la parroquia”. “¡Cuánto se murmura en las parroquias! ¡Con tantas cosas!”. Cuando hay “un testimonio que a mí no me gusta o una persona que no me agrada, enseguida se desencadena la murmuración”. “¿Y en la diócesis? Las luchas ‘intra-diocesanas’... Las luchas internas de las diócesis; ustedes conocen de esto. Y también se da en la política. Y esto es horrible. Cuando un gobierno no es honesto, trata de ensuciar a los adversarios con la murmuración. Aunque sea una difamación, una calumnia, igual busca siempre hacer esto.  Y ustedes, que conocen bien los gobiernos dictatoriales porque han sufrido esto, ¿qué hace un gobierno dictatorial?  Primero, acapara los medios de comunicación con una ley, y desde allí comienza a murmurar, a descalificar a todos aquellos que son un peligro para el gobierno. La murmuración es nuestro pan de cada día, tanto a nivel personal como familiar, parroquial, diocesano, social…”.  

El Papa recalcó que se trata, en definitiva, de “una escapatoria para no mirar la realidad, para no permitir que la gente piense”. Jesús lo sabe, pero él es bueno, y “en vez de condenarlos por la murmuración”, les hace una pregunta. “Usa el mismo método que usan ellos”, es decir, hacer preguntas. Ellos las hacen para poner a prueba a Jesús, “con mala fe”, “para hacerlo caer”: por ejemplo, con preguntas referidas a las tasas que deben pagar al imperio, o al repudio de la esposa. Jesús usa el mismo método “pero luego veremos la diferencia”. Jesús les dice: “Quien de ustedes tiene cien ovejas, y pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en el desierto y va a buscar a la que se ha perdido, hasta encontrarla?”. Y “lo normal sería que ellos entiendan”, pero por el contrario, ellos hacen un cálculo: “tengo 99”, si se perdió una, “comienza a ocultarse el sol, está oscuro”. “Dejemos que se pierda esta, si analizamos en la balanza ganancias y pérdidas, salvemos éstas’.  Esta es la lógica farisaica. Esta es la lógica de los doctores de la ley. ‘¿Qué dicen ustedes?’. Y ellos eligen lo contrario [de lo que dice] Jesús. Es por eso que no van a hablar con los pecadores, no van donde los publicanos, no van porque: ‘Mejor no ensuciarse con esta gente, es un riesgo. Conservemos a los nuestros’. Jesús es inteligente al hacerles la pregunta: entra en su casuística, pero los deja en una posición que difiere de aquella justa. ‘¿Qué dicen ustedes?’ . Y nadie dice: ‘Sí, es verdad’, sino que por el contrario, todos afirman: ‘No, no, yo no lo haría’. Y por eso son incapaces de perdonar, de ser misericordiosos, de recibir”.

A modo de conclusión, Francisco reiteró las tres palabras sobre las cuales fue desarrollando su reflexión: “el testimonio”, que es provocador, “que hace que la Iglesia crezca”, “la murmuración” que es como un guardia en mi interior, que es puesto para que el testimonio no me hiera”, y “la pregunta” de Jesús. Y hay otra palabra más: la alegría, la fiesta, que esta gente no conoce: “todos lo que siguen el camino de los doctores de la ley no conocen la alegría del Evangelio”. “Que el Señor siempre nos haga entender esta lógica del Evangelio, que es contraria  a la lógica del mundo”. 

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