24/01/2020, 12.05
SIRIA
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Mons. Nassar: comer, una ‘pesadilla recurrente’ para los sirios, en esta Cuaresma por anticipado

de Samir Nassar*

El arzobispo de Damaco alerta: se ha pasado de la austeridad a la pobreza generalizada. Los salarios han caído un 50% en solo tres meses. La crisis en el Líbano y las tensiones entre Irán y los EEUU han agravado una situación ya de por sí difícil debido a la guerra. En medio del drama, surge una “nueva vocación” fundada “en el amor, el perdón, la puesta en común y la compasión”.

Damasco (AsiaNews) - Asegurar el pan de cada día “se ha convertido en una pesadilla recurrente”, cotidiana, y la Iglesia deviene, cada vez más, un “muro de los lamentos” adonde se acude para “clamar por ayuda” o “buscar en el silencio un poco de alivio”. Es lo que cuenta Mons. Samir Nassar, el arzobispo maronita de Damasco, en un testimonio enviado a AsiaNews. El prelado da cuenta de la dramática situación que atraviesa la población siria. “Imaginen que su familia tuviera que sobrevivir con un salario cuyo valor ha caído un 50% en solo tres meses. Es un escenario caótico, que altera completamente la existencia”. 

Casi nueve años de guerra civil, la violencia de los grupos yihadistas (desde al-Nusra hasta el Estado Islámico) que han ensangrentado gran parte del territorio y la emergencia desatada por una marea de personas huyendo, sumada a las sanciones internacionales contra Damasco y la crisis de la banca libanesa han dejado al país de rodillas. Y los más golpeados, tal como observa Mons. Nassar, son “sobre todo, las personas más vulnerables, los enfermos, los niños y los ancianos”. Una crisis “jamás vista antes”, que “arroja a nuestros fieles a un tiempo de ayuno y a vivir la Cuaresma por anticipado”.  

A continuación, el testimonio del arzobispo de Damasco: 


De la austeridad a la pobreza

Imaginen que su familia tuviera que sobrevivir con un salario cuyo valor ha caído un 50% en solo tres meses. Es un escenario caótico, que altera la existencia y que ha disparado una suba de precios vertiginosa, algo que termina impactando en la vida cotidiana de muchas familias, especialmente en aquellas más pobres y humildes. 

En efecto, la espiral de inflación y la escalada de los precios repercuten en los ciudadanos, que ya viven en condiciones de austeridad, y les hacen sentir su pobreza y una gran miseria. 

La falta de combustible, del gas de uso domiciliario y de la corriente eléctrica han sumido a las persona más vulnerables - sobre todo, a los más frágiles, los enfermos, los niños y los ancianos - en la más completa oscuridad. Un drama que se ha visto agudizado por temperaturas gélidas, cuyos efectos pueden ser letales. 

 

La caridad, congelada

La crisis bancaria del Líbano, en la práctica, ha bloqueado las cuentas corrientes de los sirios, tanto de los particulares como de las empresas. Entre las últimas, también figuran las asociaciones de beneficencia, que hoy se ven obligadas a declararse incapaces de operar en un contexto que se caracteriza por profundas y enormes dificultades. Son días de miseria.  

Hoy ya no es posible hacer frente a las necesidades más básicas, y los pobres se sienten abandonados a su triste destino. Sus míseros ahorros, congelados en las instituciones bancarias, resultan prácticamente inaccesibles. 

Las condiciones socio-económicas de la población se vuelven más y más urgentes con cada día que pasa, y arriesgan agravarse todavía más, sobre todo con la pulseada que se libra entre Irán y los Estados Unidos. Un choque frontal que bloquea el camino de muchos “Simón de Cirene” que intentan ayudar, asistir y que impide cualquier forma de compasión, dejando el camino libre para una escalada, con el ulterior agravamiento de la situación.

 

Una Cuaresma por anticipado

Esta crisis, jamás vista antes, ni siquiera durante los años de la guerra, empuja a nuestros fieles a un período de ayuno y de Cuaresma por anticipado. Asegurar el pan de cada día y un poco de comida sobre la mesa ya se ha vuelto la pesadilla recurrente de cada jornada. Esta situación del todo nueva ha empobrecido a la Iglesia misma, un “muro de los lamentos” donde cada quien llora sus lágrimas, clama por ayuda y busca, sin ostentarlo, un poco de alivio y consuelo. Un modo de vivir la Pasión de Cristo, mucho antes de la Semana Santa. 

Cada día surge más y más una nueva vocación, teñida del color de las Bienaventuranzas y fundada en el amor, el perdón, la puesta en común y la compasión. Una vocación iluminada por la luz de la esperanza de la Pascua.  

Cuaresma 2020

* Arzobispo maronita de Damasco

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