20/01/2018, 19.21
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Papa en Perú: delante de las ‘tempestades’ de la vida, confiar siempre en Jesús

Francisco en Trujillo, segunda ciudad del país, afectada el año pasado por inundaciones debidas al “Niño costero”. “Hay cosas, como bien saben, que no se improvisan y tanto menos se compran. El alma de una comunidad se mide sobre cómo se logra unirse para enfrentar los momentos difíciles, de adversidad, para mantener viva la esperanza”.

Lima (AsiaNews)- Inundaciones, criminalidad, falta de oportunidades educativas y de trabajo y otras “tempestades” que pueden golpear a una comunidad encuentran la respuesta en el Evangelio, en Jesús que “nos hace comunidad creyente capaz de sostenerse; comunidad que espera y por la lucha rechazar y transformar las múltiples adversidades; comunidad que ama porque no permite que estemos con los brazos cruzados”. El Papa Francisco está en Trujillo, segunda ciudad de Perú, sobre la costa septentrional, conocida por la belleza de su centro histórico de características coloniales, considerada como el centro de la vida peruana y víctima el año pasado de una serie de inundaciones provocadas por el “Niño costero”.

Francisco partiendo hoy de Lima, recorrió el mismo trayecto hacia el aeropuerto a lo largo del cual, ayer, tuvo que cambiar del auto en el cual viajaba a causa de que se le pinchó una rueda.

En Trujillo, en la explanada de Huanchaco, donde el Papa celebró la misa, con casi 400 mil personas (en la foto). Desde aquí, después de la celebración irá a visitar el barrio “Buenos Aires”, que se inundó el año pasado.

Justamente las diversas “tempestades” que han azotado a la ciudad fueron el punto de partida de la homilía del Papa que recomendó conservar la esperanza y la fe “en lo que vale”.

«Ustedes, al igual que los apóstoles-dijo- conocen la bravura de la naturaleza y han experimentado sus golpes. Así como ellos enfrentaron la tempestad sobre el mar, a ustedes les tocó enfrentar el duro golpe del «Niño costero», cuyas consecuencias dolorosas todavía están presentes en tantas familias, especialmente aquellas que todavía no pudieron reconstruir sus hogares. También por esto he querido venir  y rezar aquí con vosotros”.

“A esta eucaristía traemos también ese momento tan difícil que cuestiona y pone muchas veces en duda nuestra fe. Queremos unirnos a Jesús. Él conoce el dolor y las pruebas; Él atravesó todos los dolores para poder acompañarnos en los nuestros. Jesús en la cruz quiere estar cerca de cada situación dolorosa para darnos su mano y ayudar a levantarnos. Porque Él entró en nuestra historia, quiso compartir nuestro camino y tocar nuestras heridas. No tenemos un Dios ajeno a lo que sentimos y sufrimos, al contrario, en medio del dolor nos entrega su mano y ayudarnos a levantarnos».

Estos cimbronazos-agregó- ponen en discusión y en juego el valor de nuestro espíritu y de nuestras actitudes más elementares. Entonces nos damos cuenta de cuánto sea importante no estar solos sino unidos, llenos de aquella unidad que es fruto del Espíritu Santo”.

El Papa luego partiendo de la parábola de las doncellas que esperan al esposo (Mt 25, 1-13). “Algunas se dieron cuenta de no tener el aceite necesario para iluminar el camino en la oscuridad, otras en cambio llenaron sus lámparas y pudieron encontrar e iluminar el camino que las llevaba al esposo. En el momento indicado cada una mostró de qué había llenado su vida. Lo mismo nos sucede a nosotros. En determinadas circunstancias comprendemos con qué nos hemos llenado nuestra vida. ¡Cómo es importante llenar nuestra vida con aquel aceite que permite encender nuestras lámparas en las múltiples situaciones de oscuridad y encontrar el camino para ir adelante!”.

En la adversidad se muestra la solidaridad evangélica

“Sé que, en el momento de la oscuridad, cuando han sentido el golpe del Niño, estas tierras han sabido ponerse en movimiento y tenían aceite para correr en ayuda y ayudarse como verdaderos hermanos. Estaba el olio de la solidaridad, de la generosidad que os ha puesto en movimiento y fueron al encuentro del Señor con innumerables gestos concretos de ayuda. En medio de la oscuridad, junto a tantos otros, fueron antorchas vivas que han iluminado el camino con manos abiertas y disponibles para aliviar el dolor y compartir aquello que tenían en vuestra pobreza”.

“Hay cosas como ya bien saben, que no se improvisan y tanto menos se compran. «El alma de una comunidad se mide en cómo logra unirse para enfrentar los momentos difíciles, de adversidad, para mantener viva la esperanza. Con esa actitud dan el mayor testimonio evangélico. El Señor nos dice: «En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros» (Jn 13,35). Porque la fe nos abre a tener un amor concreto, no de ideas, concreto, de obras, de manos tendidas, de compasión; que sabe construir y reconstruir la esperanza cuando parece que todo se pierde. Así nos volvemos partícipes de la acción divina, esa que nos describe el apóstol Juan cuando nos muestra a Dios que enjuga las lágrimas de sus hijos. Y esta tarea divina Dios la hace con la misma ternura que una madre busca secar las lágrimas de sus hijos”.

«Otras tormentas pueden estar azotando estas costas y, en la vida de los hijos de estas tierras, tienen efectos devastadores. Tormentas que también nos cuestionan como comunidad y ponen en juego el valor de nuestro espíritu.Se llaman violencia organizada como el «sicariato»(los homicidios de las bandas organizadas, Ndr) y la inseguridad que esto genera; se llama la falta de oportunidades educativas y laborales, especialmente en los más jóvenes, que les impide construir un futuro con dignidad; o la falta de techo seguro para tantas familias forzadas a vivir en zonas de alta inestabilidad y sin accesos seguros; así como tantas otras situaciones que ustedes conocen y sufren, que como los peores huaicos destruyen la confianza mutua tan necesaria para construir una red de contención y esperanza. Huaicos que afectan el alma y nos preguntan por el aceite que tenemos para hacerles frente».

«Muchas veces nos interrogamos sobre cómo enfrentar estas tormentas, o cómo ayudar a nuestros hijos a salir adelante frente a estas situaciones”.

Quiero decirles: no hay otra salida mejor que la del Evangelio: se llama Jesucristo. Llenen siempre sus vidas de Evangelio. ”

Quiero estimularlos a que sean una comunidad que se deje ungir por su Señor con el aceite del Espíritu. Él lo transforma todo, lo renueva todo, lo conforta todo. En Jesús, tenemos la fuerza del Espíritu para no naturalizar lo que nos hace daño - no hacer que sea una cosa natural – no naturalizar lo que nos seca el espíritu y lo que es peor, nos roba la esperanza.

“¡Los peruanos en este momento de su historia no tienen derecho a dejarse robar la esperanza!”

“En Jesús, tenemos el Espíritu que nos mantiene unidos para sostenernos unos a otros y hacerle frente a aquello que quiere llevarse lo mejor de nuestras familias. En Jesús, Dios nos hace comunidad creyente que sabe sostenerse; comunidad que espera y por lo tanto lucha para revertir y transformar las múltiples adversidades; comunidad amante porque no permite que nos crucemos de brazos. Con Jesús, el alma de este pueblo de Trujillo podrá seguir llamándose «la ciudad de la eterna primavera», porque con Él todo es una oportunidad para la esperanza».

 

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