Papa: Iglesia en escucha “de la sensibilidad, de la fe; hasta de las dudas y de las críticas” de los jóvenes
Carta de Francisco en ocasión de la presentación del documento preparatorio del Sínodo de 2018, que tendrá como tema: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Para los jóvenes habrá un cuestionario en internet.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- La Iglesia desea ponerse a la escucha “de la voz, de la sensibilidad, de la fe; hasta de las dudas y de las críticas” de los jóvenes para saber estar junto a ellos en la construcción de su futuro, invitándolos a no tener miedo de escuchar al “Espíritu que os sugiere elecciones audaces, no duden cuando la conciencia os pida de arriesgar para seguir al Maestro”. Lo escribe el Papa Francisco en una “Carta a los jóvenes” dada a conocer en ocasión de la presentación del documento preparatorio del Sínodo de 2018, que tendrá como tema: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.
Me vienen a la memoria-escribe el Papa- las palabras que Dios dirigió a Abrahán: «Vete de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre a la tierra que yo te mostraré» (Gen 12,1). Estas palabras están dirigidas hoy también a ustedes: son las palabras de un Padre que los invita a “salir” para lanzarse hacia un futuro no conocido pero prometedor de seguras realizaciones, a cuyo encuentro Él mismo los acompaña. Los invito a escuchar la voz de Dios que resuena en el corazón de cada uno a través del soplo vital del Espíritu Santo”.
“Deseo también recordarles las palabras que Jesús dijo un día a los discípulos que le preguntaban: «Rabbí […] ¿dónde vives?». Él les respondió: «Venid y lo veréis» (Jn 1,38). También a ustedes Jesús dirige su mirada y los invita a ir hacia Él. ¿Han encontrado esta mirada, queridos jóvenes? ¿Han escuchado esta voz? ¿Han sentido este impulso a ponerse en camino? Estoy seguro que, si bien el ruido y el aturdimiento parecen reinar en el mundo, esta llamada continua a resonar en el corazón da cada uno para abrirlo a la alegría plena. Esto será posible en la medida en que, a través del acompañamiento de guías expertos, sabrán emprender un itinerario de discernimiento para descubrir el proyecto de Dios en la propia vida. Incluso cuando el camino se encuentre marcado por la precariedad y la caída, Dios, que es rico en misericordia, tenderá su mano para levantarlos”.
El Papa subraya luego el deseo de cambiar realmente el corazón de los jóvenes, que “no soporta la injusticia y no puede doblegarse a la cultura del descarte, ni ceder a la globalización de la indiferencia”. “Un mundo mejor se construye también gracias a vosotros, a vuestro desea de cambio y a vuestra generosidad”.
“También la Iglesia desea ponerse a la escucha de la voz, de la sensibilidad, de la fe de cada uno; así como también de las dudas y las críticas. Hagan sentir a todos el grito de ustedes, déjenlo resonar en las comunidades y háganlo llegar a los pastores. “Así, también a través del camino de este Sínodo, yo y mis hermanos Obispos queremos contribuir cada vez más a vuestro gozo (cfr. 2 Cor 1,24)”.
Dos cuestionarios sobre la realidad de los jóvenes
El documento al cual se refiere el Papa, tiene una finalidad consultora. Este está dirigido en primer lugar a los obispos y contiene un cuestionario. Un segundo cuestionario directamente a los jóvenes, es después anunciado. Tal segunda consultación se realizará y será la primera vez, vía internet. Las respuestas a los dos cuestionarios constituirán la base para la redacción del Documento de trabajo o “Instrumentum laboris” del Sínodo.
“Un análisis de las realidades parte de la consideración que “La rapidez de los procesos de cambio y de transformación es la nota principal que caracteriza a las sociedades y a las culturas contemporáneas. La combinación entre complejidad elevada y cambio rápido provoca que nos encontremos en un contexto de fluidez e incertidumbre nunca antes experimentado: es un hecho que debe asumirse sin juzgar a priori si se trata de un problema o de una oportunidad”.
