16/02/2020, 12.48
VATICANO
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Papa: Jesús vino al mundo no sólo para cumplir la ley, sino también para darnos su gracia

En el Ángelus, el Papa Francisco explica las antítesis presentes en el "discurso de la montaña" con las expresiones "Habéis entendido que se dijo... pero yo os digo". No se trata de "una observancia formal de la Ley", sino de "una observancia sustancial". "Todo, todo podemos hacerlo con la gracia de Dios. De hecho, la santidad no es más que custodiar esta gracia". Al referirse al odio y a las pasiones que generan la guerra, el recuerdo de la niña siria, que murió de frío. 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Jesús "vino al mundo no sólo para cumplir la Ley, sino también para darnos su gracia, para que podamos hacer la voluntad de Dios, amándolo a Él y a nuestros hermanos". De esta manera, el Papa Francisco concluyó su reflexión de hoy, antes del Ángelus recitado con los peregrinos en la Plaza de San Pedro. Previo a ello, al referirse al odio, a las pasiones, al pecado, él habló espontáneamente y dijo: "Pensemos en las guerras, pensemos en las consecuencias de las guerras, pensemos en esa niña que murió de frío en Siria, antes de ayer. Son tantas las calamidades, tantas". El pontífice se refería a una noticia de los últimos días; una beba de un año y medio, Iman Mahmoud Laila, murió en brazos de su padre, mientras él trataba de llegar a pie hasta el hospital provincial de Alepo. 

El Papa partió de un ejemplo del Evangelio de hoy (6to del Tiempo Ordinario, ciclo A, Mateo 5, 17-37), tomado del "Sermón de la Montaña", que "aborda el tema del cumplimiento de la Ley".

"El discurso de Jesús -explicó- está estructurado en cuatro antítesis, expresadas con la fórmula «Habéis entendido que se dijo... pero yo os digo». Estas antítesis se refieren a otras tantas situaciones de la vida cotidiana: el homicidio, el adulterio, el divorcio, los juramentos".

"Jesús -continuó- no suprime las prescripciones que conciernen a estos problemas, sino que explica su significado más profundo e indica el espíritu en el cual deben ser observadas. Nos anima a pasar de una observancia formal de la Ley a una observancia sustancial, aceptando la Ley en nuestro corazón, que es el centro de las intenciones, decisiones, palabras y gestos de cada uno de nosotros. El corazón es allí donde surgen las buenas y las malas acciones".

"Aceptando la Ley de Dios en el corazón se comprende que, cuando no se ama al prójimo, se mata a sí mismo y a los demás en cierta medida, porque el odio, la rivalidad y la división matan la caridad fraternal que es la base de las relaciones interpersonales. Aceptando la Ley de Dios en tu corazón entiendes que los deseos deben ser guiados, porque no todo lo que deseas puede ser obtenido, y no es bueno ceder a sentimientos egoístas y posesivos. Cuando se acepta la Ley de Dios en el corazón, se comprende que hay que abandonar un estilo de vida hecho de promesas rotas, así como pasar de la prohibición del perjurio a la decisión de no jurar en absoluto, asumiendo la actitud de plena sinceridad con todos”.

"Pero Jesús es consciente de que no es fácil vivir los mandamientos... Por eso nos ofrece la ayuda de su amor: vino al mundo no sólo para cumplir la Ley, sino también para darnos su gracia, para que podamos hacer la voluntad de Dios, amándolo a Él y a nuestros hermanos. Todo, todo podemos hacerlo con la gracia de Dios. En efecto, la santidad no es otra cosa que custodiar esta gracia".

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