Papa: Eucaristía, amor evangélico, pedido por los inundados de Kerala
En el Ángelus, el Papa Francisco explica el sentido de la Eucaristía: “Jesús invita a entrar en comunión con Él” y a “compartir con Él el don de la vida por el mundo”. “Es tan importante comulgar, ir a misa y recibir la comunión para recibir a este Cristo vivo”. El pedido de solidaridad con la población de Kerala. Rezan un Ave María. Los jóvenes ucranianos por la paz.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- “Hacer fructífero el amor evangélico que recibimos en la Eucaristía”: es la pista que sigue el Papa Francisco en su comentario al Evangelio de hoy (“20 Domingo del año “B”,Jn, 6, 51-58), antes de la oración del Ángelus con los peregrinos reunidos en la plaza de san Pedro. Después de la oración mariana, él hizo un pedido por las víctimas de las inundaciones en Kerala (en el sur de India), para que no falte hacia ellos ni la solidaridad ni la ayuda de la comunidad internacional.
El comentario del Papa parte de ese “discutir entre ellos” de los que escuchaban a Jesús, cuando Él se ofrece como “pan vivo bajado del cielo” y además agrega “el pan que yo les daré es mi propia carne para la vida del mundo”.
“Cuando el signo del pan compartido lleva a su significado verdadero-explicó Francisco- es decir, el don de sí mismo hasta el sacrificio, surge la incomprensión, e inclusive el rechazo de Aquel que poco antes se quería llevar al triunfo”.
Con la invitación a “comer” la carne y a “beber” su sangre, “Jesús los invita a entrar en comunión con él, a “comerlo” a Él, a su humanidad, para compartir con Él el don de la vida por el mundo. ¡Nada de triunfos y espejismos de éxito! Es realmente el sacrificio de Jesús que se dona a sí mismo a nosotros”.
“Este pan de vida-continúa- sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, se nos dona gratuitamente en el banquete Eucarístico”... La Eucaristía nos plasma para que no vivamos sólo para nosotros mismos, sino para el Señor y para nuestros hermanos y hermanas. La felicidad y la eternidad de la vida dependen de nuestra capacidad de hacer fructífero el amor evangélico que recibimos en la Eucaristía”.
“Jesús-concluyó- hoy repite Jesús a cada uno de nosotros: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes” (v. 53). No se trata de un alimento material, sino de un pan vivo y vivificante, que comunica la vida misma de Dios, y que para tener esta vida, es necesario nutrirse del Evangelio y del amor de los hermanos”.
Frente a la invitación de Jesús de nutrirnos de su Cuerpo y de su Sangre, podremos advertir la necesidad de discutir y resistir, como lo hicieron aquellos que escuchaban a Jesús, los del Evangelio de hoy. Esta necesidad de discutir y resistir sucede cuando nos cuesta modelar nuestra existencia según la de Jesús, actuar según sus criterios y no según los criterios del mundo. Pero Él no se cansa de invitarnos a su banquete para saciarnos de Él, “pan vivo bajado del cielo”. Nutriéndonos con esta comida podemos entrar en plena sintonía con Cristo, con sus sentimientos, con sus comportamientos.
Por ello es tan importante comunicarse; es tan importante ir a Misa y recibir la comunión, porque es recibir el Cuerpo de Cristo vivo...la Virgen María sostenga nuestra intención de hacer comunión con Jesucristo, nutriéndonos con su Eucaristía, para que a su vez nos convirtamos en pan partido para los hermanos”.
Después del Ángelus, Francisco recordó a “los habitantes de Kerala… duramente afectados por las intensísimimas lluvias, que han provocado inundaciones y aludes, con una gran pérdida de vidas humanas, numerosos desaparecidos e ingentes daños a los cultivos y a las casas”.
“Que no falte a nuestros hermanos-agregó- nuestra solidaridad y el apoyo concreto de la Comunidad Internacional. Estoy cerca de la Iglesia de Kerala, que está en primera línea para llevar socorro a la población. También todos nosotros estamos cerca de la Iglesia de Kerala. Recemos juntos por cuántos han perdido la vida y por todas las personas probadas por esta gran calamidad”. Y después de una invitación a la oración en silencio, recitó un Ave María junto a los fieles que estaban en la plaza.
Al final, saludando a un grupo de jóvenes ucranianos presentes, los alentó “ a ser operadores de paz y reconciliación”.
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