17/11/2019, 13.33
VATICANO
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Papa: La alegría de compartir el almuerzo con 1500 personas necesitadas

Con ocasión de la Jornada Mundial de los Pobres, el Papa Francisco almorzará con ellos en el Aula Pablo VI. En todo el mundo, las diócesis y parroquias han organizado este tipo de iniciativas de solidaridad. Aplauso para el Padre Emilio Moscoso, sacerdote mártir jesuita, asesinado en 1897, que ayer fue proclamado beato en Riobamba (Ecuador). La “esperanza en Dios, permite no dejarse abatir por los eventos trágicos. Incluso más, éstos se vuelven la  «ocasión para dar testimonio»”. Los mártires cristianos de nuestra época, a pesar de las persecuciones, son hombres y mujeres de paz.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “En un rato tendré la alegría de compartir el almuerzo con cerca de 1.500 personas necesitadas, para testimoniar la atención, que jamás debe faltar, hacia estos hermanos y hermanas nuestros necesitados”: lo anunció el Papa Francisco, inmediatamente después de la oración del Ángelus con los peregrinos reunidos en la Plaza San Pedro. El almuerzo con 1.500 personas indigentes se llevará a cabo en el Aula Pablo VI, y ya se ha vuelto habitual en el día en que se celebra la Jornada Mundial de los Pobres, que hoy llega a su tercera edición. Para la ocasión, el pontífice esta mañana celebró una misa solemne en la basílica, en la cual participaron muchas personas indigentes.  

Francisco agradeció a las diócesis y parroquias de todo el mundo, que “han organizado iniciativas de solidaridad, para dar una esperanza concreta a las personas más desfavorecidas”. Así mismo, él agradeció a “los médicos y enfermeros que han prestado servicio en estos días, en el dispositivo médico desplegado aquí, en Plaza San Pedro”. Durante esta semana, en la plaza fue posible recibir atención médica especializada, y se brindaron tratamientos, análisis clínicos y exámenes gratuitos para todas las personas indigentes. Todas estas iniciativas, explicó, “deben testimoniar la atención, que nunca debe faltar, a nuestros hermanos y hermanas” 

El pontífice también recordó que ayer, en Riobamba (Ecuador), fue proclamado beato el Padre Emilio Moscoso, sacerdote mártir jesuita, asesinado en 1897 en medio del clima de persecución contra la Iglesia católica. “Que su ejemplo de religioso humilde, apóstol de la oración y educador de la juventud – explicó - sostenga nuestro camino de fe y de testimonio cristiano”. El Papa invitó a todos los peregrinos a aplaudir al nuevo beato. 

Antes de la oración del Ángelus, Francisco se detuvo en el evangelio de este domingo (Lucas 21, 5-19), donde Jesús profetiza la destrucción del Templo de Jerusalén. “La destrucción del templo pre-anunciada por Jesús – dijo - es una figura, no tanto del fin de la historia, como de la finalidad de la historia”. 

En el pasaje evangélico, Jesús “usa dos imágenes, aparentemente contrastantes: la primera, es una serie de eventos aterradores: catástrofes, guerras, carestías, revueltas y persecuciones (vv. 9-12); la otra, es tranquilizadora: «Ni un solo cabello de vuestra cabeza se perderá» (v. 18)”. Esto sugiere la actitud que el cristiano debe tener “al vivir esta historia, caracterizada por la violencia y la adversidad”. 

“Es la actitud de la esperanza en Dios, que permite no dejarse abatir por los eventos trágicos. Incluso más, éstos son la «ocasión para dar testimonio» (v. 13). Los discípulos de Cristo no pueden permanecer esclavos de miedos y angustias; por el contrario, son llamados a vivir en la historia, a contener la fuerza destructora del mal, con la certeza de que en su acción de bien siempre está la providente y tranquilizadora ternura del Señor”.  

“La fe – continuó - nos hace caminar con Jesús por los caminos tortuosos de este mundo, con la certeza de que la fuerza de su Espíritu doblegará a las fuerzas del mal, sometiéndolas al poder del amor de Dios. Como ejemplo, tenemos a los mártires cristianos de nuestra época, que a pesar de las persecuciones, son hombres y mujeres de paz. Ellos nos entregan una herencia que debemos custodiar e imitar: el Evangelio del amor y de la misericordia. Este es el tesoro más precioso que nos ha sido dado, y el testimonio más eficaz que podemos dar a nuestros contemporáneos, respondiendo al odio con el amor, a la ofensa con el perdón, también en la vida cotidiana”. 

Antes del saludo final, Francisco pidió a todos una oración por su viaje apostólico a Tailandia y Japón (19-26 de noviembre).

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