“A nivel mundial el mundo contemporáneo se caracteriza por una cultura “cientificista”, muchas sociedades son siempre más multiculturales y multirreligiosas. “En particular la co-presencia de más tradiciones religiosas representa un desafío y una oportunidad: puede crecer la desorientación y la tentación del relativismo, pero siempre aumentan las posibilidades de confrontación fecunda y el enriquecimiento recíproco. A los ojos de la fe esto aparece como un signo de nuestro tiempo, que requiere un crecimiento en la cultura del escuchar, del respeto y del diálogo”. Es un general cuadro de incertidumbre, en la cual “los jóvenes sienten necesidad de figuras de referencia cercanas, creíbles, coherentes y honestas, además que de lugares y ocasiones en las cuales poner a prueba la capacidad de relación con los otros (ya sean adultos, o coetáneos) y enfrentar las dinámicas afectivas. Buscan figuras en grado de expresar sintonía y ofrecer apoyo, aliento, y ayuda a reconocer los límites, sin hacer pesar el juicio”. Figuras buscadas no sólo en el ámbito familiar y no sólo entre los adultos.
“Tendencialmente cautos respecto a quienes están más allá del círculo de las relaciones personales, los jóvenes a menudo nutren desconfianza, indiferencia o indignación hacia las instituciones. Esto se refiere no sólo a la política, sino que afecta cada vez más a las instituciones formativas y a la Iglesia, en su aspecto institucional. La querrían más cercana a la gente, más atenta a los problemas sociales, pero no dan por sentado que esto ocurra de inmediato”.
“Todo esto tiene lugar en un contexto donde la pertenencia confesional y la práctica religiosa se vuelven, cada vez más, rasgos de una minoría y los jóvenes no se ponen “contra”, sino que están aprendiendo a vivir “sin” el Dios presentado por el Evangelio y “sin” la Iglesia, apoyándose en formas de religiosidad y espiritualidad alternativas y poco institucionalizadas o refugiándose en sectas o experiencias religiosas con una fuerte matriz de identidad. En muchos lugares la presencia de la Iglesia se va haciendo menos capilar y por tanto resulta más difícil encontrarla, mientras que la cultura dominante es portadora de instancias a menudo en contraste con los valores evangélicos, ya se trate de elementos de la propia tradición o de la declinación local de una globalización de modelo consumista e individualista”.
“En el contexto de fluidez y precariedad que hemos esbozado, la transición a la vida adulta y la construcción de la identidad exigen cada vez más un itinerario “reflexivo”. Las personas se ven obligadas a readaptar sus trayectorias de vida y a retomar continuamente el control de sus opciones. Además, junto con la cultura occidental se difunde una concepción de la libertad entendida como posibilidad de acceder a nuevas oportunidades. Se niega que construir un itinerario personal de vida signifique renunciar a recorrer en el futuro caminos diferentes: «Hoy elijo esto, mañana ya veremos». Tanto en las relaciones afectivas como en el mundo del trabajo el horizonte se compone de opciones siempre reversibles más que de elecciones definitivas”.
“En este contexto los viejos enfoques ya no funcionan y la experiencia transmitida por las generaciones precedentes se vuelve obsoleta rápidamente. Valiosas oportunidades y riesgos insidiosos se entrelazan en una maraña que no es fácil de desenredar. Adecuados instrumentos culturales, sociales y espirituales se convierten en indispensables para que los mecanismos del proceso decisional no se bloqueen y se termine, tal vez por miedo a equivocarse, sufriendo el cambio en lugar de guiarlo. Lo ha dicho el Papa Francisco: «“¿Cómo podemos despertar la grandeza y la valentía de elecciones de gran calado, de impulsos del corazón para afrontar desafíos educativos y afectivos?”. La palabra la he dicho tantas veces: ¡arriesga! Arriesga. Quien no arriesga no camina. “¿Y si me equivoco?”.¡Bendito sea el Señor! Más te equivocarás si te quedas quieto» En la búsqueda de caminos capaces de despertar la valentía y los impulsos del corazón no se puede dejar de tener en cuenta que la persona de Jesús y la Buena Noticia por Él proclamada siguen fascinando a muchos jóvenes”.
