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KAZAJISTÁN
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Los cinco primeros años de Tokaev

de Vladimir Rozanskij

Nazarbaev le había elegido por su lealtad demostrada en los numerosos cargos que le habían otorgado en años anteriores. En cambio, las sorpresas comenzaron con las elecciones del 9 de junio de 2019, que provocaron protestas sin precedentes. No ha habido ningún cambio real en la maquinaria burocrática y en la casta de los oligarcas dueños del país, mientras continúa la represión política contra cualquier atisbo de oposición.

Astana (AsiaNews) - El 9 de junio se cumplieron cinco años de la elección de Kasym-Žomart Tokaev como presidente de Kazajistán, tras haber asumido el cargo provisionalmente el 20 de marzo de 2019 tras la dimisión de su predecesor, Nursultan Nazarbaev. Posteriormente fue reelegido en una convocatoria electoral anticipada el 20 de noviembre de 2022, en un intento de pacificar el país tras un año especialmente turbulento, que comenzó con las sangrientas revueltas reprimidas de enero de 2022, a las que siguió la invasión rusa de Ucrania.

Su presidencia se vio así muy afectada por los imprevisibles acontecimientos que comenzaron con la pandemia de Covid-19, que impidieron una sucesión pacífica entre el "presidente eterno" y su delfín, llevando a Kazajistán a la necesidad de profundas reformas y a la superación del culto a la personalidad de Nazarbayev, que había caracterizado todo el periodo postsoviético de 30 años. Por ello, los observadores de la política kazaja, en su mayoría, definen el quinquenio de Tokaev como un "cambio para preservar", sin creer realmente en la voluntad del presidente y de la clase dirigente de construir un "nuevo Kazajistán".

Nazarbaev le había elegido por la lealtad demostrada en los numerosos cargos que se le habían confiado en los años anteriores, y por su gran carrera diplomática, que garantizaba un rumbo estable y previsible, lo que habría permitido a Elbasy, el "padre de la patria", mantener un control total, incluso entre bastidores. En cambio, las sorpresas comenzaron con las elecciones del 9 de junio de 2019, que desataron protestas nunca vistas en la historia reciente de Kazajistán, con miles de detenidos en la capital, Astaná, entonces llamada Nur-Sultán, y en la principal ciudad, Almaty.

Las protestas se desbordaron después en Kantar, el "enero sangriento" de 2022, en el que murieron 238 personas, y que corrió el riesgo de someter al país a una invasión rusa, tras la llegada de tropas de Moscú bajo la bandera de la alianza Csto, devueltas a toda prisa por Tokaev. Tras su última reelección, el presidente prometió que no volvería a presentarse al final de su mandato de siete años, en 2029, y está por ver hasta qué punto será capaz de evitar nuevos disturbios en la segunda mitad de su mandato, ya que no se han resuelto los numerosos problemas económicos, sociales y políticos que causaron la agitación anterior.

Inicialmente, el lema de la presidencia "sucesoria" era el "Estado que escucha", superando la distancia entre los dirigentes y el pueblo del periodo de Nazarbayev. Ya en 2020, se había aprobado una ley que concedía aparentemente mayor libertad de expresión y agregación, aunque de hecho no se permitían manifestaciones espontáneas. De hecho, el Gobierno sigue negando la mayoría de estas iniciativas "de abajo arriba", concediendo sólo la posibilidad de reunirse de forma directa y controlada "de arriba abajo", y Kazajistán no logra superar la imagen de Estado autoritario, más allá de las proclamas.

Como observa el politólogo independiente Dosym Satpaev, "era ingenuo pensar en 2019 que cambiaría un sistema del que Tokaev era y es el producto más típico", y en la convulsa fase geopolítica actual se puede pensar en todo, menos en reformas reales y profundas. No se ha producido ningún cambio real en la maquinaria burocrática y en la casta de los amos oligarcas del país, mientras continúa la represión política contra cualquier atisbo de oposición. El problema más grave, según Satpaev, es la falta de instituciones verdaderamente fuertes en el país, capaces de afrontar los grandes retos que aguardan a Kazajistán y a toda la región de Asia Central.

El politólogo señala que Tokaev también está acostumbrado a la "conducción manual" del poder, que se basa en "cuatro pilares: la familia gobernante, los órganos de fuerza, una burocracia ineficaz y la casta oligárquica". En comparación con Nazarbaev, la "familia" ha desaparecido, pero por lo demás nada ha cambiado; Tokaev escribió en los últimos días en Euronews que Kazajistán es "una potencia mediana" con un papel importante en la escena internacional, pero evidentemente aún no ha encontrado su verdadera identidad.

 

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