24/01/2021, 12.10
VATICANO
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Papa: Apagar la televisión y el celular, y abrir el Evangelio

En el segundo domingo de la Palabra de Dios, el Papa Francisco pide que se dé espacio a la Palabra de Dios en la vida cotidiana. El pontífice no pudo presidir la misa debido a una ciática. Fue sustituido por Mons. Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. La proclamación de las lecturas de la misa estuvo a cargo de un actor de televisión, un periodista y una joven no vidente.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “Pidamos al Señor la fuerza de apagar la televisión y abrir la Biblia; de desconectar el móvil y abrir el Evangelio": es la invitación que el Papa Francisco dirigió a los fieles reunidos en el altar de la cátedra para la misa con motivo del Domingo de la Palabra de Dios, en su segunda edición. Este domingo fue establecido por el pontífice en 2019 para alentar el interés por el conocimiento de la Sagrada Escritura. La organización y animación del domingo está a cargo del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. El responsable de este consejo, monseñor Rino Fisichella, fue quien presidió la misa de hoy, ya que el Papa Francisco no pudo participar debido a una ciática. La Oficina de Prensa de la Santa Sede anunció que el 25 de enero el Papa no podrá presidir las Vísperas junto a los representantes de las confesiones cristianas en la Basílica de San Pablo Extramuros. Es su lugar, el cardenal Kurt Koch presidirá el momento de oración. Por otro lado, se aplazó el encuentro con el cuerpo diplomático, previsto para ese mismo día.

En la misa de hoy,  monseñor Fisichella leyó la homilía que el pontífice había preparado para la ocasión. Tomando el ejemplo del Evangelio de hoy (Marcos 1,14-20), el Papa destacó “lo que Jesús dice” y “a quién se lo dice”.

“‘Dios está cerca' era el leitmotiv de su anuncio, el corazón de su mensaje" y esto "no puede sino ser la constante de la vida y el anuncio cristianos... Antes de todas nuestras palabras sobre Dios está su Palabra para nosotros, que sigue diciéndonos: 'No tengan miedo, yo estoy con ustedes'. Estoy cerca de ti y seguiré cerca de ti”. La cercanía de la Palabra de Dios es “el antídoto contra el miedo de quedarnos solos ante la vida". En efecto, el Señor, a través de su Palabra con-suela, es decir, está con quien está solo. Al hablarnos, nos recuerda que estamos en su corazón, que somos hermosos para sus ojos, y que estamos custodiados en las palmas de sus manos”.

Al mismo tiempo, “la Palabra de Dios infunde esta paz, pero no nos deja en paz. Es la Palabra del consuelo, pero también de la conversión... quien frecuenta la Palabra de Dios recibe un saludable vuelco existencial: descubre que la vida no es un tiempo para cuidarse de los demás y protegerse, sino una ocasión para salir al encuentro de los otros en nombre del Dios cercano. Así, la Palabra, sembrada en la tierra de nuestro corazón, nos lleva a sembrar la esperanza a través de la cercanía. Tal como Dios hace con nosotros”.

En la segunda parte de la homilía - “a quién se lo dice”- Francisco muestra la diferencia entre la predicación de la conversión de Juan el Bautista y la de Jesús: “Juan acogía a la gente en el desierto, y allí  solo iban los que podían dejar los lugares donde vivían. Jesús, en cambio, habla de Dios en el corazón de la sociedad, a todos, allí donde están. Y no habla en horarios y tiempos fijos: cuando “pasa junto al mar", habla a los pescadores "mientras echaban las redes" (v. 16). Se dirige a la gente en los lugares y momentos más cotidianos. Aquí está el poder universal de la Palabra de Dios, que llega a todos y a cada uno de los ámbitos de la vida".

Y dirigiéndose a los primeros discípulos, “no los atrae con discursos elevados e inalcanzables. Por el contrario, les habla de su vida: a los pescadores de peces les dice que serán pescadores de hombres... El Señor hace lo mismo con nosotros: nos busca allí donde estamos, nos quiere como somos y acompaña pacientemente nuestros pasos. Como aquellos pescadores, también nos espera en las orillas de la vida. Con su Palabra quiere hacernos cambiar de rumbo, para que dejemos de ‘vivir tirando’ y nos lancemos al mar, tras Él".

La homilía concluye con una invitación a dar espacio a la Palabra de Dios en la vida cotidiana: “Por eso, queridos hermanos, no renunciemos a la Palabra de Dios. Es la carta de amor que nos escribe Aquel que nos conoce como nadie: al leerla, volvemos a oír su voz, vemos su rostro, recibimos su Espíritu. La Palabra nos acerca a Dios: no la alejemos. Llevémosla siempre con nosotros, en el bolsillo, en el teléfono; démosle un lugar digno en nuestros hogares. 

Coloquemos el Evangelio en un lugar que nos recuerde abrirlo a diario, quizá al principio y al final del día, para que entre las muchas palabras que llegan a nuestros oídos, también lleguen algunos versículos de la Palabra de Dios. Para ello, pedimos al Señor la fuerza para apagar la televisión y abrir la Biblia; para desconectar el móvil y abrir el Evangelio. En este año litúrgico leemos el Evangelio de Marcos, el más sencillo y el más breve. ¿Por qué no leerlo también por nuestra cuenta, un pequeño pasaje cada día? Nos hará sentir que el Señor está cerca de nosotros y nos infundirá valor en el camino de la vida".

Como signo de la universalidad de la Palabra de Dios, las lecturas de la misa fueron proclamadas por un actor de televisión, un periodista y una joven no vidente.

Al final de la celebración, se distribuyeron ejemplares de la Biblia a personas de diferentes ámbitos.

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