“La capacidad de elegir de los jóvenes se ve obstaculizada por las dificultades relacionadas con la condición de precariedad: la dificultad para encontrar trabajo o su dramática falta; los obstáculos en la construcción de una autonomía económica; la imposibilidad de estabilizar la propia trayectoria profesional. Para las mujeres jóvenes estos obstáculos son normalmente aún más difíciles de superar”.
“En este contexto resulta particularmente urgente promover las capacidades personales poniéndolas al servicio de un sólido proyecto de crecimiento común. Los jóvenes valoran la posibilidad de combinar la acción en proyectos concretos en los que medir su capacidad de obtener resultados, el ejercicio de un protagonismo dirigido a mejorar el contexto en el que viven, la oportunidad de adquirir y perfeccionar sobre el terreno competencias útiles para la vida y el trabajo”.
Central en el documento es por lo tanto la voluntad de la Iglesia de “encontrar”, “acompañar” y “ocuparse” de los jóvenes, “a partir de la fe”. “La fe, en cuanto participación en el modo de ver de Jesús”, “es la fuente del discernimiento vocacional”, a través del cual “la persona llega a realizar, en diálogo con el Señor sobre el estado de vida”.
Luego, desde el momento que “creer significa ponerse a la escucha del Espíritu y en diálogo con la Palabra que es vía, verdad y vida (Cfr. Jn 14,6) con toda la propia inteligencia y afectividad, aprender a darle confianza “encarándola” en los concreto de lo cotidiano, en los momentos en los cuales la cruz se hace vecina y en aquellos en los cuales se experimenta la alegría frente a los sueños de resurrección”, esta es “el desafío que interroga a la comunidad cristiana y a cada singular creyente”. Él debe reconocer lo que sucede en el propio mundo interior, interpretar aquello que ha reconocido y decidir consecuentemente, “auténtico ejercicio de libertad y de responsabilidad personal”.
Y “la decisión exige ser puesta a la prueba de los hechos en vista de su confirmación”. “La elección no puede restar prisionera en una interioridad que arriesga permanecer virtual o poco realista-se trata de un peligro acentuado en la cultura contemporánea-, sino que está llamada a traducirse en acción, a hacerse carne, a dar inicio a un recorrido, aceptando el riesgo de confrontarse con aquella realidad que había puesto en movimiento deseos y emociones”.
El discernimiento vocacional, como todas las cosas importantes de la vida, “es un proceso largo que se desarrolla en el tiempo, durante el cual continuar vigilando sobre las indicaciones con las cuales el Señor precisa y específica una vocación que es exquisitamente personal e irrepetible”.
Pero, para la Iglesia, esto comporta poner atención a su acción pastoral, o sea a los sujetos, a los lugares y a los instrumentos del acompañamiento vocacional. A los jóvenes, sujetos de la acción pastoral la Iglesia pide “ayudarla a identificar las modalidades hoy más eficaces para anunciar la Buena Noticia”. Es, al final, la finalidad del cuestionario-aquel dirigido a los obispos- que concluye el documento. En este, entre otras cosas, se pide “¿En qué modo escuchan la realidad de los jóvenes?, ¿Cuáles tipos y lugares de agregación juvenil, institucionales y no, tienen mayor suceso fuera del ámbito eclesial y por qué?”, “¿ Qué piden concretamente los jóvenes de vuestro país/ses a la Iglesia de hoy?”.
Además agrega, “¿De qué modo tienen en cuenta del cambio cultural determinado por el desarrollo del mundo digital?”, “¿En qué modo las Jornadas Mundiales de la Juventud u otros eventos nacionales o internacionales logran entrar en la práctica pastoral ordinaria?”, “¿Qué tiempos y espacios dedican los pastores uy los otros educadores para el acompañamiento espiritual personal?”. A esta última serie de cuestiones se agrega una ulterior serie de preguntas, diferenciadas por continente. Para Asia, por ejemplo, se le pregunta. “¿Cuáles visiones y estructuras de pastoral juvenil vocacionales responden mejor a las necesidades de vuestro continente?”, “¿Cómo interpretan la “paternidad espiritual” en contextos donde se crece sin la figura paterna?”, “¿Cuál formación ofrecéis?” y “¿Cómo logran comunicar a los jóvenes que hay necesidad de ellos para construir el futuro de la Iglesia?”. (FP)