29/04/2016, 13.35
VATICANO
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Papa: el cristiano no debe decir una cosa y hacer otra: debe caminar en la luz, “porque Dios es luz”

“La mentira, nosotros lo sabemos de dónde viene: en la Biblia Jesús llama al diablo como el “padre de la mentira, el mentiroso”, “¡El pecado es horrible!” Pero si tú has pecado, ¡mira que esperan para perdonarte!”. ¡Siempre! Porque Él- el Señor- es más grande de nuestros pecados”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- El cristiano debe decir no a la mentira, al “decir una cosa y hacer otra”, al recorrer “calles obscuras”, pero también si se cae en el error puede contar con el perdón y la dulzura de Dios, que lo restituye a la vida de la “luz”. “Esta es la vida cristiana”. Lo dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en la casa santa Marta, partiendo del pasaje de la Carta de san Juan en el cual el apóstol pone a los creyentes frente a la seria responsabilidad de no tener una doble vida- luz de fachada y tinieblas en el corazón- porque Dios es sólo luz.

Si decimos que no tenemos pecado, hacemos de Dios un mentiroso”, sostuvo Francisco, haciendo resaltar la eterna lucha del hombre contra el pecado y por la gracia. “Si tú dices que estás en comunión con el Señor, ¡pero debes caminar en la luz! Pero, ¡la vida doble, no! “Esa no! Esa mentira que nosotros estamos tan acostumbrados a ver, también cayendo también nosotros. Decir una cosa y hacer otra, ¡No! Siempre la tentación…La mentira nosotros lo sabemos de dónde viene: en la Biblia, Jesús llama al diablo “padre de la mentira, el mentiroso”. Y por esto, con tanta dulzura, con tanta suavidad, este abuelo dice a la Iglesia “adolescente”, a la Iglesia muchacha: “¡No seas mentirosa!” Tú estás en comunión con Dios, camina en la luz. Haz obras de la luz, no digas una cosa y haces otro, no a la doble vida y todo esto”.

“Hijitos míos” es el inicio de la carta de san Juan que tiene el tono de un abuelo hacia sus “jóvenes nietos” y le hace eco la “dulzura” de las palabras en el Evangelio del día, donde Jesús define “liviano” su yugo y promete el “reposo” a los cansados y oprimidos. En modo análogo, el consejo de Juan es de no pecar, “pero si alguno lo hizo, no se desaliente”. “Tenemos a un Paráclito, una palabra, un abogado, un defensor junto al Padre: es Jesucristo, el Justo. Él nos justifica. Él nos da la gracia. Uno siente el deseo de decir a este abuelo que nos aconseja así. Pero, ¿no es una cosa fea tener pecados? “No, ¡el pecado es horrible! Pero si tú has pecado, ¡mira que te esperan para perdonarte! ¡Siempre! Porque Él- el Señor- es más grande de nuestros pecados”.

Esta, concluyó Francisco, “es la misericordia de Dios, es la grandeza de Dios”. Sabe que “no somos nada”, que solamente “de Él” viene la gracia y por lo tanto “siempre nos espera”. “Caminemos en la luz, porque Dios es Luz. No caminar con un pie en la luz y con el otro en las tinieblas. No ser mentirosos. Y la otra: todos hemos pecado. Nadie puede decir: “Este es un pecador; esta es una pecadora. Yo, gracias a Dios, soy justo”. No, sólo uno es Justo, aquel que pagó por nosotros. Y si alguno peca, Él nos espera, nos perdona, porque es misericordioso y sabe bien de que estamos plasmados y nos recuerda  que somos polvo. Que la alegría que nos da esta Lectura nos lleve adelante en la simplicidad y en la transparencia de la vida cristiana, sobre todo cuando nos dirigimos al Señor. Con la verdad”

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