31/03/2019, 16.14
VATICANO- MARRUECOS
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Papa: Cristianos en Marruecos como la levadura. Misión de compasión y sin proselitismo

Encontrándose con el clero, religiosos, religiosas y miembros del Consejo ecuménico de las Iglesias, el Papa Francisco subraya que “¡Jesús no nos ha elegido y mandados para que fuésemos los más numerosos! y que “el problema no es ser poco numerosos, sino ser insignificantes”. La invitación al diálogo de la caridad con los otros cristianos y con los musulmanes, musulmanas y hombres de buena voluntad. En Marruecos está prohibida la conversión del islam a otra religión. La visita al Centro rural de los servicios sociales.

 

Rabat (AsiaNews) – Los cristianos en Marruecos son un “pequeños número”, pero ellos son una “pequeña cantidad de levadura” que con la compasión”, el diálogo y el amor fraterno, pueden “hacer presente su Reino”. Es la dirección para el presente y para el fututro que el Papa Francisco dio hoy a los cristianos católicos y protestantes en el país donde está de visita, en su encuentro de hoy con el clero, los religiosos, las religiosas y el Consejo ecuménico de las Iglesias, reunidos en la catedral de Rabat.

En efecto los cristianos en Marruecos, si bien tengan una historia que data a la época romana, son- según las estadísticas más optimistas- al menos 340 mil. De ellos sólo 30 mil son católicos, constituida en su gran mayoría de expatriados occidentales y migrantes subsaharianos. Entre los protestantes hay también marroquíes convertidos del islam, pero ellos viven escondidos porque en el país está prohibida la apostasía.

En su discurso, Francisco subraya diversas veces que “¡Jesús no nos ha elegido y mandado para que fuésemos los más numerosos!”, y que “el problema no es ser poco numerosos, sino ser insignificantes”. Por esto, él rechaza “los caminos de la misión” que “pasan a través del proselitismo”: “ser cristianos no es adherir a una doctrina, ni a un templo, ni a un grupo étnico”. “Ser cristiano es un encuentro”. “Somos cristianos porque fuimos amados y encontrados y no fuimos fruto del proselitismo”.

Por esto la Iglesia debe encontrar el mundo, viviendo el diálogo con el mundo y se crea el coloquio, ella participa en el evento de la fraternidad, que tiene su fuente profunda no en nosotros, sino en la Paternidad de Dios”.

Tal diálogo es ante todo “intercesión”: “El consagrado, el sacerdote lleva a su altar, en su oración la vida de sus coterráneos y mantiene viva, como a través de una pequeña brecha en aquella tierra, la fuerza vivificante del Espíritu. ¡Qué hermoso es saber que, en diversos lugares de esta tierra, en vuestras voces el creado puede implorar y continua diciendo: ‘Padre Nuestro’!”.

Es un diálogo que construye “fraternidad humana que abraza a todos los hombres, los une y los hace iguales”. El Papa cita el Documento sobre la Fraternidad firmado en Abu Dhabi, hablando de “esta fraternidad herida por las políticas de integralismo y división y por los sistemas de ganancia inmoderada y por las tendencias ideológicas odiosas, que manipulan las acciones y los destinos de los hombres”.

Y prosigue: “Una oración que no distingue, no separa y no margina, sino que se hace eco de la vida del prójimo; oración de intercesión que es capaz de decir al Padre: “venga tu reino”. No con la violencia, no con el odio, ni con la supremacía étnica, religiosa, económica, sino con la fuerza de la compasión vertida en la Cruz para todos los hombres. Esta es la experiencia vivida por la mayor parte de vosotros”.

“Desenmascaradas y pudiendo poner en evidencia a todos en los intentos de usar las diferencias y la ignorancia para sembrar miedo, odio y conflicto. Porque sabemos que el miedo y el odio, alimentados y manipulados, desestabilizan y dejan espiritualmente indefensas a nuestras comunidades”.

Se necesita construir una “cultura del encuentro”, promoviendo “el ecumenismo de la caridad” entre los cristianos, que pueda involucrar a “nuestros hermanos y hermanas musulmanes y con todas las personas de buena voluntad”. Francisco elenca los ámbitos: “persona heridas, probadas, excluidas”; “al servicio de la justicia y de la paz, de la educación de los niños y de los jóvenes, de la protección y del acompañamiento de los ancianos, de los débiles, de los discapacitados y de los oprimidos”.

Agradecemos además “por el servicio humilde y discreto” vivido por los misioneros y misioneras, el pontífice agradeció por todos, a la decana de las misioneras presentes, sor Ercilia Mantovani, de 97 años, franciscana italiana, que el pasado 19 de marzo, festejó los 80 años de vida religiosa.

“Miren al futuro- concluyó- en el cual el Espíritu os proyecta, para continuar siendo signo vivo de aquella fraternidad a la cual el Padre nos ha llamado, sin voluntarismos y resignación, sino como creyentes que saben que el Señor siempre nos precede y abre espacios de esperanza donde algo o alguien parecía perdido”. Al final del encuentro y después de recitar el Ángelus, Francisco fue rodeado por los ancianos misioneros y pro algunos niños, llegados a saludarlo.

Antes de ir a la catedral, el Papa fue al Centro rural de los servicios sociales en Temara. El Centro está dirigido por las Hijas de la caridad y hospeda a niños y familias que son asistidas por las religiosas (v. Foto).

 

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