12/10/2018, 16.18
VATICANO
Enviar a un amigo

Papa: el diablo destruye con vicios, con guerras y con el espíritu de la mundanidad

Cuando el demonio ha sido expulsado, regresa. “Sí, tenemos nuestros defectos, nuestros pecadillos, pero todo parece estar bien. Y él se hace ‘el educado’: va, mira, busca una camarilla, toca a la puerta  -“Permiso, ¿puedo entrar?- toca el timbre. Y estos demonios educados son peores que los primeros, porque tú ni siquiera te percatas de que los tienes en casa”.  

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El diablo destruye valiéndose de vicios y guerras, y con el espíritu de la mundanidad. Fue lo que dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa que celebró esta mañana en la Casa Santa Marta, tomando como punto de partida el pasaje del Evangelio de Lucas (Lc 11, 15-26), que narra cuando Jesús expulsa a los demonios, y es acusado de hacerlo por medio de Belcebú.

“El demonio, cuando se apodera del corazón de una persona, se queda allí, como en casa, y no quiere salir”, afirmó el Papa, subrayando que cuando Jesús expulsa a los demonios, éstos tratan de arruinar a la persona, de hacerle daño, “incluso físicamente”. Jesús expulsó muchas veces demonios, que son sus enemigos y nuestros verdaderos enemigos. “La lucha entre el bien y el mal” a veces “parece demasiado abstracta”. Sin embargo, “la verdadera lucha es la primera lucha, entre Dios y la antigua serpiente, entre Jesús y el diablo”. “Y esta lucha se da dentro de nosotros. Cada uno de nosotros está en lucha, quizás sin saberlo, pero estamos en una lucha”. El Evangelio de hoy comienza con algunas personas que acusan a Jesús por haber expulsado un demonio por medio de Belcebú. Siempre están “las malas lenguas”. Entonces, se instaura una discusión entre Jesús y estas personas.  

“La esencia del demonio es destruir”, reafirmó el Papa, explicando que su vocación es precisamente “destruir la obra de Dios”. Y se corre el riesgo de ser como niños que se succionan el dedo, creyendo que esto no es así, que son invenciones de los curas. Sin embargo, muy por el contrario, destruye, y “cuando no puede destruir” cara a cara, porque tiene frente a sí una fuerza de Dios que defiende a la persona”, entonces, siendo “más vivo que los zorros”,  el muy astuto busca el modo de apoderarse nuevamente de esa persona.

Lo muestra la última parte del pasaje evangélico, en la cual se subraya que cuando el espíritu impuro sale del hombre, se dirige a lugares desérticos buscando un alivio y “al no hallarlo, dice: ‘Volveré a mi casa –de donde había sido expulsado por Jesús- de donde he salido’”. Incluso al hablar se presenta muy educadamente, diciendo “he salido”, cuando en realidad, fue expulsado de allí. “Al venir, la encuentra barrida y adornada”, y entonces, va y busca siete espíritus peores que él, entran y hacen morada allí, y las condiciones de ese hombre se vuelven peores que antes. Esto lo mueve a Francisco a decir que cuando el diablo no puede destruir a una persona a través de los vicios -o a un pueblo, con las guerras y las persecuciones- piensa en otra estrategia, “la estrategia que usa con todos nosotros”. “Somos cristianos, católicos, vamos a Misa, rezamos... Parece estar todo en orden. Sí, claro, tenemos nuestros defectos, nuestros pecadillos, pero todo está en orden. Y él se hace ‘el educado’: va, mira, se busca una buena camarilla, toca a la puerta: ‘Permiso, ¿puedo entrar?’- toca el timbre. Y estos demonios educados son peores que los primeros, porque tú ni siquiera te percatas de que los tienen en casa. Y esto es el espíritu mundano, el espíritu del mundo. El demonio, o destruye directamente con vicios, con las guerras, con las injusticias, directamente; o destruye educadamente, diplomáticamente, en este modo que explica Jesús. No hacen ruido, se hacen los amigos, te persuaden –“No, vamos, no hagas tanto, no, si igual... hasta aquí está bien’- y te conducen al camino de la mediocridad, te hacen ‘tibio’, yendo por el camino de la mediocridad”.

Entonces, atención, a no caer “en esta mediocridad espiritual, en este espíritu del mundo”, que “nos corrompe desde adentro”. “Tengo más miedo de estos demonios, que de los primeros”, afirmó Francisco. “Cuando me dicen: ‘Necesitamos un exorcista porque hay una persona que está poseída por el diablo’, no me preocupo tanto como cuando veo a esta gente que le ha abierto la puerta a los demonios educados, a los que persuaden desde adentro, [haciendo creer] que no son tan enemigos”. “Muchas veces, me pregunto: ¿qué es lo peor en la vida de una persona? ¿Un pecado evidente, o vivir en el espíritu del mundo, de la mundanidad? ¿Qué el demonio te lance sobre un pecado –incluso no uno, sino veinte, treinta pecados, pero claro, tú te avergüenzas- o que el demonio se siente a la mesa contigo y viva, viva en tu misma casa y que todo [parezca]  normal, pero que desde allí, te haga insinuaciones y te posea con el espíritu de la mundanidad?”.

El espíritu de la mundanidad es esto: “lo que traen los demonios educados”. Francisco ha recordado la oración de Jesús en la Última Cena –“defiéndelos del espíritu del mundo”- exhortando a estar “vigilantes y en calma”. “Frente a estos demonios educados, que quieren entrar por la puerta de casa como invitados de bodas, digamos: ‘Vigilancia y calma’. Vigilancia: este es el mensaje de Jesús, la vigilancia cristiana. ¿Qué sucede en mi corazón? ¿Por qué soy mediocre? ¿Por qué soy tan tibio? ¿Cuántos ‘educados’ viven en casa, sin pagar el alquiler?”. 

TAGs
Enviar a un amigo
Vista para imprimir
CLOSE X
Ver también
Papa: el espíritu del mundo es corrupción, ‘es lo contrario’ del Espíritu Santo
07/01/2020 14:33
Papa: La Iglesia es misionera, si se detiene se cierra y se puede corromper
12/10/2014
Papa: quien quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. También en la Iglesia
25/02/2020 12:15
Papa: como Jesús, abandonarse al Padre frente a los triunfos y a los sufrimientos
14/04/2019 13:52
Papa: “no existen los cristianos tranquilos”, Jesús ha traído la lucha contra el diablo
26/10/2017 11:39


Newsletter

Suscríbase a la newsletter de Asia News o cambie sus preferencias

Regístrese
“L’Asia: ecco il nostro comune compito per il terzo millennio!” - Giovanni Paolo II, da “Alzatevi, andiamo”